¿Es posible encontrar una mujer, que no tenga peso exagerado en México y de cualquier edad?. La respuesta es sí, pero cuesta y eso, que nosotros estamos todo el tiempo por la calle. Aquí en México y después de casi dos semanas hemos descubierto, que el ritmo de vacunación es lento y las colas muy largas, en la mayoría de los casos, para gente ya entrada en años y la primera dosis, (aunque aquí hay filas eternas para todo -hasta de más de 59 personas- ya sea para sacar dinero del cajero o comprar una triste hamburguesa).
Mayormente, aquí y aún sin enterarse de que el virus se trasmite, básicamente, por aerosoles, siguen basando su estrategia en el puñetero gel de manos, las alfombras para los pies y la roma de temperatura. En día semanas me he puesto ante un termómetro más que en el resto de mi vida. Y lo que más me acojona es, que a veces soy 34 y pico o 35, por lo que debería estar muerto.
Ya puestos, os quiero hablar, también de la comida y la bebida. A ver, la comida mexicana básica se suele basar en algún menú de sopa, espaguetis o arroz y un platillo de carne guisada, pero lo normal son los antojitos, a saber: quesadillas, enchiladas, tostadas, gorditas, chilaquiles, flautas, tamales, tortas ...y por supuesto el imprescindible taco. Todo se puede completar con snaks rebosantes de chile y limón o otras salsas más picantes. En la bebida me centro más en lo que nos interesa, las alcohólicas: cerveza buena y relativamente barata. Yo, Tomi Cartablanca, pero hay muchas más marcas, tanto en las omnipresentes tiendas 24 horas, como en los supermercados. Mi gran descubrimiento ha sido la Canilla, una bebida con Tequila, pepino y limón. También el Cabrito que cambia el vegetal por el ponelo. En cuanto a cosas más fuertes, nosotros nos abonamos al agave, el litro a poco más de un euro. De la misma planta salen el mezcal y el tequila. El pulque es otra cosa. De color blanquecino y pastoso, que nos negamos a probar y que me recuerda al nefasto vino de palma Senegal. De hoteles también os puedo hablar. En el entorno de los 8 y 15 euros, se pueden encontrar bastantes con facilidad aunque con suerte distinta. La mayoría son decadentes - vivieron tiempos mejores-, pero suelen tener el baño dentro, wifi -desde inviable a magnífico- y una cama bastante grande. No siempre controlan a los huéspedes mal educados (aquí la gente es amable, pero desconoce bastantes normas de comportamiento social) Todavía puedes escapar de las garras de Booking -sin ventaja alguna- y organizarte por tu cuenta
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