Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 10 de febrero de 2024

Hoteles de invierno, hoteles infierno

          Después de  que anocheciera  y de dar varios  paseos  por el bazar y las calles peatonales, nos recogimos en el hotel y comenzó el calvario. A los diez minutos de estar en la habitación, teníamos los pies, las piernas y las manos congeladas. En la alcoba, había solo una manta, que no solo iba a ser insuficiente para dormir los dos por la noche -estimamos, que nos íbamos a quedar a entre los cinco y los seis grados -, sino para poder pasar la tarde tapados los dos. Poca ayuda nos proporcionaba nuestra fina manta de Etihad.

          A esas alturas, ya habíamos decidido, que no pasaríamos aquí la siguiente noche de ninguna de las maneras. Trataríamos de volver a buscar el reservado en Booking -de 700 rupias-, iríamos al de el lado -de mil- o por este precio, a unos, que habíamos visto de unos chicos jóvenes, más lejos del centro.

          A la hora de estancia, salimos a pedir una segunda manta, ya cabreados, pero encontramos abierta la habitación de al lado y nos agenciamos la suya, sin más miramientos. Así, pasamos la tarde algo mejor -las manos siempre frias- y para dormir, pudimos las dos encima, poniéndonos muy juntitos, porque no tapaban toda la cama. No pasamos frío, pero tampoco, sensación de calor, aunque sí un enorme peso encima 

          Al menos, a la mañana siguiente nos permitieron dejar el equipaje en recepción, mientras íbamos a hacer las visitas y a buscar otro hotel. Como ejemplo muy gráfico de esta estancia en el hotel Purni, baste decir, que a mí pareja se le congeló una lentilla, lo que no le había ocurrido nunca. Finalmente, nos decantamos por el reservado por Booking, ayer no nos funcionaba la bolita azul de Google Maps, por lo que resultó más fácil encontrarlo hoy, con dos sorpresas: habíamos pasado delante de su puerta ayer, sin detectarlo y -según nos dijo una señora de una tienda cercana-, lleva cerrado desde las pandemia. Y, ¿aún sigue apareciendo en Booking?  Ya nos pasó algo parecido en Lombok, hace cinco años. Menos mal, que nuestra reserva era sin tarjeta de crédito .

          Para llegar al hotel de los chicos jóvenes hay que sortear una auténtica gimkana de cosas múltiples, que hacen el camino muy incómodo. Al agarrarme a un poste metálico, para no caerme, me dió una fuerte descarga eléctrica. 

          En nuestro nuevo dormitorio, hemos mejorado algo en aislamiento -suelo de moqueta y paredes de madera -, en mantas -tres estando enrollado en una de ellas, mientras escribo - y en el baño. Pero seguimos sin una sola fuente de calor - cuando se prevén cero grados de minima- y con unos vecinos muy pesados.

          Mañana, volvemos a Siliguri y por tanto, al verano.

Templo hindú de Dhirdham, en Darjeeling


 

Calle peatonal "The Mall", en Darjeeling


 

Plaza de Chowrasta, en Darjeeling


 

Templo hindú de Mahakala, en Darjeeling


 

Gompa de Bhutia Bustty, en Darjeeling


 

Por fin, contemplamos el Khangchendzonga


 

viernes, 9 de febrero de 2024

Adaptándonos a Darjeeling

          A pesar de  su caótica explanada-parking-estación de autobuses, Darjeeling no es una ciudad cacharrosa, inaccesible e intimidante. Digamos, que es un término medio, entre la amable Sikkim y la feroz India común.

          En el lado bueno, dispone de un amplio bazar peatonal, de diversas aceras encerradas por verjas- como en Gangtok -, no circulan tuck tucks y las motos son pocas y de vacas y basura, ni rastro. También, podemos destacar, que nadie te da la lata: ni conductores, ni tenderos, ni pelmas aburridos... En el terreno negativo reseñar, que la gente es menos amistosa y afable,coque en Sikkim y caminar por las calles es poco llevadero, porque los principios básicos de educación y convivencia son escasos.

          Habíamos reservado en Booking un hotel a buen precio, pero como se podía anular hasta las seis de la tarde decidimos ir preguntando en todos los que íbamos encontrando de camino. La realidad es, que no hay nada por debajo de las mil rupias y nosotros estamos acostumbrados a pagar entre 600 y 700. Mientras tanto, fuimos comiendo rica y barata fritanga variada y recién hecha, a lo largo del camino, protegidos por el sol, que aliviaba los diez grados de máxima y nuestra escasa ropa. Estamos teniendo suerte, porque ni en Gangtok, ni aquí, apenas ha soplado el aire. Si no, estaríamos hablando de otra cosa..

          Por mucho que lo intentamos, no dimos con nuestro alojamiento, por lo que hubo, que retroceder. Para , que nos bajarán los precios intentamos reservar por varias noches, pero aquí a diferencia de los países, donde están acostumbrados al regateo, te cobran lo mismo por una, que por cien, o les das lo que piden o prefieren perderlo todo. Con rabia, acabamos en uno de mil rupias, que no tiene ni una sola prestación, a mayores, que los de las jornadas anteriores. Yo entiendo, que por serie euros tenga que tirar de mantas para protegerme del frío, pero por el doble, deben darte una fuente de calor, como hacen en los países calurosos con el aire acondicionado. Por este precio, hemos dormido en palacios fresquísimos, hace dos meses en Indonesia . 

          Dos cosas más : las agencias ofrecen un "3 points", con el mismo precio del de Gangtok, siendo allí 10. Además, te tienes, que levantar a las cuatro de la mañana para ver amanecer en  la colina del tigre ¡Va a ser que no!

          El alcohol aquí, es el 100% más caro, que en Sikkim y de peor calidad. Otra mala noticia.

Camino de Darjeeling

           Después del día de parón y con fuerzas renovadas, nos levantamos a poco más de las siete de la mañana, pero, si en ninguna parte, no por mucho madrugar, amanece más temprano, en India, menos.

          Cruzamos la calle de la muerte, que no nos habíamos atrevido a atravesar el día anterior, porque la estación de autobuses -como la de trenes-, está al otro lado y no nos queda más remedio. Primera contrariedad de la mañana ventanilla abierta y nadie sin atenderla, hasta pasar media hora. Compramos los billetes y por tercera vez consecutiva nos colocan en las plazas 1 y 2, cuando el bus va casi lleno. Empezamos a pensar, que esos lugares están reservados pero lisiados, militares, extranjeros...

          Toca esperar otros treinta minutos hasta la salida y cuando partimos, hay bastante más gente de pie, que sentada. El paisaje resulta aburrido, hasta entrar en la zona de montañas, aunque al menos, hemos padecido menos atasco de salida, que el otro día. La niebla en los valles y los picos - a pesar del sol reinante- y la numerosa masa forestal en las laderas, tampoco ayudan mucho. No llevamos ni una hora, cuando hay veinte minutos de parada para desayunar. A mitad de camino, llegamos a Kurseong, donde padecemos un severo atasco de más de media hora. Está localidad es conocida -ademas de ser completamente cacharrosa - por estar unida a Darjeeling con el caro tren de juguete -entre mil y mil quinientas rupias- que hace, exactamente, el mismo camino, que el bus.

          A partir de aquí y hasta el destino, no dejan de sucederse edificios y diversas poblaciones: Sonada, Ghom..con el trasiego de la gente, que sube y que baja, constamente. El ayudante es poco empático y colaborativo,: directamente y para no perder más tiempo, a los jubilados y a las gordas no la dejamos subir. No hemos conseguido me mejorar nuestra media, de Sikkim. Cuatro horas para 77 kilómetros, aunque con menos incidentes, que en aquellos viajes.

          Hoy en día ya no se tortura en la mayoría de cárceles del mundo. Pero, hacer un par de viajes diarios entre estos destinos, como llevan a cabo los sufridos y expertos conductores de estos cacharros, es lo más parecido a los trabajos forzados.

          La estación de Darjeeling no es tal, sino una especie de parking caótico, donde se juntan buses y todoterrenos a casi todas las partes de la zona.

El bazar de Darjeeling