El joven y amable revisor nos informo sobre la marcha, de que por llegar más de media hora tarde, teníamos el derecho al reembolso del 25% del billete, el cual se a de había producido.
¿Y del ratón? Cuando llegamos a casa no olía a cadáver. Más bien, al mejunje de amoniaco, lejía y menta, que habíamos montado. Tras abrir, sigilosamente, la puerta del salón, hallamos de frente su cuerpo sin vida, sin sin descomponer.Constatamos, que cuando construimos ese sobrio muro de mantas y edredones, el animal se encontraba fuera de su guarida y nunca más pufo acceder, muriendo envenenado, tratando de salir por una puerta inaccesible para él.
Pensamos, que tal vez, se hanys suicidado, al encontrar vacíos los platos de la lejía y el amoniaco, aunque tenemos dudas, porque los animales actúan por instinto y no tienen voluntad.Entre una y otras cosas, pasar cuatro días en Gijón y sus aledaños, nos salió por tan solo 85 euros (descontando los gastos de comida y bebida, que habríamos tenido igual en casa).
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