Hace ya mucho tiempo, que quería escribir un artículo sobre este asunto, pero por una u otra razón, siempre me terminaba dando pereza. Tal vez, la más fundamental sea, que no es lo más apetecible hablar sobre decepciones.
El título de este post es bastante descriptivo, pero no tengo ningún problema en ampliarlo. Se trata de personas -generalmente, de tu misma nacionalidad o al menos, del mismo idioma -, que conoces durante los viajes y que de repente, los llegas a considerar, como si fueran amigos íntimos de toda la vida.
La razón fundamental de esta casi inmediata sinergia es la afinidad. En nuestra rutina cotidiana, tenemos personas de confianza o compañeros de trabajo, pero es difícil llegar a sintonizar a un nivel tan alto, porque no tienen esa necesidad enfermiza por viajar, lo que si sueles encontrar, cuando te largas por ahí y te topas con estos trotamundos, con los que compartes la forma de pensar, de actuar, el estilo de vida, las aflicciones y los intereses.
Los inesperados e irrompibles lazos se pueden estrechar todavía más, si concurren otros tres factores: estar bastante lejos de tu país -generalmente, en lugares exóticos o poco turísticos -, tener un recorrido común y por encima de ellos, incluso, afrontar un problema o una necesidad común (por ejemplo y recientemente nos ocurrió, que te cancelen el mismo vuelo).
Entonces y llegado el caso, lo que suele suceder después, admite muy pocas variantes: euforia desmesurada, no parar de hablar -si la ocasión lo permite, en torno a litros y litros de cerveza -, contar hasta los más insignificantes o íntimos detalles de tu vida, hacer planes juntos para el presente -el viaje en curso- y para el futuro, fotos y más fotos, invitaciones a la vuelta al domicilio personal... Y por supuesto, intercambiar teléfonos y correos electrónicos.
Nosotros llevamos treinta y cinco años viajando, así, que podéis imaginar, la cantidad de amigos de este tipo, que hemos tenido en los cinco continentes. Aunque, durante el desarrollo de los viajes, hemos tenido alguna mala experiencia aislada, debemos decir, que la mayoría de esas relaciones han funcionado a la perfección y hemos desarrollado experiencias humanas intensas e increíbles, como nunca hemos tenido con la gente de nuestro entorno habitual.
Otra cosa muy diferente es, a la vuelta. Normalmente, esa amistad inquebrantable, se va esfumando en diferentes grados. Solamente con un par de personas, volvimos a compartir otro viaje y nos visitamos en nuestras respectivas ciudades. La mayoría de las relaciones quedaron en un par de correos o WhatsApps posteriores o sencillamente, en si te he visto, ni me acuerdo.
Es una pena, pero a pesar de las repetidas y esperadas decepciones, no rehuiremos en nuestros viajes futuros a amigos de este tipo, porque el momento vale mucho la pena.
La última experiencia de este calado sucedió el pasado noviembre, en Abu Dhabi, con un donostiarra, que viajaban solo. El día de Nochevieja -creo yo, que algo subido de alcohol-, esta persona nos felicitó el año y nos ofreció su casa para cualquier fin de semana, que quisiéramos. Tratamos de arreglar los flecos a lo largo de enero y las primeras semanas de febrero. Su último mensaje es del 20 de ese mes -lo tengo guardado- y en él, nos decía: "no os preocupéis, mañana sin falta os doy una respuesta". Cuando esto escribo y siendo cinco de mayo, aún estamos esperando, que conteste.
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