Todas las fotos de este postt son, de Dahab (Egipto)
A Dahab, ya le teníamos ganas, desde
el viaje a Egipto de 2006, pero en aquella ocasión, las cosas se
torcieron.
Tras arribar de madrugada, la primera
mala noticia es, que la estación de autobuses -privada- está lejos
del centro. La segunda, que hace un calor espantoso y el sol cae como
un cuchillo sobre la cabeza. La tercera, que los restaurantes son
inaccesibles -3,5€ por un caldo de pollo o 7,5€ por un shawarma,
son claros ejemplos. Y, la cuarta, que todo lo que hay que hacer aquí
-buceo, snorkel y el Monte Sinaí- se encuentran a una distancia
variable, que te supone invertir más dinero, bien por libre o a
través de las voraces agencias.
Pero, a partir de aquí, comienza lo
bueno, que no es poco. El alojamiento es barato y casi todas las
habitaciones disponen de aire acondicionado. Existe un sublime paseo
marítimo -de más de cinco kilómetros-, que da soporte a un pequeño
pueblo, tranquilo, accesible y formado de edificios -la mayoría,
hoteles y restaurantes- de estructura diversa, pero casi siempre, muy
agradable y con culto al buen gusto. Lástima, las decenas de
negocios, que están a medio hacer y nunca más se supo o los
abandonados, aunque mayormente, se encuentran en las afueras.
Y, el mar aquí tiene un color tan
bello, que pocas veces he visto, aderezado por la rosácea tonalidad
de las anárquícas, escarpadas y juguetonas montañas del desierto.
El problema de Dahab no es otro, que el de la mayoría de las playas
del tercer mundo: un sólo pollo, para varios kilos de arroz. O lo
que es lo mismo y para que se entienda mejor,: cada guiri tocamos
aquí, a dos hoteles y cuatro restaurantes por cabeza. Da pena,
contemplar toda esta infraestructura y a la gente, que ha arriesgado
su dinero, siendo los protagonistas de una ciudad fantasmal, donde
pareciera, hubieran lanzado una bomba neutrónica (sólo destruye a
las personas y no, las edificaciones).
Tras muchas vueltas y después, por
fin, de comprar los billetes de retorno a España -desde Tel Aviv-,
descartamos hacer la excursión del Sinaí y el monasterio de Santa
Catalina, por varias y poderosas razones, a saber:
1ª.- . Incomodidad de la hora de
salida y noche al raso: de 23:30 horas, a 12:00 de la mañana.
2ª.- Calzado deficiente y escasa ropa
de abrigo, para tal ascensión.
3ª.- Tener que subir, por la noche,
cosa que no nos agrada (otra cosa hubiera sido ascender por la tarde,
hacer noche y después, madrugar).
4ª.- Espera nocturna de varias horas,
sin hacer nada, en el Sinaí, hasta ver amanecer.
5ª.- Incipientes y amenazadoras
almorranas.
6ª.- Estar sin hotel durante doce
horas, padeciendo el insoportable calor.
Total: demasiado esfuerzo, a caro
precio, y ya nada necesario, a estas alturas delo viaje.
En cuanto al buceo o smorkel, tres son
los sitios más típicos de los alrededores de Dahab: el blue hole
-interesante, bonito y agradable, aunque con tubo no se ve ni un sólo
pez- el canyon y las tres piscinas, de estas últimas ya os hablaré,
porque todavía no hemos ido. Y, tampoco a Sharm el Seik. La poca
frecuencia del servicio de autobuses y su precio, nos desanimó (East
Delta Travel, mafiosos donde los haya),
3 comentarios:
Finalmente, canyon y three pools, también son lugares interesantes, para el buceo o el snorkel, pero menos, que blue hole.
Saludos
Hola
Disculpa, pero tengo curiosidad. De qué son las fotos 3, 5 y 8 de este mensaje??. Parecen como algo lunar o una cueva... o no sé!
Salu2
Hola, Ana
No, no se trata de una cueva. Es una macrodiscoteca, no sabemos, si abandonada o es, que nunca llegó siquiera, a abrir. Algo alucinante, viéndola sin funcionar, así que imagina, en plena actividad, lleno de gente.
Una de las fotos muestra el acceso a los baños, otra un plano corto de una pared y la tercera, una vista del exterior.
Saludos.
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