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viernes, 7 de enero de 2022

martes, 4 de enero de 2022

Cosas que aprendí de Ciudad de México, la primera mañana ( parte IV)


           - Mercadillos. No recordaba yo tantos de nuestro anterior viaje, pero los hay, muchas veces unos cerca de otros. Se vende de todo, incluida comida. Son coloridos y animados con el voceo de los vendedores y por supuesto, la música. Anécdota al canto: habían montado un mercado indígena en el centro del Zócalo y resulta, que vendían, exactamente, lo mismo, que en los otros. Nos extenderemos en el capítulo correspondiente.

        +El vocero. Mencionado en el párrafo anterior. En México, todo lo que se precie -o sea todo-, debe ser vendido a voces y si tiene vozarrón, mejor. Cuando llegas al hotel, tienes la cabeza, como un bombo.

          - Perros. Los primeros días, una vez regresamos, a España, nos chocó la cantidad de mascotas caninas, que circulan por las calles de nuestra ciudad. Y es, que llevábamos casi un mes sin apenas verlas. En Medio DF y prácticamente en el resto del país, apenas se ven a estos animales por las vías públicas y los que hay son, normalmente, callejeros, aunque no están en muy malas condiciones.

          - Gafas. Supongo, que el motivo no es otro, como ocurre en otros muchos países en vías de desarrollo, que no hay presupuesto familiar para algo, que en México, parece ser un elemento de lujo. Es muy difícil, encontrar a alguien, que las lleve por la calle.

        - Sombreros mexicanos. Si bien comentamos, que en cuanto a los mariachis, las rancheras y la pastelona y cansina música tipo mexicana, en general, no solo no se cumplían los tópicos, sino, que se sobrepasaban con creces, no ocurre lo mismo con los típicos sombreros mexicanos de toda la vida. Salvo los que llevan los decadentes mariachis, apenas vimos a nadie más portarlo sobre su cabeza. En el centro de la capital y también, en el resto de ciudades visitadas, no contemplamos una sola tienda, que los vendiera. Donde si los encontramos, fue en algunas tiendas del aeropuerto internacional, como reclamos para los turistas.

        - "Me regala". Este fenómeno, lo captamos desde el primer día en la metrópoli, aunque donde es más usado es, en Acapulco. Se trata de sustituir el típico " me puede dar" o  "me puede entregar" por el verbo "regalar". Ejemplos, al comprar un billete de autobús, te pregunta la agradable vendedora de la ventanilla. " ¿me regala su firma?"... Existen personas pidiendo en la calle con la frase, "¿me regala un peso?". Me resulta curioso, aunque bastante cursi.

          - La cerveza. No en todos, afortunadamente, pero en algunos países ir tomando distraídamente una inofensiva cerveza por la calle es, casi equiparable, a haber cometido un delito de lesa humanidad y México es uno de ellos. Si quieres hacerlo, debes usar todas las tretas, que conozcas y tomar todas las precauciones. Luego, otros delitos mucho más gordos quedan impunes. A mi, por estarme tomando una en la puerta del aeropuerto, el día, que nos íbamos y mientras mi pareja reconvertia dentro el dinero sobrante en euros, me vinieron cinco policías por falta de uno y una de ellas, era una verdadera hija de puta. Por cierto, allí a beber, le llaman tomar, como en casi toda Hispanoamericana.

        - Túmulos y bolardos. Tiene toda la pinta y por lo que dicta mi experiencia, que Ciudad de México es la ciudad con más bolardos por kilómetro cuadrado del mundo, aunque el resto de ciudades del país, tampoco se quedan cortas. Todas las avenidas y calles están abarrotadas de ellos, bien de los normales alargados hacia arriba, bien de esos amarillos pequeñitos en filas discontinuas, para que los coches no aparquen delante de las puertas de los establecimientos comerciales, concesionarios de vehículos, etcétera. Por cierto, uno de estos ultimos dio con mis huesos y carnes en el suelo, en Guadalajara.  

            Cuando ellos hablan de túmulos, no se refieren a otra cosa, que a las elevaciones, que se colocan en la carretera para frenar la velocidad del tráfico  rodado. Los han puesto con bastante frecuencia y no tienen mala elevación, aunque cumplen su función solo a medias.

lunes, 3 de enero de 2022

Cosas que aprendí de Ciudad de México, la primera mañana (parte III)

                                     Todas son de Ciudad de México

         - La obesidad mórbida. Al hilo del párrafo anterior, se trata de uno de los grandes problemas nacionales, al que parece, nadie pretende poner remedio. Desde la primera mañana en la capital, ya nos dimos cuenta, de que lo mismo al 80% de la población -sobre todo la femenina- le sobran 20, 30 o más kilos. La popular comida grasienta, el omnipresente maíz y los dulces, parecen tener la culpa. Nos da la sensación de que hay más mujeres obesas, incluso, que en Estados Unidos.

          - También, ya desde primera hora, aprendimos a distinguir, la diferencia entre el tequila, el mezcal, el agave y el pulque. Los tres primeros proceden de la planta del agave. El último es bastante barato y de color blanquecino, pero imbebible para un occidental sensato. Se dice, que te deja lúcido, pero no te puedes mover. Sin haberlo probado, a mi .me recuerda  al vino de palma, que tan mal rato nos hizo pasar, en Senegal. Ampliaremos en el correspondiente apartado.

          -Las pocas casas de cambio, que hay en el centro. Te das cuenta nada más llegar y las escasas, que encontramos, dan la peor tasa del país. Y para una, que ofrece un poquito mejor, se encuentra algo escondida. Paradójicamente, el mundo es aquí al revés, porque el cambio más favorable lo dan en el aeropuerto internacional y con diferencia.

        En la capital -en las otras ciudades es distinto,- y debido a la inmigración masiva, hay muchas formas de ganarse la vida y no todas son buenas. Existen muchos vendedores ofreciendo cosas - unas más inservibles , que otras-, las comisionistas de las ópticas -de la calle Madero,- hay al menos veinte, no habiendo visto nada igual- y por no extenderme, hasta niñas de cuatro años, vendiendo paquetes de tres churros. No sé, como lo hacen -supongo, que las alimentarán antes-, pero no sé los comen.

        -Educacion y amabilidad. En general, los mexicanos son bastante amables y educados. Te ayudan al preguntar. Al oírte hablar con acento español, muchas veces se entablan conversaciones amistosas llenas de curiosidades.

          -El problema aparece, cuando se transforman en tenderos o en los supermercados. La atención al cliente es pésima, como ya comprobamos en 2008, en todo el continente hispano. Es frecuente, que te den la vuelta de monedas, que les sobran. En una ocasión, nos dieron más de treinta y por la calle, me iba cayendo de un lado. ¡Tenía, que haber equilibrado! Y otra anécdota: en un supermercado, nos hicieron esperar más de cuarto de hora para devolvernos un peso mal cobrado -son cuatro céntimos, pero somos muy obstinados-, después de rellenar cuatro papeles y hacer tres llamadas telefónicas.

          - Baños públicos. No encontramos ninguno en toda la ciudad. Ese servicio -nunca mejor dicho- lo ofrecen por cinco pesos, casas bajas y tiendas, que así se sacan un sobresueldo. Es algo habitual en los países en vías de desarrollo.

          -Tabaco. Ahora, que se rumorea, que en España se va a prohibir fumar en la calle -tardaran, como siempre-, en la calle Madero -principal del centro y otras peatonales-, está estrictamente prohibido fumar.

        -El metro. Este tema da para mucho. En el suburbano del DF, he encontrado lo peor y lo mejor de los metros del mundo. ¡Y ya es coincidencia!. Lo bueno: vagones más o menos nuevos, descomunal vigilancia - no he visto tantos policías nunca- y el imbatible precio: cinco pesos, que incluye el tramo desde el aeropuerto, al centro. Lo malo: pasillos kilométricos e infinitos tramos  de escaleras -a veces las bajas y a los diez metros las subes- y sobre todo, las aglomeraciones en hora punta, más que en el famosísimo, de Tokio. No es broma, corre peligro tu integridad física.

viernes, 31 de diciembre de 2021

jueves, 30 de diciembre de 2021

Cosas que aprendí de Ciudad de México, la primera mañana (parte II)



       - Los sanadores o brujos. Se encuentran en la propia plaza del Zócalo, en el mismo rincón todos los días y dan al lugar un halo de misterio y olor a incienso. Limpian con este elemento y con unas hierbas para nosotros de naturaleza desconocida, el aura de sus clientes, ofreciendo numerosos beneficios. Como la sanación, la purificación... Son indígenas y ponen mala cara si les quieres hacer una foto , que se transforma en aterradora, si lo que pretendes es grabarles un vídeo.

          - Pásele, ándele, mandé, a la orden y guey, pendejo son sin lugar a dudas y de largo, las palabras más escuchadas del día.

         - Al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, Ciudad de México -como el resto de las urbes, donde hemos estado-, resulta un lugar bastante seguro, al menos en el centro, los barrios turísticos, la Básilica de Guadalupe y Teotihuacán. Hay muchísima policía por todas partes -incluido el metro- y apenas vimos ningún altercado o incidente. Eso sí y como ocurre en Centroamérica o Sudamérica, si se sale por la noche, hay que tomar bastantes precauciones. O si se sube a un cerro de dia, donde no haya nadie.

        Después, en el hotel y si pones la tele, te puedes llegar a asustar, escuchando hablar de balaceras, aquí y allá, secuestros esprex, asaltos,  envenenamientos...No hay por qué preocuparse. Se trata de canales sensacionalistas de sucesos. En una nación de 130 millones de habitantes, algo tiene, que pasar y gente mala hay en todas partes. Son productos para un público fácil, tipo el informativo de Piqueras, en Telecinco.

        - Nos sorprendió enormemente, lo baratos, que son los alojamientos en México, en general y especialmente, en la capital. Y, ¿dirán?, pero si ya habías estado, tenías, que saberlo. Pues no. En 2008, nos tiramos toda una mañana buscando un hotel céntrico y económico y tras cuatro horas sin éxito, solo encontramos la destartalada -la tele era de la época y era lo mejor, que tenía la alcoba -pension Niza- hoy abandonada- , a más de diez euros la noche.

          En esta ocasión, sin embargo -supongo , que gracias a Booking ,- hemos llegado a dormir en tres hoteles diferentes -el último muy bueno- por el entorno de 10-12 euro.

        - A ver, ya me extendere en el apartado de la comida, pero hay varias formas de comer, en México. Existen una decena de los llamados Antojitos y los más conocidos y exitosos  son los tacos -cuidado, porque a veces, incluyen vísceras sospechosas o labios, lenguas y ojos-, las enchiladas y las quesadillas. Se venden en puestos callejeros con cocina y otros, que no la tienen, tomando el nombre de tacos de canasta. Luego y en restaurantes, se sirven las comidas corridas, que suelen contener sopa, arroz o espaguetis y se terminan con un guisado-. El picante, en muchas ocasiones, te lo dan aparte, por lo que puedes elegir si lo echas o en qué cantidad El que llaman suave es bastante fuerte. A mi me encanta, pero ya casi no puedo con el 

        Luego, están los restaurantes más elegantes -nacionales e Internacionales-, los de comida rápida y los supermercados, aunque no siempre es fácil encontrarlos en el centro. También hay buffets libres en restaurantes chinos, sobre todo en Guadalajara. Por unos 80 pesos puedes comer todo lo que quieras. No os olvidéis de tomar en la calle una buena nieve. Son baratas, pero elegir bien el puesto, porque no todas son iguales.      

martes, 28 de diciembre de 2021

Cosas, que aprendí de Ciudad de México, durante la primera mañana (parte I)


          Bueno. Aunque, ya habíamos estado en junio, de 2008, los recuerdos de esta ciudad, nos quedaban demasiado lejanos. Y además, pasamos por allí muy deprisa, dando cobertura en dos días al centro y algunos barrios, al monasterio de Guadalupe y a las ruinas de Teotihuacán. Vamos a hablar de lo que propone el enunciado de este epígrafe, sin un orden en concreto.

          - Los capitalinos - y esto es extensible a todo el país-, no saben hacer nada sin música. Ya sea la de los numerosos músicos callejeros, que pueblan las calles del centro; la de los mercadillos; la de los negocios privados; la propia, que portan las personas... A todas las horas del día -y a veces de la noche- y en todas partes está sonando música. No sabéis, lo contentos, que nos pusimos, cuándo aterrizamos en Barajas. En el lado positivo está, que en las avenidas del centro y sobre todo los fines de semana, tocan -a veces a la vez, numerosos grupos de rock o de versiones bastante buenas. En el lado negativo e insoportable, los malditos organilleros,  generalmente  mayores y unos cuantos, con el instrumento desafinado. ¡Te destrozan los oídos!

          Cuando uno viaja por países  y ve carteles en las agencias de viaje, ofertando periplos, por España, estos suelen estar  ilustrados con la imagen de una flamenca. Luego, la realidad es bien distinta y se ciñe tan solo a una pequeña parte del país. En México, sin embargo, los tópicos de cumplen a la perfección. Las rancheras y los pesadisimos mariachis -la mayoría, bastante entrados en años-, son palpables en todas las ciudades y pueblos de la nación.

        - --El insoportable y constante olor a maíz -lo odio, especialmente, porque solo me gustan los Kikos- en todos los lugares. Por la calle, desde tu habitación de hotel, desde el taxi, desde el interior de una iglesia...Se hace imposible librarse de él.

          -La conflictividad social: la noche, que llegamos  del aeropuerto - y eran ya más de las nueve-, se celebraba una numerosa y animada manifestación en la plaza del Zócalo (oficialmente, de la Constitución). Desde entonces y cada vez, que pasamos por el mismo lugar, siempre nos topamos con actos de protesta de diferentes colectivos sociales, destacando por encima de todos los demás, los pensionistas.

        -  La relativa tranquilidad. Para ser una ciudad de veinte millones de habitantes y otros cuantos en el extrarradio, la ciudad es bastante tranquila en el centro y en los barrios turísticos cercanos. El estrés no aparece en casi ningún momento. Si lo comparamos, por ejemplo, con El Cairo, de población similar, son experiencias antagónicas, dado que esta última ciudad está gobernada por el caos. En México, hemos sentido mucho más agobio en ciudades de ciento y pico mil habitantes, aunque eso también ocurre en más lugares, como por ejemplo, India.

        - El tráfico rodado: va muy en consonancia con el apartado anterior. Es verdad, que se respetan muy poco los pasos de cebra, pero la circulación, en general, es relativamente civilizada, incluido por las noches

lunes, 27 de diciembre de 2021

Entrar en Cerdeña y México y regresar a España

                               Tres de Cerdeña y dos de México
         La situación es realmente cambiante. Nosotros, desde la apertura de fronteras hemos hecho cuatro viajes al extranjero: uno a Grecia y Creta, otro a Italia y estos dos que acaban de terminar y en cada uno de ellos, han acaecido unas circunstancias diferentes. En general, cada vez se piden más requisitos y los controles son más severos. Así, que lo nos ocurrió en la franja entre el 11 de octubre- 14 de noviembre y que escribo, hoy, 17 de este último mes, puede dejar de estar en vigor dentro de unos pocos días. No obstante y como orientación, os dejo la información plasmada aquí. Vamos con ello 

          -Tramo Madrid- Alguero: ni las autoridades del aeropuerto, ni la compañía aérea nos pidieron un solo documento, más allá de la tarjeta de embarque. Habíamos rellenado por internet, el cuestionario obligatorio de inmigración, pero tampoco en Italia, nos solicitaron nada.

          -Tramo inverso: las cosas se complicaron, inesperadamente. Desde Ryanair se advirtió, que no permitiría embarcar a nadie, que no cumpliera con estos cuatro requisitos: identificación, tarjeta de embarque, certificado de vacunación y formulario QR para el acceso, a España. Al llegar a nuestro país, solo nos requirieron este último documento.

        -Tramo Madrid-Ciudad de México: control de pasaporte -hoy lo haces tú mismo, a través de una maquinita, que también, te hace foto (es necesario quitarse la mascarilla). En el avión, debimos rellenar un formulario de inmigración y un cuestionario de salud pública. Pero este último, nunca nos lo pidieron. Entramos, con el primero y el pasaporte.

          -Tramo Ciudad de México-Madrid: para acceder al interior del avión nos solicitaron el pasaporte, la mitad de la tarjeta de inmigración -la otra media, se la habían quedado ellos a la llegada-, la tarjeta de embarque -que habíamos cumplimentado en la web de Iberia- y el certificado de vacunación. Van tan en serio, que a una chica -que encima era bastante maleducada-, le negaron el acceso a la aeronave por no estar vacunada o estar en posesión de una prueba PCR o test de antígenos reciente.

        Tras nueve horas y media -una hora antes de lo previsto por llevar viento de cola-, aterrizamos en la capital de España y la entrada nos llevó una hora. Eran las cinco y media de la madrugada, pero varios vuelos de Centroamérica y Sudamérica habían llegado a la misma hora. Treinta minutos para insertar el pasaporte y sacarte la foto en la maquinita, después el código QR -se puede rellenar a mano en el propio aeropuerto, pero nosotros ya lo traiamos- y por último, a mi, me solicitaron el certificado de vacunación, otra vez. A mi pareja no y nos explicaron, que es aleatorio.

sábado, 25 de diciembre de 2021

viernes, 24 de diciembre de 2021