-Tramo inverso: las cosas se complicaron, inesperadamente. Desde Ryanair se advirtió, que no permitiría embarcar a nadie, que no cumpliera con estos cuatro requisitos: identificación, tarjeta de embarque, certificado de vacunación y formulario QR para el acceso, a España. Al llegar a nuestro país, solo nos requirieron este último documento.
-Tramo Madrid-Ciudad de México: control de pasaporte -hoy lo haces tú mismo, a través de una maquinita, que también, te hace foto (es necesario quitarse la mascarilla). En el avión, debimos rellenar un formulario de inmigración y un cuestionario de salud pública. Pero este último, nunca nos lo pidieron. Entramos, con el primero y el pasaporte.-Tramo Ciudad de México-Madrid: para acceder al interior del avión nos solicitaron el pasaporte, la mitad de la tarjeta de inmigración -la otra media, se la habían quedado ellos a la llegada-, la tarjeta de embarque -que habíamos cumplimentado en la web de Iberia- y el certificado de vacunación. Van tan en serio, que a una chica -que encima era bastante maleducada-, le negaron el acceso a la aeronave por no estar vacunada o estar en posesión de una prueba PCR o test de antígenos reciente.
Tras nueve horas y media -una hora antes de lo previsto por llevar viento de cola-, aterrizamos en la capital de España y la entrada nos llevó una hora. Eran las cinco y media de la madrugada, pero varios vuelos de Centroamérica y Sudamérica habían llegado a la misma hora. Treinta minutos para insertar el pasaporte y sacarte la foto en la maquinita, después el código QR -se puede rellenar a mano en el propio aeropuerto, pero nosotros ya lo traiamos- y por último, a mi, me solicitaron el certificado de vacunación, otra vez. A mi pareja no y nos explicaron, que es aleatorio.
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