Para llegar desde el aeropuerto al centro de Hanoi, tardamos más de una hora. Eran las 6:30 de la mañana -en una carretera de varios carriles y el atasco resultaba tremendo. Y eso, que la mayoría de vehículos, eran motos. ¿ A dónde va toda esta gente a estas horas, sino tienen vida? Era un interrogante retórico, porque no tenemos respuesta ni la vamos a encontrar. Ya habíamos visto muchas veces esto, en nuestro primer viaje al país en 2008.
A la mañana siguiente y por una casualidad, rara en Vietnam, vivimos una experiencia inédita. En la zona del lago central, -hay unos cuantos más en la ciudad -habían cortado el tráfico, para desarrollar diversas actividades y los lugareños parecían hasta normales: padres con cochecitos, jóvenes con balones, runners, gente tranquila -comprando en los puestos -, parejas paseando... Eso sí, sin ninguna mascota. Y vas y piensas: ¿si son capaces de ser bestias y personas civilizadas a la vez, porque no optan por lo mejor? Pues, sencillamente porque resulta imposible.
En la vida cotidiana vietnamita, las personas son bastante salvajes. Si algo iguala a las mujeres y a los hombres de este país son las barbaridades que cometen con las motos, poniendo en riesgo su propia vida y la de los demás, sin importarles ni lo uno ni lo otro. La última anécdota fue esta mañana: entre las decenas que nos ocurren cada día. Estamos en una acera esperando,a que cambie el semáforo para poder cruzar y un motorista se enfada y se enfrenta, porque nos nos quitamos, para que él pueda aparcar su moto. Como no nos callamos y le llamamos gilipollas, muestra extrañeza y se limita a repetir la palabra una y otra vez.
Casi nada ha cambiado en Vietnam en quince años y nada se transformará en los próximos cien, para suerte o desgracia de los futuros visitantes al país, que hoy en día ni siquiera han nacido. Los vietnamitas -en general - y al volante, manillar o en la vía pública, son la gente más desagradable, que hemos conocido en los casi 150 países visitados a lo largo de nuestras vidas. A parte de las atrocidades cometidas en la conducción, te molestan solo por fastidiar o por reirse de ti y te tratan de engañar, siempre que pueden, aunque sea por míseras cantidades.
De lo poco que ha cambiado es, que hay menos mujeres con pijamas y sombrero cónico por las calles y tampoco llevan balanzas con frutas, aunque no se si es para bien o para mal. Al menos y en un mercadillo junto al lago, disfrutamos de diversas degustaciones gratuitas, incluidos varios licores de muchos sabores y de gran calidad.
Seguimos preparando próximos países. Descartados India y Myanmar, Japón, Indonesia y Maldivas ganan pujanza.