Todas las fotos de este post, corresponden a Nkhota Kota
Otra vez oigo al gallo cantar. Ya
comienza un nuevo dia. No quiero abrir los ojos. Me gustaria quedarme aqui,
para siempre, asi tumbada y dejar pasar los minutos y las horas. Mi vida es
igual todos los dias. Me levanto, apenas amanece. Cargo toda la ropa sucia de
la familia y me voy al lago a lavarla. Mis manos tienen los mismos callos, que
las plantas de mis pies. Cuando termino con la colada, voy al molino -si tengo
algo que ofrecer a cambio-, para moler los granos de maiz, que anteriormente he
desgranado de las mazorcas, uno a uno.
Despues,
arranco las malas hierbas del huerto, donde crecen dos raquiticas matas de
tomates, que algun dia nos recompensaran con alguno comestible. Riego el suelo
de tierra apisonada, para que el polvo no se pegue a la garganta, mientras
comemos la mshima -insulso pure de maiz-. Cargo a mi hermano con un barreno
lleno de bollos, para que los venda en la zona de la carretera, donde paran los
autobuses.
Cuando los
hombres vengan con el pescado, freire unos cuantos y mandare a mi nina mayor,
para que se siente a las puertas del mercado a venderlos. Ya solo me resta
acarrear a la espalda a mi reciente bebe y el canasto de platanos en la cabeza,
para recorrer toda la aldea ofreciendolos: "bananas, bananas...",
Solo
quiero, que llegue la noche, para poder descansar y confiar en que el dia de
manana sea un poco mejor. Aunque, veo reflejado en los ojos de mis hijos, la
misma tristeza, que yo siento en mi interior.
2 comentarios:
Luego nos quejamos de nuestra vida en el primer mundo. Me gusta ser mujer, pero creo que lo dejaría de ser en africa si con ello consiguiera una vida un poco mejor.
Saludos:
Paula
Sabia reflexión, que entendemos muy bien, todas las que hemos vagado por Áfeica, sin tener ni lamitad de problemas que ellas..
Tan bien escrita, como conmovedora, la historia que encabeza el hilo
Besos
Sandea
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