domingo, 3 de marzo de 2024
sábado, 2 de marzo de 2024
Experimentando Daman
El amable conductor nos dejó en el andén adecuado y no se fue, hasta que se aseguró, de que nos habíamos enterado del asunto. Objetivo conseguido, pero estábamos seguros, de que al día le quedaba mucha vida.
Efectivamente, no pasaron ni cinco minutos, cuando apareció el autobús, algo más cómodo y barato, que los de Nashik. Para el viajero, los límites administrativos entre Vapi y Daman son difusos, porque no deja de haber casas, ni existe barrera o control alguno. Hay un indicio más perspicaz, que es contemplar, cuando empiezan a ser mucho mejores los edificios, cuando desaparecen la basura y los hedores y empiezan a proliferar las aceras.
En poco más de veinte minutos llegamos a la estación de Daman. Se nota en muchas cosas -ya mencionadas-, que esta es una India distinta, aunque el tráfico es caótico y tortuoso y pone al endeble y resignado caminante, en peligro. Más todavía, si de repente, como es el caso, aparece una procesión de mujeres bailongas arropadas por una colorida carroza y la calzada se estrecha mucho más.
La calle principal no está mal, para lo que estamos acostumbrados en este país, pero al ser ex colonia portuguesa esperábamos algo más parecido a Margao o Panaji, que a estos edificios no muy decrépitos pero insulsos. En ella y en las adyacentes se encuentran la mayoría de hoteles.
Y, como preveíamos, empieza nuestra pesadilla: 80% de "no rooms", " is full", a veces, después de subir tres pisos a oscuras y mugrientas escaleras . Donde te aceptan, casi triplica, lo que estábamos pagando, anteriormente. Y, cuando ya resignado, aceptas la perdida económica, llega el check in -no menos de media hora, en el que ya te advierten, de que te sientes+, que casi siempre se convierte en un interrogatorio policial humillante.
Al final y a regañadientes, nos quedamos en el alojamiento más barato, que a la vez, es el más caro que hemos pagado nunca en India:1500 rupias. Hemos recuperado el baño -muy básico - y el wifi, aunque pagando el doble, que en Nahsik.
De comida, tampoco vamos muy bien. Han desaparecido la mayoría de los puestos de los últimos tiempos, no solo los de garbanzos, patatas o fritanga, sino hasta los de fruta o té.
¡Todo mucho más caro, salvo el alcohol y la cerveza, en tiendas y bares!
Hagamos cuentas: precio medio de una habitación, en India: 900 rupias. Tarifa más barata, en Daman 1500. Importe medio de whisky y cerveza en India, respectivamente 250 y 110 rupias, por 150 y 80 aquí. ¡Mal para el hígado,pero peor para el presupuesto!, aunque tampoco dramatizaremos.
Aunque, que no se pongan tontos estos de Gujarat y aledaños, porque si mandamos a tomar por el culo a seis estados del nordeste, nos cuesta la mitad hacer lo mismo con ellos. ¡Que todavía en España, seguimos teniendo casa!.
De Nashik a Vapi
Nos marchamos de Nashik con gran pereza, después de tres días, en los que estuvimos narcotizados, sin tener, que resolver un solo problema. Las previsiones para el futuro no son tan halagüeñas, en Gujarat, porque ya estuvimos allí en 2011 y sabemos, las dos dificultades fundamentales, que nos vamos a encontrar: alojamientos caros o donde no nos aceptan y problemas de comunicación por ausencia del inglés más básico (mucha gente no sabe ni los números).
Tomamos el autobús local 207, hacia la estación Mumbai Naka, sita a 8 kilómetros. Gracias eternas le daremos a un pasajero, que sin pedírselo nos dijo donde bajarnos, porque esta parada, ni es final de línea, ni se ve desde el vehículo. La terminal es un cacharro de manual, donde no tropezarse y partirse una pierna, es un milagro.
Tuvimos suerte y el desvencijado bus, a Vapi, salió inmediatamente. La carretera interestatal es la peor, que hemos recorrido, en India, durante mucho tiempo: baches eternos, muchos tramos sin asfaltar, curvas inverosímiles y cientos y cientos de camiones. A ratos insoportable, a ratos, cruel, a ratos, letal. Hay cinco situaciones, que se repiten, absolutamente, en todos los autobuses, de India. Pueden ser provocados por una sola o por varias personas, pero nunca fallan: el niño llorón, quien se pasa todo el viaje hablando por teléfono, el/la que abre y cierra la ventanilla, quien te castiga -constantemente- con la ramplona música de voces agudas, gritonas y femeninas y el que pone sus vídeos para todo el autobús, sin usar cascos.
Vapi es una ciudad absolutamente lamentable, cacharrosa, maloliente, llena de basura, caótica...y eso, solo viéndola desde el autobús, aunque a 35 grados.
Llegamos a una estación desastrosa y nadie nos entendió, para decirnos, si había desde allí o desde otra parte, un autobús, a Daman
Negociamos con los del tuck tuck. Con la mayoría de los escasos conductores -de cierta edad-, era imposible comunicarse ni para el destino, ni para el precio. Los más avispados, nos pedían 500rupias, que es el triple, de lo que estábamos dispuestos a pagar y no se bajaban del burro. Creemos -no es seguro -, por lo que hemos visto, que no todos los autoricksaw están autorizados para entrar, en Daman. Paseo arriba, paseo abajo, entre el insoportable calor y el peligroso tránsito. A cada rato, íbamos asumiendo, que nuestro margen negociador era escaso.
Y un tucktuckero, entonces, que nos había ofrecido sus servicios y viendo que no los íbamos a coger, nos explicó en un casi perfecto inglés, que desde aquí, no hay buses a nuestro destino, pero que desde la estación vieja -esta es la nueva, aunque lo parece la otra-, circulan cada diez minutos y a continuación, nos ofreció los servicios de un veterano compañero, que nos llevaría hasta allí, por solo 80 rupias.
Estamos acostumbrados a esto y a más, pero el trayecto fue absolutamente delirante, con un atasco tremendo y el cacharro, buscando los recovecos, casi inexistentes, para evitarlos. Estuvimos a punto de darnos contra un árbol y atropellar a una ronda señora de vestido verde. Fue tan honrado nuestro driver, que no se excusó de no tener cambio, para devolvernos las 20 rupias.