La última y estúpida novedad en materia de colas en los Madriles también, que nos conste, en Barcelona -, se llama Samplia. Se trata de una aplicación, que promociona diferentes productos, de forma puntual y - casi siempre - gratuita, que pueden ser conseguidos en diversas máquinas, colocadas estratégicamente en distintos puntos de la ciudad -fundamentalmente, en centros comerciales - y que comprende una oferta tan variada, como muestras de perfumes, dulces variados o comida para gatos. ¡Hasta nosotros nos hemos enganchado, a la que hay en Príncipe Pío y eso, que ni siquiera tenemos felino, a quien alimentar!
Resumiendo y yendo al grano: los Carnavales en Madrid, han sido un auténtico fiasco, al menos, el sábado ¡Qué cargue con la culpa, quién la tenga, aunque imaginamos, que bastante tendrá que ver, la incompetencia del actual y engreído ayuntamiento!
A parte de varios y poco conocidos DJ'S, tocaban Jimena Amarillo -en acústico, para más frustración - y Varry Brava. Vamos, que tampico venía Rosalía, los Rolling Stones o el Miguel Ríos de su gira de 1982. Y todo resultó un verdadero y colosal desastre, porque el 90% de los presentes que quisimos entrar al recinto, no pudimos hacerlo. La interminable cola -al menos, de un par de kilómetros -, se perdía y no avanzaba, por el parque cercano al Matadero y el Paseo de la Chopera.
No se entiende, por qué, como en los peores tiempos de la pandemia, para entrar a un reducidisimo y enrevesado espacio, habían dejado un único y estresante acceso, que ponía en tela de juicio incluso, la seguridad de este lugar. Menos mal, que el tiempo acompañó, a jóvenes, veteranos y nutridas familias,que no llegamos a perder la paciencia y que disfrutamos de los esperados acordes, en modo "solo escucha", sentados detrás de un feo muro, picando algo y llevando a cabo un activo y exitoso botellón, mayormente de cerveza, hasta desbordar las papeleras.
No se entiende tampoco, -aunque ya nos ocurrió en más celebraciones del Año Nuevo Chino, de hace un mes-, que los conciertos los pongan de cuatro a seis de la tarde, cuando, por lo menos por el momento, si Almeida y los suyos no lo impiden, para estos menesteres, siguen existiendo las noches. Aunque cierto es y por ser justos, que a esas horas, hace mejor tiempo, en febrero y se propicia el ambiente familiar y menos golfo o subidito de tono.
El domingo, con sol, diecinueve grados y llegando pronto, conseguimos remontar y entrar en el recinto carnavalero, para disfrutar del casposo y tradicional -la media de edad, rondaba los setenta años -, manteo del Pelele, a ritmo de cansinos y anticuados ritmos regionales de diferentes pueblos de . la Comunidad
Completamos la mañana, mucho más contentos, visitando el Palacio de Cristal de Arganzuela, que engloba un espléndido jardín botánico de voluptuosas plantas, repartidas en dos espacios tropicales,uno subtropical y otro del desierto.
Por la tarde y después de hacer el recorrido de degustaciones por las seis tiendas de turrones del centro, nos deleitamos con los fanáticos frescos, que Goya pintó, hace casi ya dos siglos y medio, en la ermita de San Antonio de la Florida, no muy lejos, del famoso y concurrido restaurante, Casa Mingo, donde hace casi tres décadas, nos invitó a comer, mi suegra, ya fallecida.
Cada fin de semana, Madrid nos sigue ofreciendo cosas maravillosas, aunque entre ellas, desde luego, no esté su Carnaval.
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