Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 16 de enero de 2024

Alrededores de Sapa

           Vamos a tratar de explicar de una forma somera, lo que son los alrededores de Sapa. En general, no hay una infraestructura logística de agencias, que ofrezcan tours diversos y masivos, aunque sí hemos visto un par de operadores, que tampoco publicitan mucho, lo que ofrecen.

          A los sitios más cercanos se puede ir andando y a las de distancia media, conduciendo una moto o requiriendo  este mismo servicio con conductor. Lo más próximo es Hang Romong, una colina a menos de un kilómetro de la plaza. Se accede subiendo unas cuantas escaleras y tiene un parque y un mirador. Cuesta setenta mil dongs, que no quisimos pagar.

          A un par de kilómetros, se encuentra la aldea Cat Cat. En la actualidad, el acceso está lleno de obras, así que mucho cuidado y paciencia. Al principio, hay algunos negocios dedicados a los turistas, mientras contemplamos unas no muy espectaculares terrazas de arroz. Luego y recorriendo un camino casi sin asfaltar y siempre lleno de agua, se llega a una reconstrucción del poblado que cuesta 150 mil dongs, que tampoco pagamos (se ve parcialmente desde arriba).De fondo, en todo momento, un bonito paisaje de montañas. Si sigues caminando y ya casi sin gente ni tráfico, te encuentras la aldea de verdad, con sus casas tradicionales rurales, sus habitantes, sus animales (muchas gallinas).

          A una distancia superior a 8 kilómetros e inferior a 25, se hallan otras aldeas. A 14, los campos de arroz y terrazas más espectaculares. A una distancia parecida, una cascada.

          El monte Fasipan es el más alto de Vietnam, mide 3.200 metros de altitud o lo que es lo mismo,1.600 de altura más que Sapa. Se puede acceder a él en un treking -organizado o no, porque sí hay guías -de varios días o en un funicular o teleférico -muy caro-, tardando una media hora.

          Arriba del todo, se ha construido un parque temático religioso budista, con estupas, templos, pagodas y demás. En otra dirección, existe un puente de cristal.

          Vamos,que para quien tenga ganas y un alto presupuesto Sapa y sus alrededores pueden dar casi, para una semana entera 

3, 2, 1..., ¡Cuenta atrás ⏮️ para el inicio del décimo viaje 🤣🛩️ largo!

           Ayer y después de 24 horas de haberlo solicitado, nos ha sido otorgada nuestra quinta visa de India, en ésta ocasión, pagando 40 dólares, por un periodo de un año y múltiples entradas. Laa anteriores fueron, en 2.011, 2.014, 2.017 y 2.022, en Colombo, Madrid y dos e-Visa

          Nuestro objetivo es, pasar dos meses, transitando por Sikkim y los siete estados del noreste. Al margen de para el primero, parece ser, que ya solo se necesita permiso 🪪 especial, para Arunachal Pradesh (informaciones confusas, sobre si es gratis 🈚 o no)

          Volveríamos al país, el otoño, qué viene, para recorrer Gujarat y otras zonas colindantes pendientes.

          Antes de recalar en India, a primeros de febrero, pasaremos cuatro 🍀 días entre Esaaouira y Agadir, en Marruecos; tres 🕒, en Emiratos y entre cinco 🕔 y siete 🕖, en Omán.

          Si no hay catástrofe, partimos el 19 de enero -dentro de unas 80 horas-, con Ryanair, rumbo al país alauita, en lo que tiene intención de ser, nuestro décimo viaje ✈️ largo.

          En un principio, volveríamos después de Semana santa.

          Mezclaremos en este blog, los nuevos videos, con las entradas 🎟️ correspondientes al noveno viaje largo, no publicadas, que aún son más de la mitad 

          Esperamos tener suerte, en esta inminente aventura.

          ¡A la vuelta, nos vemos!

lunes, 15 de enero de 2024

Espectacular Sapa

           Y llegamos a Sapa -1600 metros de altitud, con 7 grados de temperatura, cuando hacía apenas cuatro días estábamos a 35-, a las 3:51 de la madrugada. Nos tumbamos en unos desvencijados sillones de la estación y pasamos algo de frío, aunque nos dormimos. Nadie nos molestó.

          A las 8:30 en marcha y al primer intento conseguimos un barato, céntrico y magnífico hotel. Perdimos el aire acondicionado, que hemos tenido en los anteriores, pero en realidad lo que nos hubiera gustado es ganar una buena estufa.

          Sapa es un lugar magnífico y eso, que todavía no hemos visitado sus prometedores alrededores. En materia gastronómica, no tiene mucho, que ver, con las penurias alimenticias, que hemos pasado en este país - en el sur se come mucho mejor-, incluyendo Hanoi. Aquí, son típicos los cerditos asados - por todas partes -, las castañas y unos dulces rellenos muy ricos. Pero también hay más de diez clases de Pho, salchichas, pinchos, pescados...

          Está localidad se parece más a Tailandia, que a Vietnam del Norte. La incesante actividad diaria de Sapa está salpicada por las vendedoras de las aldeas cercanas, que dan cabida a tribus minoritarias, que venden aqui sus productos de artesanía,con niñas de corta edad que a su vez comercializan llaveros y que cargan a sus espaldas con sus hermanos bebé.Las consideraciones éticas y humanas  sobre esto las haremos en otra entrada.

          Sapa tiene dos estupendas plazas peatonales -una de ellas, con una iglesia, a la que llaman la "Notre Dame" de Sapa, lo que es mucho decir-, un lago con puente incluido y tres mercados. El diurno, junto a la estación de autobuses y en el centro; otro de artesanía étnica y el nocturno, que combina alimentos con ropajes. Y todo eso, en un pueblo, que tan solo tiene 9000 habitantes, plagado de hoteles. Y es, que si Tailandia es el país con más puestos de comida callejeros del mundo, Vietnam y por lo que hemos visto, debe ser el de más número de camas por turista.

          La historia del centro comercial, que se encuentra cerrado, aunque nuevo, en el edificio del funicular, ya os la contaremos más adelante, porque la desconocemos, aunque algo raro hay.

          Terminamos el día con mal cuerpo, cuando vimos a un lugareño, sacando enormes peces vivos de una pecera, que colocaba en el suelo y les daba con un objeto contundente para partirles la cabeza. Dos más de estas y me hago vegetariano.

          Tras muchos sufrimientos, hoy ha sido el mejor día del viaje. Porque además, hemos encontrado el supermercado más barato del viaje, desde que salimos de casa.

Frustrado tour de la bahía de Halong. Rumbo a Sapa

           Nunca debí decir el día antes, que el de hoy iba a ser el primero sin demasiados problemas, en Vietnam, dado que los únicos objetivos eran llevar a cabo el tour de cuatro horas, por la bahía de Halong, que ya habíamos contratado y pagado y tomar el autobús nocturno a Sapa.

          De madrugada cayó el diluvio universal y nuestro abrupto despertar fue sorprendido por rachas de viento, casi huracanadas, como nos temíamos, al llegar al puerto, nuestra excursión marítima se había suspendido. Nos emplazaron para mañana pero nosotros ya teníamos los billetes, a Sapa, para esta noche.

          Al menos, nos devolvieron el dinero, sin problemas. La putada, realmente, no era haber perdido el circuito, porque desde la magnífica playa de Bay Chai, se ven las formaciones rocosas de la bahía, sino tener que llenar doce horas hasta la salida del bus, sin plan alguno. Cervezas y paseos sin rumbo por esta ciudad fantasmal, aliviaron el paso lento de las horas, en una urbe, donde si quitas los cuatro puestos de calduverios, apenas hay nada de comer. Lo más accesible -y sorprende -, medianas latas de bonito a 60 céntimos. El problema era el pan y finalmente, como ayer, conseguimos obtenerlo negociando con unas vendedoras de bocadillos de la estación de autobuses. 

          Como anochece antes de las cinco y media, las últimas horas en esta ciudad las pasamos en la terminal, escuchando y celebrando en la SER la gloriosa investidura de Pedro Sánchez.

          El bus llegó algo tarde y para nuestra sorpresa era con literas ( no nos gustan nada). Venía de otra parte y nos tocaron los camastros de arriba, que nos adjudicó impositivamente el alborotado y maleducado ayudante del conductor, que no paró de dar voces durante más de una hora, mientras organizaba las subidas y las bajadas del pasaje. Todo muy colorido, aunque ya lo habíamos visto mil veces antes, Buen wifi, aunque  vehículo sin baño, por lo que las paradas eran un caos al obligarte a viajar sin el calzado puesto. Hasta, que nos dormimos contemplamos toda esa habitual hilera de municipios asentados junto a la carretera, que parecen  muertos de día y que explotan al anochecer. Otros siete guiris nos acompañaron en esta aventura.

En Vietnam, es muy difícil ser pitoniso

           Nunca fuimos buenos pitonisos o certeros quinielistas en nuestras vidas, pero desde luego, en Vietnam, menos.

          De cinco predicciones, cuatro fallos.

          1. CAMBIAR DINERO EN BAY CHAI.

Previsión: difícil, dado que ayer, no habíamos visto ninguna casa de cambio y no son muchos los bancos, que canjean moneda. Resultado: muy fácil. En la primera entidad, que entramos, nos ofrecen la mejor tasa del viaje (26.000, por cada euro).

          2. COMPRA DE LA EXCURSIÓN DE MAÑANA A LA BAHÍA DE HALONG. 

Previsión: muy fácil. Existe una única ventanilla en el puerto, donde todo se gestiona con facilidad. Hay dos tipos de excursiones, que se diferencian en su duración y por los lugares a visitar. El precio del tour es moderado pero se ve incrementado por la entrada a una bahía, que ellos han decidido llamar parque nacional. Resultado: muy fácil. ¡Bien!

          3. COMPRA DE BILLETES DE AUTOBÚS NOCTURNO PARA SAPA.

Previsión: fácil. Resultado: dificultad moderada. No hubo nervios, pero estuvimos más de quince minutos para que nos entregaran los boletos.

          4. COMIDA. 

Previsión: muy difícil. Sin supermercados -solo tiendas pequeñas - y con unos pocos incomestibles calduverios callejeros, el mundo nos encaminaba a la jornada de ayer, donde nos conformamos con ricos helados y galletas. Resultado: fácil. En la terminal  de autobuses nos encontramos a una vendedora de bocadillos de dudoso relleno, que accedió a vendernos solo los bollos de pan, que rellenamos de baratas y grandes latas de bonito.

          5. HOTEL.

El fallo y problema más clamoroso del día. Predicción: fácil. Al fin y al cabo, nos quedariamos en el mismo sitio, que ayer. Resultado: muy desagradable, como suelen ser las sorpresas aquí. El día anterior habíamos rentado una buena habitación muy barata. Nos sorprendió, que sobre la mesa, hubiera un compendio de artículos adicionales, como cuatro botellas de agua, un tubo grande de pasta de dientes, cepillos nuevos .. Solo bebimos un par de botellas, pero el resto de las cosas, las guardamos en la mochila. Cuando volvimos de comprar la excursión e íbamos a pagar la noche siguiente, el agresivo recepcionista nos reclamó 20.000 dongs por el uso de estos productos. ¿Y, como sabía él que los habíamos utilizado? ¿Habría allanado nuestra habitación? Hubo una discusión muy desagradable -como todas aquí -, le devolvimos los productos, pero no le pagamos ni un dong más. Puso cara de gilipollas, como ocurre siempre aquí, cuando algo no les cuadra o cuando van en la moto.

          Bueno. Mañana debería ser uno de los días más fáciles del viaje, con el crucero de la bahía y el viaje nocturno a Sapa,  ya contratados y pagados, pero seguro que algo nos sorprenderá.

          La tarde la entretuvimos escuchando el gran discurso de investidura de Pedro Sánchez.



Al fin, en Halong Bay, pero no encontramos nada de lo esperado

           Cada día en Vietnam vives dos perfiles opuestos. Con la luz del sol, a partimos el cobre con los planes de la jornada -nunca sabes o puedes prever, los problemas, que te acontecerán-, mientras que con la llegada de la noche en los hoteles, pasas a disfrutar de tu momento casi balneario. Si todo en Vietnam fuera como sus alojamientos económicos, serían sin duda primera potencia mundial. Por entre 10 y 15 euros, habitaciones recién reformadas y pintadas, todas con baño privado, televisión, wifi con repetidor propio, aire acondicionado y nevera.

          El día de la partida de Haiphong comenzó como el rosario de la aurora. Dos motos estuvieron a punto de atropellarnos y en el banco, donde ayer nos aseguraban cambio, hoy nos dijeron,que no, sin mas explicaciones . ¡Vietnam en estado puro!. Así, que comenzamos una larga peregrinación por varias entidades hasta conseguir canjear nuestro dinero.

          Los problemas siguieron, con un par de microbuses, en la parada, hacia Bay Chai, que nos querían cobrar más de la cuenta. El pan nuestro de cada día. A la tercera llegó la vencida y con dos días de retraso llegamos a Bay Chai, punto de entrada a la bahía de Halong, no teniendo si más remedio, que pagar el importe del vehículo entero, aunque regateado. A todo esto, nos hemos gastado algo más de dinero, por enredar tanto, que si nos hubiéramos sometido a las exigencias de los estafadores y hubiéramos tomado el transporte directo.

          Nada de lo que hemos visto se corresponde con lo esperado. Imaginábamos un lugar lleno de guiris, de terrazas, de puestos callejeros, de agencias con comisionistas dando la brasa, de oficinas de cambio... Pues, no. Nada de eso hay, al menos en esta época del año.

          Desde la estación de buses y en una hora, llegamos caminando al centro de la ciudad, que no es demasiado caótica. Arribando a una rotonda, comienza una auténtica ciudad fantasma. A la derecha, hoteles de lujo, que culminan en una cuidada plaza, donde se ubica un centro comercial con todos sus negocios cerrados y abandonados desde hace tiempo.Hay un cartel, que anuncia un mercado nocturno. Alguien se olvidó de quitarlo, cuando desapareció no se sabe cuando.

          De frente y tras una hora de camino, se encuentra la oficina internacional de cruceros donde se pueden comprar a dos precios distintos y en su unico mostrador las excursiones por la bahía. Son baratas, pero el sablazo te lo pega el gobierno, que lo ha catalogado como parque nacional y te cobra 11 euros de entrada. A esta zona se llega a través de un cuidado paseo marítimo, que deja a la derecha al mar y una larga playa plagada de palmeras. Ni en uno ni en la otra hay nunca nadie.

          Cabe destacar, que viajar por libre a la bahía de Halong resulta infinitamente más barato, que hacerlo de forma organizada, desde Hanoi.

          Las posibilidades de alimentarse en Bay Chai son escasas y estamos pasando más hambre, que los pavos de Manolo.

          Desde aquí, hay bus directo a Sapa,por lo que no tendremos, de momento, que volver a Hanoi 

domingo, 14 de enero de 2024

Como preveíamos, una jornada movidita (por ser tan testarudos) . Parte II

          Pero la jornada movidita,aún tenía carrete para rato 

          9. EL CENTRO COMERCIAL. Con el hallazgo casual de este extenso complejo, en tan solo un par de minutos, la probable tragedia se convirtió en un resurgimiento meteórico. El wifi funciona a medias, pero nos da para localizar un no muy lejano hotel de tipo económico (en Vietnam son muy buenos)

          10. EL HOTEL. Se nos apareció Dios, porque no logramos encontrar otro de características similares, a lo largo de todo el día. De nuevo, habitación nueva, muy confortable con buen baño, televisión y aire acondicionado (aunque hoy es poco necesario).

          11. EL BANCO. A la vuelta al centro comercial, encontramos una entidad, que cambia dinero (la única). Es peor, incluso que el del aeropuerto, pero no es muy lesivo.

          12. COMER Y BEBER. Al volver al centro comercial y visitar su supermercado, encontramos un montón de especialidades recién preparadas. Por poco más de un euro cada uno, nos llevamos un pesado bandejón con espaguetis a la boloñesa, cordero, muslo de pollo y patatas fritas. El plato más suculento y barato, que hayamos comido en este viaje hasta la fecha. Además, compramos un vodka local, que dejó por los suelos, a todas las guarrerías alcohólicas de Tailandia. Nos zampamos la comida en un parque, mientras varios  torpes operarios montan un árbol de Navidad.

          13. LA SIESTA. Con la barriga llena, los pocos atractivos de esta ciudad - no es muy caótica, como Hanoi-, y el desagradable tiempo, nos llevaron a la habitación donde la siesta fue bastante larga.

          14. LA ESPERANZA. No tenemos sobrados motivos, pero si esperamos, mañana llegar de una forma razonable a la bahía de Halong, a que nos desplumen como Dios manda.

          15. LA INCOMUNICACIÓN. Y es, que intentamos de diversas formas, comunicarnos en la parada con los pocos miembros del gremio del transporte. Para facilitar las cosas, habíamos escrito en el Sayhai y con el wifi las preguntas en vietnamita. Ni siquiera así, nos entendieron, sospechamos que ni siquiera sabían ni leer, ni escribir. 

Como preveíamos, una jornada movidita ( por ser tan testarudos). Parte I

           Y llegó el día. Cronológicamente, así se desarrollaron los acontecimientos. Cuando salimos a la calle, sobre las 7:30 de la mañana, llovía a cántaros. Menos mal, que habíamos pernoctado al lado de la estación.

          1. EL PRIMER AUTOBÚS. Lo tomamos con normalidad. Buen precio, pocos viajeros y excelente carretera.

          2. EN EL MEDIO DE LA NADA. Se cumplieron nuestros pronósticos. Nos dejaron en una calle bulliciosa de Van Thean, lejos de cualquier estación. Nervios y desconcierto.

          3. EL MINIBUS COMPLEMENTARIO. Tras unos minutos -algo nos había dicho el cobrador, en vietnamita -, caímos en la cuenta de que había un minibus gratuito que nos llevaría hasta la estación de Haiphong, un edificio muy nuevo.

          4. CAMBIO DE ESTACIÓN Y LOS TAXISTAS MALOS. Un empleado nos informa que debemos cambiar de estación. No existe  transporte público para tal fin. Entonces empieza el acoso de un par de taxistas sinvergüenzas, que utilizan sus tretas -sobre todo, los numerosos ceros de la moneda vietnamita-, para tratar de estafarnos. Como no lo consiguen, se rien de nosotros, que mostramos indiferencia. En Vietnam es muy común, que cuando se enfadan, en vez de gritar, les entra la risa floja

          5. EL TAXISTA BUENO. Como los anteriores no acceden a negociar, usamos el plan B de siempre: salir de la terminal y buscar en los alrededores. Cuesta un poco, pero al final, nos aborda un hombre amable. Tardamos más de diez minutos, con traductor incluido, en que entienda, donde queremos ir. A la estación de donde salen los buses a Bay Chai.

          6. EL DESCONCIERTO Y EL HORROR. La otra estación no es tal, sino un cruce, donde hay tres microbuses de 16 plazas. Como es media mañana, no existe demanda, por lo que pretenden alquilarnos el vehículo entero a un precio astronómico, ligeramente negociable.

          7. EL PÁNICO. No sabemos dónde estamos, no tenemos wifi -no solemos comprar tarjetas locales -, no encontramos hoteles más allá del Meliá o el Sheraton y contamos con escasa liquidez en moneda local, no encontrando ningún banco, donde cambiar moneda.

          8. EL FRIO Y LA LLUVIA. Ayer nos abrasaba el sol y nos moríamos de calor a 32 grados. Hoy apenas hace 17 y cae agua. Hemos pasado del más radical aire acondicionado de la habitación al calor del interior del primer centro comercial no de lujo, que hemos visto en este país.

sábado, 13 de enero de 2024

Retando a los estafadores

           Con el fin de evitar la estafa, que han montado para los autobuses entre Hanoi y la Bahía de Halong decidimos buscar una alternativa, que era partir el camino en dos, sumando casi los mismos kilómetros, en transportes más baratos. La escala sería en Haiphong, una ciudad a unos 120 kilómetros de Hanoi con más de un millón de habitantes.

          Éramos conscientes de que se trataba de un plan de riesgo, porque existe muy poca información al respecto, tanto en internet, como en la Lonely Planet y es muy confuso. Barajamos varios escenarios: 

          1- Que en el cambio de transporte nos dejarán en mitad de la nada, de un país, donde resulta imposible entenderse con la gente, ni siquiera con los traductores.

          2- Que tuviéramos, que cambiar de estación, cosa muy habitual en el sudeste asiático, por lo que el taxi nos absorbería la ganancia.

          3- Y muy improbable, cambio de transporte sin Transfer de terminal.

          Otra opción habría sido irse a Sapa, proyecto más sencillo, pero hubiéramos perdido el día hasta el único bus de las ocho de la tarde. Hacia tiempo, que no estábamos tan preocupados. Y todo, por no querernos someter a los mecanismos de desplume que cada vez imponen más países 

          En la próxima entrada, comprobaréis que nuestras pesquisas no iban muy desencaminadas.

Entre el caos y las sorpresas

           En Vietnam, no hace falta, que busques aventuras . Las encuentras seguro, con solo salir a la calle. En este país, no existen los días de trámite o de transición.

           Hoy domingo, queríamos ir a la Bahía de Halong. Vimos en Google Maps, que la estación del norte estaba a unos 4 kilómetros y estudiamos como llegar andando. Moverse por el interior de las ciudades en transporte público es complicado, porque no hay oficina de turismo donde preguntar y entenderse con la gente es difícil por los problemas con el idioma y porque la mayoría de los vietnamitas tiran a bordes. 

          El camino resultó ser una pesadilla y al menos, la distancia es el doble. Tras dejar la zona del lago, nos metimos por calles con las aceras llenas de todo tipo de cosas, obligándote a ir zigzagueando por la carretera, esquivando los cacharros o puestos aparcados y los frenéticos y peligrosos cruces. Pinteaba y patinábamos por buena parte del firme. Debimos acometer más de dos kilómetros por un viejo puente lleno de obstáculos. Nos equivocamos varias veces, pero al final y después de casi tres horas, llegamos.

          Y para seguir en la línea de siempre nos llevamos una sorpresa. El bus, a Halong, ha multiplicado por más de tres el precio que pone en la guía Lonely Planet. Como son tan listos, lo han convertido en un servicio turístico, de tal forma que cuesta lo mismo -300.000 dongs- que el viaje a Sapa, cuando a este destino hay el doble de kilómetros y el triple de horas. Nos negamos a participar en dicha estafa. Así, que decidimos perder el día para poder pensar. Cuando íbamos a volver al centro, encontramos un fantástico, barato y nuevo hotel.

          Las emociones opuestas se suceden en Vietnam, sin lapso de tiempo. Nos pasó lo mismo con la comida: estábamos desesperados por no encontrar nada, cuando aparecieron los helados más grandes, ricos y económicos del viaje. 

          La jornada no podría finalizar sin un nuevo incidente. Al comprar cerveza nos cobraron por cada una, 800 dongs más del precio que ponía en la etiqueta. La cajera alegó, que era por enfriarlas, pero es que nosotros no las habíamos cogido de la cámara, porque nos la había de esa marca en concreto. Después de discutir, nos tuvimos, que tragar el sapo. Ellos ni se inmutan. 

         Durante la mañana y en un restaurante callejero, vimos un perro recién asado y a punto de ser troceado. Eso sí: ni lo habíamos visto en 2008, ni lo volvimos a contemplar a lo largo de este viaje. Pero parece, que este tema, no es solamente una leyenda urbana.