lunes, 10 de junio de 2024
domingo, 9 de junio de 2024
sábado, 8 de junio de 2024
El sol de medianoche nos llenó de felicidad
Aterrizamos en Tronso el día 4 de junio a las 22:50. Desde el aeropuerto y hasta el centro son cinco kilómetros, que pretendemos cubrir andando. El camino es seguro - por carriles peatonales y calles-, aunque a la ida Google Maps se vuelve loco y nos lleva por un sendero altamente rural e inverosímil, aunque bueno.
Lo primero que nos topamos, al salir de la terminal es el mar azul y al fondo espectaculares montañas llenas de nieve.
El horario del sol de medianoche, en Tronso es, aproximadamente, entre las diez de la noche y las dos de la madrugada. El astro rey permanece anclado en la línea del horizonte -como si le hubieran puesto una chincheta-, aunque se mueve hacia los lados. Su tonalidad es anaranjada y su circunferencia es pequeña y nítida.
Hay un periodo -entre 23:45 y 0:30-, en el que se genera cierto crepúsculo y se encienden las luces de las calles, pero la luminosidad diurna es perfecta, aunque suave.
En esos momentos se genera magia, con muchas personas haciendo fotos con una lumínica incomparable y un ambiente en los numerosos bares y pubs, que nos dice, que no estamos en Noruega . Mientras, las gaviotas -animal non grato-, aprovechan para desmenuzar con el pico y las patas las bolsas de basura en busca de alimento y lo dejan todo hecho un asco.
Hay, que decir, que desde el puerto de Tromso y en el periodo crucial, no se ve el sol de medianoche, porque está en un valle rodeado de montañas nevadas
A partir de las dos de la madrugada todo termina y parecen las doce del mediodía, con un sol grande y difuso. Solo pasamos algo de frío en las manos y durante poco tiempo. Después de siete horas, regresamos al aeropuerto a las cinco de la mañana, media hora después, de que hubiera abierto. Nos tumbamos en unos sofás y nadie nos molestó, hasta que nos despertamos al mediodía.
Tromso está en obras en su aeropuerto, en el entorno del Rema 1000 y en la propia ciudad.
Sus principales atractivos son las dos catedrales -una de ellas, llamada ártica -, Polaria, el barco MS Polstjerna ,el Museo Polar, su calle principal y el maravilloso entorno del puerto.
Después de levantarnos volvimos a la ciudad, pero ya nada era igual, ni siquiera parecido. Regresamos a Gdanks con retraso, por culpa de una huelga de los controladores polacos y nos percatamos, de que el sol de medianoche lo iba a tener hoy mucho más difícil, por culpa de las nubes.
Sol de medianoche: un plan de alto riesgo
El plan estrella de este tercer "interair" era, acudir al espectáculo del sol de medianoche, en Tromso, donde no anochece desde el 20 de mayo de cada año, hasta el 22 de julio (paralelo 70). Pero este ansiado empeño, paso a ser, a la vez, el de mayor riesgo del viaje y con muy altas posibilidades de fracaso. Os vamos a explicar, por qué:
-Vuelos difíciles de cuadrar. Queríamos pasar dos o tres noches, en el círculo polar ártico -la primera vez-, pero resultó imposible cuadrarlo, por la frecuencia de vuelos y por el distinto precio, segun el día, Wizzair vuela a Tromso, desde Gdanks, martes, miércoles y sábados. Finalmente, solo pudimos encajar un plan de 23 horas en el destino, yendo el cuatro de junio y volviendo, el 5.
Horario diabólico : el vuelo de ida, salía de Polonia a las 19 horas y llegaba a Noruega a las 21:50. Dado que volveríamos la jornada siguiente, a las 21, cualquier retraso nos impediría contemplar el sol de medianoche y regresar a Gdanks, hechos polvo.
-Meteorologia: cagados íbamos, porque las previsiones eran muy malas, tan solo una semana antes de partir. Lluvia, viento y temperaturas bajas. Y nosotros, con solo una bala en la recámara.
-Ropa: lo más de abrigo, que hemos traído es un jersey, porque para el resto de destinos se preveía tiempo primaveral.
Para que generar suspense, innecesariamente. Todo ha salido de puta madre: el avión llegó puntual, con 15 grados de temperatura -al día siguiente, llegaron a 22-, ni una sola nube en el cielo y viento cero.
Deciros, que nuestras expectativas se han visto altamente superadas y que hemos disfrutado de uno de los espectáculos más maravillosos de nuestras vidas.