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domingo, 12 de diciembre de 2021

Deseada vuelta al DF y camino de la playa para matar el viaje


           Y por fin y por la noche volvimos al DF. Como era pronto nos fuimos a Xochimilco en el metro y el tren ligero, ambos muy baratos. Allí hay un ajetreado mercado y unos cuantos muelles desde los que te puedes dar un paseo por los canales y el lago aunque el precio es el de la embarcación entera, así que toca esperar a que se llene o a alquilarla tú solo. Es algo decepcionante, pues creíamos que iba haber más vistas acuáticas.

          Volvemos a Ciudad de México y paseamos hasta que se hace la hora de cheking del hotel. Es el mejor de los tres de los que hemos estado en esta ciudad y también será con el que cerremos la estancia en este país (Hotel Polly). Está ubicado detrás de la amplia avenida Reforma y se encuentra en el barrio chino -de chicas, no de chinos-. Por supuesto y como en otras tantas ocasiones la convivencia es perfecta y sin ningún tipo de conflicto, a pesar de que algunas de ellas utilizan este mismo hotel para su trabajo.

          Era una necesidad, así que paramos toda la tarde -menos para las necesidades elementales, como comida y bebida-, para regenerar nuestros castigados cuerpos. 

        El día siguiente fue algo largo pero muy entretenido ya que descubrimos nuevas calles peatonales, nuevos mercados y la plaza del Zócalo cortada por innumerables manifestaciones y por el séptimo mercado indígena donde se venden las mismas cosas que en los puestos callejeros, pero si les hace ilusión... Por fin probamos las nieves, a 10 pesos, en forma de helado de crema o de hielo, ambos con frutas.

        Nos fuimos hasta la estación sur, para coger un bus nocturno y por la mañana conquistar Acapulco. Quitando el de Guadalajara, todos los recorridos nocturnos no han sido muy largos y nos tienen agotados. Descartado Puerto Vallarta por estar muy lejos y Veracruz por malas sensaciones, el único destini de playa que nos quedaba era este. Acapulco es una ciudad decadente, cosa que ya esperábamos, aunque mantiene algunos paseos interesantes, como el de la Costera.

          Desde el Zócalo y sus aledaños y hacia la izquierda va recorriendo las playas sin lLegar a ser ninguna excepcional. Pocos bañistas a pesar de las escasas olas y d los 33 grados con su 75% de humedad. Muchos bares y restaurantes abandonados y mal mantenidos, bordillos desmoronados y en general falta de mantenimiento, pero en la playa te cobran cinco pesos por orinar y diez por ducharte. No es una ciudad incómoda para moverse y la bahía tiene su encanto.

        Los hoteles so igual de decadentes que la propia ciudad. Estamos en uno de los peores del viaje pero al menos nos han permitido cogerlo a las nueve de la mañana cuando estábamos hechos polvo.

          Dos atractivos turísticos están cerrados: el Parque Papagayo y el Fuerte de San Jorge.

          Mañana visitaremos la Quebrada y la parte derecha del litoral. Ya os contaremos.

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