viernes, 22 de marzo de 2024
miércoles, 20 de marzo de 2024
Matheran: del cielo al infierno (parte II)
La peatonalidad de la calle principal de Matheran ha mejorado -evidentemente-, la calidad de vida de sus habitantes -y de los visitantes-, pero quedarnos en esa mera reflexión, resultaría bastante inocente. Además de un lugar -relativamente- tranquilo por donde pasear, está avenida soporta la mayor parte de la actividad económica de la localidad. Esto podría ser hasta bueno y algo a imitar en otras partes, sino fuera porque mucho de lo que en ella se desarrolla, raya con la ilegalidad y con la vulneración de los derechos humanos/animales y laborales.
En cada franja del día se lleva a cabo una actividad -algunas se solapan-, siendo la más evidente y duradera, el paseo turístico en caballo. No hay indicios, de que sus dueños los traten mal, peto sí comprobamos -es fácil, porque todos tienen nombre, que suele ser ocurrente-, que se les obliga a llevar a cabo largas jornadas de trabajo.
A primeras horas se realiza el transporte de mercancías y aquí -lo vimos de primera mano y cuando no hay turistas por la calle -, la explotación es mayúscula. Los encargados de esta labor son los burros y chicos jóvenes. A los primeros -da igual su edad -, se les sobrecarga con exceso y se les maltrata de diversas formas, cuando se quedan rezagados. A algunos, se les cuelga un saco con comida sobre el cuello, para que se alimenten mientras trabajan y así, no paren.
Algo similar ocurre con los chicos, aunque mayormente y en este caso, llevan las enormes cargas sobre ruedas, dos tirando y otros tres empujando. Es tal el esfuerzo, que van gritando o gimiendo para evitar el sufrimiento .
Otra forma de degradar y humillar a los individuos son los numerosos rickswaw tirados por humanos -a modo de coche de caballos -, que hace tiempo y salvo en la zona de alojamientos de Calcuta, han desaparecido de toda India.
El gran peligro intimidatorio de Matheran son los infinitos monos -especialmente cuando van con sus crías y te ven como una amenaza-, que la mayoría de las veces te molestan por diversión. Nosotros nos dimos la vuelta de algún sendero, por donde caminaban en aglomeracion amenazante.
Al respecto, se añade otra anécdota: estábamos durmiendo con la ventana abierta, dado que tenía reja y de repente, oímos un estruendo. Un primate había metido una mano por los barrotes y como no pudo llevarse nada, con rabia, se dedicó a tirar todo lo que pudo (dos vasos metálicos).
Otro asunto es el de los precios de las cosas, siendo los más caros, de India. Ya no solo los hoteles o el paseo a caballo, sino también la comida. A modo de ejemplo: un biryani con pollo, en Nashik, 60 rupias. El mismo plato aquí, pero solo con vegetales, 200.
Y esto se extiende a la tarifa de los productos tasados en el envase, como galletas, agua, snacks. En Matheran de saltan está obligación, que impone el proveedor y les añaden un 20% más.
Matheran: del cielo al infierno (parte I)
Ha llegado la hora de reflexionar, sobre porque Matheran, puede ser a ratos maravillosa y otros, horrible. Sobre por qué un mismo espacio puede ser, indistintamente, el cielo y el infierno.
No vamos a hacer una enumeración de datos o elementos positivos y negativos de esta ciudad, sino que los vamos a entremezclar, construyendo un relato, porque resulta más ameno.
La primera sorpresa la tuvimos incluso antes de salir de la estación de tren. Todos los visitantes de este lugar y en forma de tasa, debemos pagar 50 rupias por entrar. Es una cantidad ridícula, pero te pones de muy mala leche, porque te cobren por acceder a lugares públicos (han debido de aprender de los nepalíes, siendo la primera vez, que nos ocurre en India). De momento -todo se andará, seguro -, a los extranjeros no nos cobran veinte veces más, que a los nacionales, como ocurre en la mayoría de sitios.
Para contextualizar las cosas, decir, que hay dos formas distintas de de llegar o de salir de Matheran. Si vas en tren este te lleva hasta el propio centro de la ciudad, si vas en taxi compartido, te dejará en la parada anterior (donde está el parking) teniendo cuatro posibilidades de llegar al centro : coger el ferrocarril, contratar los servicios de un caballista, alquilar un rickswaw de tracción humana o ir andando (algo menos de media hora). De estas tres últimas maneras, te evitas la maldita tasa.
El cabreo se te pasa de golpe en cuanto sales a la calle principal y respiras su armonía, su quietud, la ausencia de basura, de orines...¡Qué delicia poder deslizarte por el asfalto sin toparte o tener, que esquivar los infinitos vehículos con ruedas de otras partes! La única molestia inicial son los persistentes comisionistas de los alojamientos, nada frecuentes en la mayor parte del país.
Las construcciones no son muy agresivas y a dos pasos, te hallas en plena naturaleza, rodeado de animales y en un ambiente de plena ruralidad (algo casi imposible, en la India más turística).
Ya después de un par de horas, empiezas a echar de más, el constante ir y venir de los centenares de caballos, que pasean a los visitantes, que requieren sus servicios. A medida, que avanza la tarde, el asfalto se va llenando de mierda y el olor se convierte en insoportable. Es verdad, que al atardecer varios empleados se dedican a recogerlas.
Las vacas y los perros campan en absoluta libertad. De los monos y de los burros os hablaremos más adelante.
Los numerosos senderos están bien señalizados. No son demasiado largos y carecen de dificultad, salvo la derivada de la irregularidad y lo escarpado de algunos terrenos. Supongo, que con el monzón, la cosa se complicará bastante. No hay apenas nadie transitando por ellos, por lo que disfrutas de una gran sensación de quietud -escuchando los variados cantos de los pájaros -, pero también de lo contrario, por poder sufrir algún percance (con monos, con inesperados buscavidas...).
martes, 19 de marzo de 2024
Nuestro día en Matheran (parte II)
Nuestro día en Matheran (parte I)
En este post y el siguiente, os vamos a contar, como transcurrió nuestro día en Matheran. En los dos posteriores, os daremos los argumentos suficientes para considerar este lugar, a la vez, como maravilloso y horrible. Y es, como ocurre en Palitana, que este sitio está lleno de contradicciones.
Cuando llegamos a Matheran, no nos pilló por sorpresa, que la ciudad sea peatonal, porque ya lo sabíamos. Si nos chocó, sin embargo, que por sus calles, circulen un sin fin de animales, a todas horas: los omnipresentes caballos para el paseo de los visitantes, perros, mulos, burros, vacas..., se alternan sin criterio alguno, de tal forma, que ya no sé si quedarme con este modelo de convivencia y de tránsito o con el bullicio y el caos de las ciudades. Lo de los infinitos y agresivos monos, que molestan todo el rato y que impiden muchos paseos, lo trataremos en una entrada aparte.
Nos habían dicho desde un alojamiento, que rechazó nuestra reserva, que aquí solo hay tres hoteles, que acepten extranjeros y ninguno eran ellos. La realidad es bien distinta, porque nada más salir de la estación, nos abordaron hasta cuatro comisionistas con una oferta bastante más amplia. Por mil rupias los dos, hasta nos llegaron a ofrecer un camping, con tienda iglú y wifi.
Habíamos pensado hacer la excursión en el día y volver a última hora en un taxi compartido -solo veinte minutos de viaje -, a dormir a Neral. Pero viendo el panorama, nos empezamos a plantear, hacer noche aquí, si encontrábamos un precio razonable.
No obstante y mientras decidíamos, nos fuimos con el bulto a cuestas a la zona del lago Charlotte -la más bonita de todas - por un camino algo incómodo, plagado de sacos terreros en el suelo, suponemos, que para contener derrumbes en época de lluvias. Tuvimos una pequeña e inesperada encerrona por un par de monas con sus crías y sus protectores, que casi, nos causan un disgusto.
El lago es muy chulo y tiene un templo y un mirador, desde donde se ven con un telescopio, de pago, , allí instalado, hasta 16 puntos de interés, en los escasos días, que no hay niebla ( hoy no es el caso ).
lunes, 18 de marzo de 2024
El tren panorámico "de juguete", de Matheran
Queríamos evitar a toda costa el fin de semana, para tomar el tren panorámico a Matheran, porque son los días más concurridos. Al final, no pudimos evitarlo y nos llevamos la segunda en la frente, porque hace año y medio ya fracasamos en el primer intento de llegar. El caso es, que el domingo nos pusimos a la cola, madrugando bastante y cuando quedaban unas diez personas delante de nosotros, se acabaron los billetes. Se puede subir en taxi compartido, pero no es lo mismo. Decidimos, si o si, intentarlo a la mañana siguiente. Ya que no nos quedaba otra - salvo la comida, Neral no dispone de ningún atractivo y es un caos-, asi que holgazaneamos en la habitación, durante toda la jornada, recuperándonos de la alergia, de las letales picaduras y de los supuestos bichos de la cama. Al menos, aprovechamos el buen wifi. Nos sirvió para adquirir los tres tramos aéreos pendientes: -Bombay- Kuwait -Estambul-Milan-, que nos llevarán a casa el próximo día 26.
Habíamos regresado al hotel del día anterior, pero nos dieron otra habitación diferente, al no disponer de personal de limpieza en festivo .Más pequeña, pero más recogida y con menos luchas nocturnas contra los agentes agresivos y patógenos.
A la tercera fue la vencida. El lunes nos levantamos aún más temprano, para pillar puestos punteros en la cola y conseguir los preciados billetes, que han subido casi un 30% en año y medio. Aunque, más lentamente, que ayer, el puntual tren se fue llenando, fundamentalmente, de turismo familiar nacional con muchos críos, con las molestias, que ello conlleva. Casi tantas, como los estrechos e incómodos asientos.
El paisaje es entretenido, aunque no muy espectacular. La niebla de fondo -a pesar del radiante sol-, nos impide ver los sitios más distantes. Se va alternando el paisaje de vegetación intensa -muy seca y rodeada de maleza-, con las imponentes zonas rocosas, que forman salientes y precipicios. El tren tiene tres paradas antes de llegar a destino , la última de ellas es a la que arriban los taxis compartidos.
En el recorrido se atraviesa un túnel llamado "del beso", que mas bien debería ser el del "piquito" por su breve instante de oscuridad. En total, casi tres horas de trayecto para 20 kilómetros y 800 escasos metros de desnivel. En Neral, 40 grados. Aquí, en destino montañoso, 34. ¡Casi estamos por ponernos la chaqueta!