Gijón
Y sí, nos fuimos a Gijón, con una sensación extraña y algo aterradora, pero dispuestos a disfrutar de la escapada. Llegamos a la una de la madrugada, con un retraso de tres cuartos de hora. Pero, no nos importó, porque no alteraba nuestros planes y además, el billete del ALSA nos había salido gratis, aprovechando una de sus campañas promocionales. No habíamos cogido hotel e hicimos bien.La noche era estupenda y la animación, como hacía mucho tiempo, que no veíamos. Cientos de jóvenes -sin ningún pudor o precaución en abrazarse- celebrando el final de la EBAU o del curso. Ellos con traje y ellas, con vestido de fiesta y tacones, que en la mayoría de los casos, ya portaban de la mano. ¡Cantaba y tras la elevada ingesta de alcohol, que no se sentían muy cómodos en sus no habituales disfraces!
Tras patearnos la ciudad y sus playas, a las cinco de la mañana y sin dormir -aunque si, tras un buen desayuno-, comenzamos la ruta del Cervigon, que tras más de una docena de kilómetros, te lleva por los acantilados, hasta playas, como la de Serin, Estaño y la Ñora. Después - por enésima vez- de recorrer la playa de San Lorenzo, se llega al parque del Rinconin, que alberga varias esculturas de buen tamaño, aunque de dispar gusto. A partir de ahí, se acomete un camino empedrado -mal mantenido al principio, donde los pies sufren-, que enfrenta numerosas subidas y bajadas exigentes y que deja al lado izquierdo un paisaje marino muy bonito, aunque los hemos visto mucho más espectaculares. Tras más de tres horas, aprovechamos para tirarnos a dormir sobre la gruesa arena de la playa de el Estaño, estando solos, rodeados de los sonidos del mar y de su fauna. El resto del día, lo aprovechamos disfrutando de la ciudad, aunque nos tocó ir a dormir, a Oviedo, por el alto precio de los hoteles en la noche del sábado.¿Compensaría los 50 kilómetros recorridos hoy, con la degustación de un cachopo de merluza relleno de gambas, espárrago y huevo (22 euros)? ¡Por supuesto!
Para el domingo, planeamos otra larga excursión, por una senda junto al río Piles, plagada de domingueros, como no podía ser de otra manera. Seguimos su cauce urbano -dejando a un lado el feo estadio de el Molinon y un cutre mercado de reliquias- y lo interesante de la ruta viene, cuando se vuelve más rural. Sin pretenderlo y tras más de quince kilómetros, acabamos en el municipio de Vega, en La Camocha, lugar donde concurre otro circuito para andarines y dónde se pueden contemplar escenas antiguas de las minas de carbón.
Otros recorridos, que se pueden hacer desde Gijón y que nosotros no llevamos a cabo, son:
-Senda de Peñafrancia-Ruta Vía de la Plata
-Rio Ñora
-Camino a Covadonga
-Camino de Santiago
El último día, volvimos a hacer, parcialmente, la senda del Cervigon, pero bajando a otras playas intermedias, como Peñarrubia y Main Road. Era lunes y todo estaba mucho más tranquilo.
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