Después, de haber vuelto de Marruecos amistad de semana, decidimos no descansar el finde siguiente, último de mayo y retornamos, a Madrid, con un viaje previsto de un perfil muy bajo, que acabó, sin embargo, convirtiéndose, física y psicológicamente, en un auténtico dolor de muelas. Sobre todo, el domingo.
El sábado no estuvo nada mal. Como actividad principal, visitamos, pormenorizadamente y con mucha felicidad, la abarrotada feria del libro, en el descuidado Retiro. Da gusto ver tanta gente en lugares, como estos, a pesar de los inciertos y desagradables tiempos polarizados, que nos está tocando vivir.
No me extraña, que a muchos de los autores literarios y como unos cuantos han reconocido en público en los medios de comunicación, no les guste firmar, porque las desigualdades son tremendas y palpables, a la hora de gastar bolígrafo y estampar rúbrica y dedicatoria.
Un día antes de la muerte de Antonio Gala, el trio ganador de escritores era, para nosotros, sorprendente y salvo Blue Jeans, incluso desconocido. Y eso, que mi pareja lee más de 100 libros al año. Junto al lavado -cosa de jovencitas - y odiado autor juvenil, las larguísimas colas eran para María Martínez y José Ramón Rallo. Al parecer, este último y con bastante asistencia juvenil, defiende teorías económicas liberales y de la desigualdad, que tanto gustan en los barrios ricos de Madrid, en Intereconomia, en la COPE o entre los trumpistas derogadores del Sanchismo. ¡Parece y para desgracia general, que vienen buenos tiempos para ellos¡
El domingo, sencillamente, fue un día horrible, aunque es esperado en algunos aspectos. Queríamos ir, a Fuenlabrada, a una exposición de Star Wars. Pero una avería/accidente -aun, no sabemos -, en el túnel de Recoletos, colapsó gran parte de los trenes de cercanías, de Madrid y nos retrasó más de una hora. Al menos, tuvimos tiempo para ver la exposición. , en Matadero y tomarnos una sidra y un mousse de avellana, en las dependencias de Samplia.
Después, ocurrió lo previsible y lo imprevisible. Entre lo primero, la inoperancia del Valladolid, para permanecer en primera y los lamentables resultados electorales, que conducen a España, hacia el fascismo, a no tardar mucho. Lo segundo se plasmó con una terrible y devastadora tormenta capitalina y con un retraso de más de una hora en el tren de vuelta -sin interventor, como casi siempre -a nuestra ciudad.
Seguiremos con nuestros viajes recurrentes a la comunidad de Madrid, porque no nos van a parar las inconveniencias, a pesar, de que somos conscientes, de que una de cada dos personas, con las que nos cruzamos en nuestras andanzas madrileñas findesemaneras, vota a la desagradable Isabel Díaz Ayuso -que es la ultraderecha de Vox- y eso, nos da tanto asco, como terror y desánimo.
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