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domingo, 7 de mayo de 2023

Del museo de motores, al cementerio de la Florida

           La intensidad del primer día del puente de mayo había sido tal, que debimos bajar el ritmo las dos jornadas siguientes, porque además, la noche del sábado no dormimos nada bien.

          Habíamos reservado para el domingo a media mañana, entradas para el Museo de Motores, situado en el barrio de Pacífico. De camino y sin haberlo planificado, nos encontramos con el Panteón de España y con la Real Fabrica de Tapices. Quisimos visitarla, pero no ábrelos fines de semana. Solo de lunes a viernes por la mañana y cuesta seis euros en visita guiada obligatoria

          El Museo de Motores supuso nuestra cuarta visita a las exposiciones permanentes del Metro de Madrid. Ya solo nos quedará para otro finde, el vestíbulo de la estación de Pacífico, donde cuesta encontrar plazas libres. Elegimos el recorrido no guiado, porque hay muchos paneles informativos. Es el recinto, que menos nos ha gustado de todos, pero está bien. La extensa sala contiene los tres impresionantes motores, que generaban la electricidad del suburbano en los primeros tiempos de vida y otros más pequeños, además de accesorios diversos.

          La tarde nos la tomamos con más calma y nos fuimos a Guadalajara, sobre la una y media, donde cambiamos el hotel de otras veces, por otro más barato, aunque de características similares. Más o menos, utilizamos el mismo tiempo en descansar y sestear, que en dar paseos por la ciudad manchega, entre un calor axfisiante.

          El lunes, 1 de mayo y de regreso, a Madrid, tuvimos inesperados problemas logísticos. En la capital, casi todo abre los domingos y festivos, pero casi nada, el día del Trabajo, Navidad, Año Nuevo y Reyes. Finalmente, el único de los grandes abierto, el Lidl, nos sirvió para avituallarnos de comida y bebida.

          Previamente, habíamos parado a dar un paseo, en San Fernando de Henares -de camino, volviendo desde Guadalajara-, localidad de vestigios reales, aunque no quedan más, que una plaza principal y la mayoría de los edificios de esta tienen las puertas tapiadas. Buen ambiente festivo, aunque sin demasiados atractivos.

          Para regresar a casa, tomamos el último tren del día, por lo que tuvimos tiempo para disfrutar del cementerio de la Florida, situado cerca de la iglesia del mismo nombre -donde están los frescos de Goya, que ya vimos en otra ocasión - y dela estación de Príncipe Pío.

          Vimos la parte de fuera y alrededores y nos sorprendimos, porque había muchos extranjeros pululando por allí. Estaba cerrado, porque solo abre de once a dos, determinados días, por lo que habrá que volver otra vez. En él están enterradas las víctimas mostradas en el cuadro del pintor aragonés, fusiladas por los franceses el 3 de mayo, de 1808.

          ¡Tantos años viviendo y yendo, a Madrid y no teníamos ni idea de su existencia!

           Durante el puente de mayo se celebraron también las participativas fiestas de Malasaña. Lamentablemente, no lo supimos hasta el domingo, por lo que nos perdimos la actuación de los rockeros Mendoza, la jornada anterior. ¡El año, que viene, estaremos más atentos!

          Este próximo fin de semana descansaremos, para retornar con fuerza a la capital, durante las fiestas de San Isidro.


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