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viernes, 1 de noviembre de 2019

Otra de aeropuertos, aviones y controles de seguridad

                                                                       Fotos de aeropuertos

         Para ya, casi finalizar los artículos relativos a este viaje por Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistán, no puedo dejar de referirme -como casi siempre-, a aeropuertos, aviones, controles de seguridad... En este sentido, no hemos tenido demasiada mala suerte, para lo que suele ser habitual. Haber cogido cuatro vuelos y que no nos hayan abierto y esparcido por la cinta y las mesas el equipaje de mano, hoy en día, parece algo casi heroico. Tampoco, fuimos conducidos al control de explosivos, como venía ocurriendo en los dos últimos viajes. Eso sí, en el aeropuerto, de Bishkek, a la vuelta, debimos quitarnos los playeros, aunque de forma amistosa.

          Lo del aeropuerto de Estambul, a la hora de llevar a cabo el tránsito de una zona a otra, si que tuvo condimento. A la ida, dos policías aburridos, ni siquiera miraron la pantalla del escáner por donde metimos las mochilas. Pero, un mes después y ya de vuelta, les habían comprado maquinitas de última generación y estaban ansiosos, como niños con zapatos nuevos (dicho algo antiguo, por cierto, habiendo móviles y tabletas)

        El cacharro estrella, esa especie de cabina de ducha -ya la habíamos visto el año pasado, en Bali-, dónde te meten, te encierran, te hacen abrirte de piernas y levantar los brazos para verte, como Dios te trajo al mundo. Y, total, para no detectarme el dinero de los pies, ni el bolsillo interior. El espectáculo dio para tanto que observamos, como hicieron pasar el control de explosivos a una niña de tres o cuatro años.

        Los  vuelos transcurrieron tranquilos y puntuales, con mejor comida a la ida, que a la vuelta. Por cierto, ¿alguien sabe por qué siempre ponen esos paquetitos de pimiento y sal, que nunca se usan? Y, otra cuestión: ¿porque en la cinta de equipajes, siempre e ineludiblemente, salen primero las maletas de los pasajeros, que no están?

          Últimamente, cada vez que volvemos a España, desde fuera de la zona Shenguen, nos toca lidiar con un policía gracioso, agresivo o meticon. Hace un año, cerca de Navidad, uno nos recriminó, que dijéramos, que veníamos de "Sanjai" tal como se pronuncia en chino, y no, de "Shangái", como opinaba el. Y, en esta ocasión, el madero de turno y sin aviso, le espera a mi pareja: "parece, que viene usted muy enfadada" y ya tienes, que dar explicaciones. No se, si estás cosas se las enseñan en la academia. ¡Que vida más triste!.

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