A la vuelta de Myanmar, en un par de horas, en un cíber de Bangkok, decidimos que nuestro siguiente destino, sería Sri Lanka. Allí, trataremos de gestionar el visado de India.
Bangkok
Compramos el vuelo para Colombo, en la oficina de Air Asia, en Kaosan. Como, deberemos partir desde Kuala Lumpur, decidimos hacer el viaje a tramos y no en el expreso nocturno, que conecta con Butterworth y que ya tomamos en 2008, en dirección inversa. Ponemos nuestras ilusiones en manos de las afamadas islas del sur, aunque sólo visitaremos Ko Samui, después de haber valorado todas las posibilidades, incluido Phuket.
Antes de partir de Bangkok, rumbo a Shura Tani, nos encontramos cinco vestidos y dos guías Lonely Planet, en la calle. Todos nuevos y con los tickets de compra. El paseo que bordea el río –con muelle fluvial incluido- en esta localidad, resulta agradable. Sobretodo por la noche, cuando los puestos de comida están en plena actividad y efervescencia.
A una hora de aquí –que hacemos en bus-, se toma el ferry que nos conduce a la anhelada isla, donde pasaremos algo más de dos días. Lo que prometía, ser la bienvenida al paraíso, resultó ser una estancia salpicada por el iracundo monzón y playas mediocres, bordeando la costa.
Cuando, llegamos a la más famosa, después de mucho caminar, nos entró un ataque de risa (menos mal, que no fue una depresión): arena fina –sí- y blanca, también- con marea bajísima y unos miserables charquitos –que no se asemejan ni a marismas-. Para que te llegue el agua hasta las rodillas, debes adentrarte centenares de metros.
En esta zona, los alrededores están llenos de resorts, que no de turistas. Resulta increíble, lo que pueden llegar a vender – y a que precio de oro-, en una agencia de viajes, con cuatro fotos bien hechas.
Así, acabó nuestra aventura insular. Aunque habíamos valorado conocer el este de Malasia –no visitado en 2008-, finalmente y de retorno en Shura Tani, nos fuimos directamente, a Kuala Lumpur, donde nos fueron a coincidir dos festivos: el final del maldito y siempre presente Ramadán y la fiesta nacional del país.
Tales eventos, nos dejaron ante un panorama algo desolador, con las calles abarrotadas de maleducada gente y casi todo cerrado. Problemas para cambiar dinero, problemas para comer decentemente, problemas para encontrar bebidas alcohólicas… Siempre y allá donde vayamos, nos tocan todas las celebraciones. Estamos empezando, a tener complejo de feriantes.
Hat Yai
Menos mal, que siempre nos quedarán las ricas –y gratuitas- salsas picantes y de chutney del Mcdonalds, del aeropuerto de Kuala Lumpur
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