Esta y la demás abajo son de Santillana del Mar (Cantabria)
Como tal, era la primera Semana Santa,
que íbamos a salir fuera en los últimos quince años. El trabajo y
los viajes largos de 2.008, 2.011 y 2.012, se habían interpuesto,
para que tuviéramos estos cuatro sagrados días.
Salimos de casa con tres certezas. Por
un lado, estábamos seguros, de que el gobierno decretaría un
corralito en la madrugada del Jueves Santo. Era una corazonada, que
finalmente, no se cumplió (aunque todo llegará). Por otro,
suponíamos, que todos los sitios de nuestras visitas, estarían
llenos de niños salvajes, hiperactivos y de sus padres maleducados.
En ese asunto, si que atinamos bastante. Y por último, estábamos
seguros de que perderíamos el paraguas. Todo era cuestión de
adivinar, en cual de los cinco días de viaje ocurriría este hecho.
Y sería todo un contratiempo, dado que habían anunciado lluvias
copiosas para todas las jornadas, en lo que iba a ser el marzo más
lluvioso de la historia.
Esta y la de abajo son de Comillas (Cantabria)
No solo no se produjo esta
circunstancia, sino que el paraguas fue un elemento vital, no solo
para protegernos ante las incómodas precipitaciones. En concreto, me
sirvió de bastón de apoyo, para moverme a lo largo de la Ruta del
Cares. Cuando, con todo orgullo, iba a fundar la ONG, Montañeros por
la Crisis, descubrí, para mi decepción, que había decenas de
personas haciendo lo mismo.
Todo comenzó y terminó lloviendo,
como no podía ser de otra manera. No consigo, calcular las horas en
que nuestros pies estuvieron secos, pero no llegaría al 10% del
total de nuestro periplo norteño. Hicimos noche en Torrelavega, en
la muy correcta pensión de una mujer rubia, de amabilidad muy
forzada. Al día siguiente, partimos para Santillana del Mar, la de
las tres mentiras y los precios prohibitivos de todo lo ofertado a
los turistas. Sus incómodas calles empedradas -o mi mal calzado-,
los bellos edificios y el bisonte de las cuevas, protagonizaron la
estancia. También, una chica estúpida, que se pensó que la calle
era suya y recriminaba a todo el que pasaba y que le impedía, salir
sola en una foto, que desde luego, no habría sido candidata a ningún
concurso de fotografía.
San Vicente de la Baruqera (Cantabria)
Comillas nos sorprendió, por su
incuestionable y disperso patrimonio, aunque también nos estresó,
debido a sus escasas aceras y caótico tráfico, no digno de una
ciudad tan pequeña. Matamos la tarde, en San Vicente de la Barquera,
viendo como los lugareños se ponían hasta las cejas de rabas y
sorropotún (rico guiso de atún). Esta localidad, ya la conocíamos,
al igual, que Llanes, nuestro siguiente destino, donde dormimos.
Pensión algo espartana y noche protagonizada por los borrachitos y
borrachitas del lugar, que abarrotaban las calles y nos dieron mucho
la lata.
Camarmeña (Asturias)
Preveíamos, trasladarnos a Arenas de
Cabrales, en ALSA, pero la web de la compañía nos jugó una mala
pasada y resultó no haber autobuses los festivos. Comenzamos a andar
hacia Posada y luego, hicimos dedo. Enseguida, nos cogió un
irlandés, que se hallaba más perdido, que nosotros, a pesar del
GPS. Iba en dirección contraria. Tras 3 kilómetros, bajamos y nos
dio transporte una agradable pareja madrileña, con bastante
experiencia montaña.
Nos recibió, de una forma muy amable,
nuestra anfitriona del fantástico hostal de arenas. No tardó
demasiado tiempo en contarnos, que la habían estafado con las
malditas preferentes. ¡Bienvenida al club!, le dijimos. Y menos mal,
que nosotros solo tenemos invertidos 4.000 euros en semejante estafa
(Bankia).
Arenas de Cabrales (Asturias)
Nos fuimos caminando a Poncebos. El
día estaba despejado, pero en cinco minutos se nubló y comenzó a
llover, para ya no dejarlo. Poncebos son dos hoteles y dos
restaurantes, de precio moderado, policía dando la lata por el
asunto del aparcamiento y el acceso al prohibitivo funicular de
Bulnes. Pero, desde este punto, parten numerosas rutas de montaña.
Queríamos hacer la Canal del Tejo,
pero desistimos. Un mes seguido lloviendo, varios desprendimientos
visibles y la opinión de unos montañeros, que nos dijeron, que
había cuatro puntos del sendero, que estaban muy mal, nos hicieron
pensar, que la montaña va a seguir ahí y que tendremos
oportunidades en el futuro.
Ruta del Cares
La Ruta del Cares fue maravillosa,
aunque ya la había hecho parcialmente, en la infancia. No cayó
demasiada agua. No fueron las impresionantes cascadas, las montañas
cortadas a pico o los túneles, lo que más me impresionó. Me
impactó mucho más, no ver a nadie mirando estúpidamente la
pantalla del móvil de continuo, a lo largo de la senda, cosa que no
contemplaba desde mucho tiempo atrás. La gente hablaba con sus
semejantes, de forma directa y decidida, en vez de comunicarse con
Whatsapp. ¡Qué emocionante!.
Esta y la de más abajo son de Llanes (Asturias)
Subimos a Camarmeña y nos dejó, ni
fu ni fa, el mirador del Naranjo de Bulnes. Más mito, que vistas y
menos, con la neblina. Nos quedamos sin comer el inigualable queso de
Cabrales. 17 euros, por poco más de medio kilo, no se corresponden
con nuestra economía. Pero, aún había episodios más flagrantes: 5
euros, por un pequeño chorizo, una minúscula morcilla y un trocito
de tocino. ¡Asalto al guiri, porque ya sabemos, que Asturias es
Asturias y todo lo demás, es el extranjero!
9 comentarios:
Este post completa nuestro viaje de Semana Santa, 2013.
Saludos.
Hola,
Celebro que lo hayas pasado bien por mi tierra asturiana.
Saludos.
Una entrada maravillosa... yo que soy asturiana, no puedo evitar tener un amor especial a los Picos de Europa y a todo el norte de España...
Un saludo,
Trini
http://yoadoroviajar.blogspot.com
Gracias por los comentarios.
Hay un error en el título de este post, que corregiré en breve. Donde dice pueblos orientales de Cantabria quiere decir, occidentales.
Saludos
Este año, los destinos internacionales se encuentran algo estancados, aunque algo grande caerá. Probablemente, Japón y Corea (si la cosa no va a mayores en este país, que no irá).
Pero, de momento, nuestro siguiente posible proyecto son los Arribes del Duero, en Aldaeadavila (Salamanca). ¡Tiene buena pinta la cosa!
Otra opción, que no descartamos, es la ruta entre la Fregeneda y Barca de Alba (Portugal). La belleza debe ser tremenda, pero resulta una senda peligrosa. Túneles de hasta 2 kilómetros, llenos de murciélagos -que no hacen nada, pero huelen mal sus escrementosw- y puentes con su simple estructura de hierro, con muchos agujeros para caer al vacío. Esta antigua ruta de tren, debió ser abandonada. No es probable, que la hagamos, aunque no nos falten ganas
Saludos
Excelente artículo!!.
Muchas gracias.
Gracias a ti.
Saludos.
Me gusta mucho tu forma de escribir, me haces viajar contigo.
Gracias por hacerlo.
Saludos y que sigas escribiendo muy pronto.
Gracias, mil, poruque te guste, lo que escribo y por los ánimos, que me das,
Besos
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