Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 6 de abril de 2021

Cuando ir a Burgos puede ser más alucinante, que viajar por India

                                 Todas son de Burgos

     Seguimos con nuestro secuestro perimetral, aunque somos privilegiados, porque disponemos de casi 100.000 kilómetros cuadrados para movernos. Además, para que ir más lejos, si para vivir aventuras y experiencias adrenalinicas, no nos ha hecho falta alejarnos demasiado de casa.

          La mañana del miércoles Santo, ya había amanecido prometedora. Mis vecinos del chalet de la derecha - los que más asco me dan de toda la urbanización-, habían tenido una agria discusión, en la que ella, básicamente, le acusaba de haberle puesto los cuernos con reiteración y morrearse con cualquiera y él, apelaba a su confusión y la acusaba de borde y de amargada .

        La tarde de esa misma jornada resultó surrealista, una vez, que llegamos a Burgos. Tuvimos un contratiempo con el alojamiento, que íbamos a reservar y optamos por otro, en el célebre barrio de Gamonal. Faltaba media hora para el toque de queda y en la recepción no había nadie, aunque estaban casi todas las habitaciones abiertas. Ni un solo correo electrónico con instrucciones.

        Tras dar un par de vueltas a la manzana y hacer tiempo, decidimos instalarnos en una, acorde a lo reservado. A eso de las once de la noche aparece el gerente muy malhumorado, atacandonos abiertamente en un principio e hilando una serie de excusas después, para no reconocer su irresponsabilidad. Según él y resumiendo, deberíamos haber llamado por teléfono. Y yo me pregunto: ¿ Quién es el que está ofreciendo un servicio y cobrando un precio, él o nosotros?

        Hubo, que esperar al sábado para el siguiente incidente, que fue el primero de cuatro en veinticuatro  horas. Una panadera del Mercadona nos gritó con muy malas formas y peor mensaje, por coger unos bollos de pan sin guantes, que no nos pusimos, porque no vimos ninguno alrededor.

        Esa misma tarde y tras llegar a un nuevo hotel, encontramos a una niña histérica y descontrolada, dando gritos en la habitación de al lado y aporreando la puerta con ímpetu. Nuestros vecinos, ya nos habían parecido maleducados y rudos, cuando hicieron el check-in y por eso decidimos no intervenir, ni avisar a nadie.        

        La adolescente, con casi la fuerza de un toro, permaneció en esa misma actitud, durante más de veinte minutos, hasta que llegó el hombre de recepción. Le pidió el teléfono para llamar a sus padres, pero justo entonces, llegaron ellos. El padre no dijo ni mu y la madre, como pudo, se amurallo de excusas. Que si habían ido a por la cena y la habían dejado sola, porque así lo había querido ella. Pero, más parecía y no trayendo nada en sus manos, que se habían ido a tomar algo y la habían dejado encerrada, sin llave, ni teléfono móvil.

        En los albores de la tarde del domingo y de camino a la estación Rosa de Lima, somos abordados por la policía -segunda vez en veinte días, estando los dos de paseo-, se nos pide la documentación y nos registran  las pertenencias. Nuestra indignación es notoria, dado que los días anteriores al mediodía y por la noche, habíamos estado paseando por el centro de Burgos, las terrazas estaban llenas de grupos de más de cuatro personas, no convivientes, interiores de bares abarrotados y hasta debajo de un tejadillo y en torno a unos barriles, contamos más de veinte hombres y mujeres.

       Los coches patrulla pasaban por allí, sin siquiera detenerse o amagar a hacerlo. ¿Por qué solo se atreven con los pringados -como el otro día con un par de jovencitas, que tomaban una lata de cerveza en un banco en la vía pública- y no controlan y sancionan a quienes están incumpliendo las normas de forma flagrante? ¿Es esa su valentía?.

        Y para poner la guinda, terminamos con una paranoica. Nos tocó ir separados en un tren casi completo. A mi esposa le tocó junto a una mujer, que no le permitía sentarse a su lado, a pesar de tener el billete numerado. Alegaba, que había, que dejar un asiento de separación -donde colocó su maleta- y que en cada vagón solo podían ir cinco personas y para dar credibilidad a su versión expuso, que era enfermera. Aparte de haber viajado muy poco en los últimos tiempos y no enterarse de nada, ¿Que coño tiene que ver, la enfermería con las leyes estatales o autonómicas? El miedo, que me da es, que se bajó en Valladolid y algún día podríamos ser sus pacientes.

No hay comentarios: