Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa (Turquía)
A
medida que viajamos por el este, el país se desturquıza y se va
arabizando. Estamos en Sanliurfa, lugar de bellas mezquitas y con una
ciudadela imponente, que quita el hipo. Aunque, lo más conocido son
sus estanques, llenos de gordas carpas, a las que todo el mundo da de
comer. La leyenda es larga y procede de los tiempos del mismísimo
Abraham y del rey de este lugar. Y el final de la misma, consiste en
que quién pesque una, se quedara ciego. Así, que creo, no
atraparemos ninguna para nuestra cena.
Sanliurfa
es muy conservadora, como es habitual en un centro de peregrinación.
La anécdota tuvo a los pantalones, como protagonistas principales.
Nos miraban de forma muy extraña, por llevarlos cortos. Incluso, se
reían de nosotros, sin disimulo. Mientras, debíamos observar con
toda la naturalidad del mundo, los de los hombres lugareños, con la
tela colgando hasta casi las rodillas, para separar ambas piernas (se
observa en la primera foto).
La
magnífica Gaziantep, etapa anterior del viaje, supuso la
reconciliación definitiva con Turquía. La modesta, pero bonita
Ciudadela Romana, esta de restauración, así que solo pudimos verla
por fuera; pero su colorido y enorme mercado, nos compenso todas las
decepciones del Estambul, de hoy en día.
Pamukale (Turquía)
Esta
ciudad si que es auténtica. Las tiendas y talleres, hechas de madera
o piedra, a franjas blancas y negras, están dispuestas para cubrir
las necesidades de la población local o para trabajar. Todo es
genuino. Nada esta puesto para algo o para alguien, como ocurre en
los bazares y mercados de Estambul, que parecen una representación
teatral, hábilmente montada para desplumar a los guiris.
Adana (Turquía)
De
sus calles salen hermosos patios: en uno venden alfombras, en otro
felpudos con la cara del Che Guevara o Ladi Di y en un tercero, se
ubica una hermosa cueva-bodega, construida en piedra, armoniosamente
decorada a la turca, con alfombras y cojines para sentarse en el
suelo. Fuera, en la terraza, enormes shisas -pipas de agua- están
dispuestas para fumar y ver la vida pasar, relajadamente.
Y
es que cada vez, estamos mas contentos por haber optado por esta ruta
alternativa del este de Turquía, donde no hay turistas, en decenas
de kilómetros a la redonda. ¡Todo un agradable privilegio.
Esta, la de más arriba y la de más abajo son, de, Gaziantteep (Turquía)
Días atrás y tras haber abandonado la antigua Constantinopla, estuvimos unas horas en Adana, que cuenta con la mezquita más grande y majestuosa, entre Estambul y Arabia Saudí. Mención especial en este lugar, merece el kebab local -denominado con el nombre de la ciudad-, que se come en plato, pan normal o de pita, con guindillas, tomate, perejil, cebolla morada y limón. Y es que en Turquía, podríamos estar engullendo kebab, durante semanas y todos los días, variando entre las especialidades de cada localidad o región. La carne es similar en todas partes, pero varía el tipo de pan y los complementos. En este país, también se consume el mejor pan que probamos, jamás. No parece extraño, que se consuma aquí, cuatro veces más este producto, que en el resto del continente europeo.
Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa
También
visitamos, Denizli, aburrido lugar, donde no existe el alcohol -qué
narices le habrá hecho a Mahoma la cerveza- y sí muchas tiendas de
zapatos y ropa de saldo, a 3 y 5 liras turcas, donde revuelven las
orondas lugareñas, ataviadas con sus capas y capas de faldamentos –
superpuestos, a modo de cebolla-, de diversos olores , pero colocados
sin disposición lógica, en cuanto a diseño y colores. También hay
numerosas pastelerías, que venden sabrosos dulces y que les ayudan a
mantener la corpulenta línea. Era necesario llegar hasta este lugar,
porque a media hora se encuentran las maravillosas piscinas naturales
de travertino (Pamukale) y las ruinas de Helıópolıs. Diez euros
por la entrada nos parecieron demasiados, así que decidimos, trepar
como furtivos, por una angosta ladera y arrastrarnos por la tierra
para colarnos con éxito, aunque con algo de riesgo y nervios, La
práctica de entrar a los sitios sin pagar, ya la empezamos a
utilizar en el sudeste de Asıa -adonde son muy confiados, en cuanto
a la honradez de los demás- y Túnez -donde lo son mucho menos-. Y
es, que la crisis nos afecta a todos.
Turquía,
ya no es el país de precios razonables, que era. Sobre todo, en lo
relacionado a lo que te succiona el estado: 10€ de visa y otros
tantos o mas por cada atracción turística. Solo visitar lo básico
en Estambul, en un par de días, cuesta unos 75€ por persona,
cuando hace tres anos, era menos de la mitad.
Con
lo que cuesta aquí vivir 20 días, se mantiene unos 25 en Túnez, 30
en Sudamérica -menos en Argentina y Brasil-, 50 en Tailandia y unas
65 jornadas en Vietnam. Todo mas barato, que en España, donde
llevando el mismo ritmo, que aquí o en viajes anteriores nacionales,
solo nos daría para 11 días.
2 comentarios:
Hoy en día, la visa de Turquía ya no vale 10 euros, sino 15.
Umm!!. Que interesante propuesta para un futuro viaje.
Gracias.
Jaime.
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