Bufones del Pria y playas de Guatemala y las cuevas del Mar
Desde la estación de ferrocarril, de Oviedo, tomamos el FEVE, hasta Belmonte, una pequeña localidad de unos centenares de habitantes. A unos pocos metros, retrocediendo, hay un desvío hacia una carretera secundaria, que EI algo más de dos kilómetros, te da acceso a la playa de Guadamia, a la izquierda y a los Bufones, a la derecha. Es domingo, pero tampoco hay demasiada gente.
El arenal es una especie de ancho y largo pasillo, con formaciones rocosas a los lados. Ci la marea baja, hay que avanzar centenares de metros hasta llegar a la orilla, ya en mar mas abierto. Pero, cuando llega la pleamar, ly arena queda reducida a una pequeña porción y todo ese pasillo se llena de aguas verdes con pocas olas.
El problema es, que este fenómeno no se produce todos los días, ni la mayoría de ellos. Tiene que estar el mar muy alborotado y haber banderas rojas en todas las playas de los alrededores. Dentro de la época estival nos dijeron, que finales de agosto o primeros de septiembre puede ser una buena época para verlos activos. Al menos, desde aquí, se contempla una bella estampa de la línea de la costa.
Como nos sobraba tiempo y antes de comer, hicimos una parte de la senda del Camino de Santiago, que transcurre por varios pueblos de los alrededores. Y después y por caminos rurales y transitando un par de kilómetros por la carretera Nacional, llegamos a Nueva, donde habíamos elegido nuestro alojamiento.
Este pueblo resulta bastante agradable, con algunas iglesias y bonitas casas. Muy buen ambiente y la gran sorprqesa. A algo más de dos kilómetros se encuentra la playa de las Cuevas del Mar, una de las más bonitas, que hemos visto en el Cantábrico. Es amplia, arenosa -aunque con una franja pedregosa- y su nombre hace honor a lo que ofrece: incontables oquedades en una forma de concha.
Aquí debería haber terminado nuestro viaje de una semana, pero..., ¡decidimos quedarnos por la zona nueve días más!
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