Es nuestro cuarto viaje, a India, en once años. El primero fue, el del aprendizaje, el entusiasmo y la fascinación. El segundo, el del agobio y el calor, durante tres meses. Y, el tercero, el del descubrimiento de la otra India más evolucionada de los estados del noroeste. Y este cuarto, por sus inicios, promete ser, el del sufrimiento, a través de una India desconocida y muy agresiva. Nos tenemos y mucho , que en algún momento, este devenir viajero se nos irá de las manos. Pese a nuestras diferentes percepciones y desde nuestro estreno por estos lares, el país ha cambiado muy poco, casi nada.
India, te desespera hasta el extremo y a los diez minutos, te recompensa de pleno. Quién no aguante, que no venga aquí. Porque de otra manera, no se manejan las esencias y emociones del país. En 2022, India sigue siendo el paraíso de los formularios y la burocracia; de las obras y la omnipresente basura; de la mezcla de olores -fritanga, desperdicios, meados e incienso-; de las estresantes motos por todas partes; de las vacas agresivas, indiferentes y hambrientas; de las no aceras; de los perros callejeros en busca de cariño; de las " no rooms" o del "is full" en los hoteles a los extranjeros; de los eternos charcos nauseabundos; de las ausencias de las casas de cambio de dinero en efectivo; de los colchones con pulgas y otros bichos indeterminados; de los mil transbordos en el transporte local para destinos poco turísticos; de las espectaculares multas, para los que beben cerveza y alcohol y la lasitud para los comportamientos incívicos y temerarios de sus habitantes; de los trenes atestados y con barrotes, para que los indios no traten de entrar por las ventanas; de las teles con canales solo indios; de los molestos bolardos por todas partes; de los puñeteros uniformes marrones de autobuseros, policías y abúlicos seguratas...¡Podría seguir durante horas...!
Pues bien, si todo esto fue, es y será siempre endémico en India, además se va acentuando en mayor medida en destinos de tercer nivel, que son los que componen este periplo nuestro. Si algo ha evolucionado y por lo alto en los últimos cinco años son los precios, especialmente, del alojamiento y de la comida más elaborada (no la de los puestos callejeros).
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