Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 22 de diciembre de 2019

domingo, 24 de noviembre de 2019

Una escala, en Estambul

                                  Estambul (Turquía)
          Partimos puntuales y llegamos, a Estambul, unos veinte minutos antes de la hora prevista. En total, hemos tardado cinco horas y media, de las urge dormido, casi cuatro y el resto no, porque hay, que atender a la comida. Al revés, que cuando vinimos, está mejor la ensalada -tomate, pepino, lechuga, aceituna negra y cremoso queso-, que el plato principal: una especie de hojaldre relleno de queso y especias y una tortilla francesa de dos huevos, que se pega a la bandeja. Antes de descender a tierra, otro bocadillo de queso. La primera vez, acompaño el almuerzo de vino blanco y la segunda, de cerveza.

          Nuestra escala se va a quedar, en unas 17 horas, si mañana no hay retrasos en el vuelo, a Madrid. ¡Paciencia! Y con el hándicap, que aunque este aeropuerto si dispone de wifi -en teoría, se obtiene un código, metiendo el pasaporte en una máquina-, este no funciona. Al igual, que a la venida.

          Parece,  sin embargo, que nos vamos a entretener. Cuando vinimos y como ya contamos, al pasar la zona de Transfer, de llegadas a salidas, no nos hicieron ni caso. Pero, en el impas de este mes, les han puesto maquinitas nuevas y los policías, se lo están pasando pipa, como niños con zapatos nuevos.

          Han puesto un detector de explosivos y que mejor forma de medir su eficacia, que haciendo pasar por el a una niña de entre dos y tres años, que se queda alucinada, aunque no le da por llorar. Y también han instalado, esa especie de cabina de ducha terrorífica, dónde te hacen entrar de pie y con los brazos hacia arriba, cierran la puerta y te observan, como Dios te trajo al mundo. Por aquí, obligan a introducirse a su madre y para que yo no tenga envidia, que voy detrás, después a mi. La cola, que se ha formado es importante, pero parece darles igual. En cuarto de hora, conseguimos salir de este pesado enredo.

          Nos encaminamos a la oficina correspondiente en busca del vale de comidas. No nos cuesta encontrarla, porque habíamos estado a la ida en ella. Podemos consumirlo -solo uno por cabeza, a pesar de la larguísima escala-, en el Burger King, en Popeyes (una cadena de pollo), en otro de pizzas y en cuarto restaurante de comida local con el que no damos hasta la tarde. Como, cuando fuimos, a Seul, hace ya cuatro años, también tenemos derecho a hotel, pero para eso, hay que entrar en el país y abonar el correspondiente visado. ¡Va a ser, que no!

          Nos encaminamos a la parte de arriba de este funcional y bonito aeropuerto, que es, dónde se encuentran la mayoría de los restaurantes de comida rápida. Alguien se ha dejado una bandeja de pollo crujiente sobre una de las mesas corridas y nos la metemos entre pecho y espalda. Se ve, que a su propietario, no le gusta demasiado el picante.

        El siguiente y entretenido paso consiste, en discutir con el personal del Burger King. Hay una cola tremenda y pasan de atender a los pasajeros, que venimos con el vale, de Turkish y no pagamos en efectivo el dineral, que cuesta la comida en cualquier restaurante de esta terminal aérea. Después de casi diez minutos, nos tenemos que plantar, acudir a las malas formas y de mala gana, nos sirven el menú. Yo no quiero Coca cola, sino  fanta y el chico se venga, diciéndome de muy pésimas maneras, que no está incluida en el lote.

          El susodicho lote consiste en una hamburguesa enorme -supuestamente,vde vacuno-, un paquete de patatas grande y la bebida de más de medio litro, aunque como siempre en estos sitios, la mitad del vaso es hielo. Solo entro a comer fast food en los restaurantes de los aeropuertos y, generalmente y como hoy, con vales de las compañías aéreas, así que a mí, la comida me sabe tan rica. Lastima, que ni hayan incluido algún pastek o helado.

          Completamos nuestra alimentación con las pocas deliciosas delicias turcas -llamadas también, lokum- de los omnipresentes Duty free, mientras damos vueltas y más vueltas y contamos  los minutos, de las que siempre terminamos hartos. ¡Ya podían ponernos un vaso de mojito, como a la ida!

          Tenemos un problema. Solo disponemos de una botella de medio litro de agua para los dos y para el resto de nuestra estancia, aquí. Hay dos alternativas viables: o cambiamos cinco euros para comprar algún refresco o líquido elemento -el agua del grifo en el aeropuerto no es potable- o compramos en la moneda europea, botellas de 33 centilitros de cubata con naranja, lima, melón, mandarina...(unos cinco grados). Cuesta cuatro euros una sola unidad -ya está bien-, pero si compras tres, solo te cobran las dos primeras.


        Finalmente,  no hacemos, ni una cosa, ni la otra, porque nos hemos dejado el abridor de envases de vidrio en el equipaje, que hemos facturado esta mañana. Y la terrible sed de agua, se nos termina pasando, ampliamente, una vez, que nos ponemos a beber vodka en botecitos pequeños, de menos de cien mililitros, que puedes acumular en el equipaje de mano. ¡Los borrachitos nos las sabemos todas, je, je!

 
        Sobre las doce de la noche y después de haber pasado por todos los estados  de ánimo, nos vamos a dormir, dado que el vuelo de la mañana es más tempranero y debemos madrugar. Este aeropuerto está genial para estos menesteres oniricos, porque dispone de enormes planchas acolchadas con espuma interior de diferentes formas y tamaños, dónde te puedes tumbar a tus anchas y a pierna suelta. Nosotros, nos hemos colocado los dos juntos en una redonda de color beige apagado. 

domingo, 10 de noviembre de 2019

Las diez fronteras de este viaje


          Frontera 1°.- Ingreso, en Kirguistán, a través del aeropuerto , de Bishkek. Trámites muy sencillos y rápidos. Te ponen un sello en el pasaporte, que te permite, permanecer dos meses en el país.

          Frontera 2°.- Kirguistán, a Kazakstan, partiendo, desde Bishkek. Trámites sencillos para salir del país kirguiso.


        Frontera 3°.- Entrada, en Kazakstan. Un policía te entrega dos papeles. Uno pequeño, donde debes poner tu nombre y el número del pasaporte y una tarjeta de inmigración ordinaria en inglés y en ruso. El primero, debes devolverlo al abandonar la propia frontera y la segunda, conservarla hasta la salida del país. Registro del autobús a fondo con policías y perros.

          Frontera 4°.- Salida de Kazakstan, cerca de Shymkent. Devuelves la tarjeta de inmigración y te ponen el sello de salida, sin más problemas.

          Frontera 5°.- Entrada en Uzbekistán, cerca de Taskent. Mucha menos burocracia de la esperada. Te ponen el sello y listo, pudiendo permanecer en el país, durante un mes. Ni pasar el equipaje por el escáner -los turistas solo-, ni tarjeta de inmigración, ni controlarte el móvil... Eso si: el registro del autobús es más a fondo, todavía, que en la frontera kazaja y se prolonga por más de una hora.

          Frontera 6°.- Salida de Uzbekistán y vuelta, a Kazakstan por el mismo acceso de manera ágil y sin más trámites, que el sello de partida. Personal muy amable, el uzbeko. En tierra de nadie, registro muy exhaustivo del autobús. ¡Como para llevar algo!

          Frontera 7°.- Ingreso en territorio kazajo, por donde habíamos salido. Se rellena el formulario de ingreso. Si te ponen dos sellos significa, que no has de registrarte en las oficinas de la policía. Si solo te ponen uno y permaneces en el país más de cinco días, si. En este caso, no tuvimos, que rellenar, el papelito pequeño. Puedes quedarte un mes y cada entrada al país, el contador de días se pone a cero. El funcionario se demoró algo en ponernos el sello y tuvo, que consultar dudas con un superior.

          Frontera 8°.- Salida, desde Almaty, camino de Bishkek. Trámites muy sencillos y ágiles, después de entregar la tarjeta de inmigración.

          Frontera 9°.- Entrada, en Kirguistán, cerca de Bishkek. Tan sencillo resulta entrar en este país por el aire, como por tierra. Sello de entrada y listo.


          Frontera 10°.- Abandonamos Kirguistán, a través del aeropuerto internacional, de Bishkek. Sello de salida y adiós.

          Transfer en el aeropuerto de Estambul. A la ida, control rutinario, pero a la vuelta, como les habían comprado maquinitas nuevas -entre ellas, esa especie de cabina parecida a una ducha, en la que te encierran y te desnudan con los ojos-, nos marcaron hasta la extenuación. Menos mal, que nuestra escala era de diecisiete horas.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte III)



      -"Los países de Asia Central, son relativamente difíciles de recorrer de firma independiente, por la falta de información y otros motivos, como el idioma, los transportes..." Eso piensa mucha gente de nuestro entorno y en cierta medida, también lo creíamos nosotros, antes de ponernos manos a la obra.

          La Lonely Planet, de Asia Central, ayuda, claro, que si, pero no son pocas las ocasiones, en las que confunde, más que resultar servicial. Informaciones erróneas o poco actualizadas y demasiada condensación, al tratar cinco países en un único libro no demasiado grueso, son sus principales handicaps.

          Existen algunos buenos blogs sobre esta zona, pero hasta los más actualizados -informaciones de hace un año-, parecen antiguos, dada la velocidad de como evolucionan las cosas, especialmente, en países como Uzbekistán.

        Y por último y ya comentado, las dificultades de comunicación -tanto verbal, como no verbal-, pueden hacer el viaje algo más esforzado -que no, complicado-, de nuevo, especialmente, en Uzbekistán.

          Pero, a pesar de algunas adversidades, que afectan más a la paciencia, que al desarrollo general del viaje, no hay que desanimarse. Podríamos decir, que Kirguistán y Kazakstan son de una dificultad media-baja, porque a pesar de que apenas se habla inglés, la gente es relativamente amable y tratan de ayudarte de cualquier otra forma. No suele haber dificultades para adquirir billetes de autobús o tren en las estaciones correspondientes.

          La dificultad, de Uzbekistán para el viajero experimentado, podemos definirla, como media. No hay problemas con la comunicación en hoteles, hostels o guesthouses, porque hasta en los menos turísticos, chapurrean algo de inglés.

          Si pueden resultar las cosas algo más complejas, cuando se trata de estaciones de transportes -hay en lugares, dónde los empleados, directamente, se niegan a atenderte-, con los taxistas para identificar direcciones -mejor decirselas, que escribirlas- y con la gente de la calle, en general (normalmente, con la más mayor). A veces, hasta cuesta entenderse con la propia policía turística. Pero, como se ha indicado, con un poco de paciencia, se resuelven la mayoría de las situaciones del día a sus. A veces, toca preguntar diez o doce veces, en lugar de un par de ellas, pero se termina avanzando.

          -"En Kirguistán, Kazakstan y Uzbekistán, el cambio de dinero en los bancos resulta muy desventajoso". Realmente, así era hasta hace un par de años, porque la tasa para las divisas extranjeras era tan mala -hasta la quinta parte de la oficial-, que abocaba a los viajeros, ineludiblemente, a acudir al mercado negro, con el correspondiente riesgo. En este sentido y en la práctica, en el único país donde hemos encontrado este tipo de mercado, ha sido, en Uzbekistán (fundamentalmente, en la capital).

          También antes, cobraban una doble comisión, porque tenías, que canjear el dinero, primero a dólares y después, a moneda local.

          Por eso, cambio radicalmente, hace algo más de un par de años, cuando desaparecieron todas esas restricciones abusivas. Hoy en día, el cambio de los bancos es muy bueno en los países visitados, aunque a veces, cuesta canjear mis billetes de 100 o 200 euros, porque te ponen mil pegas o te ofrecen una tarifa inferior.

          Son tan ventajosas las tasas de los bancos con el efectivo, que no merece la pena llevarse el berrinche de las posibles comisiones ocultas de los cajeros automáticos.

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte II)


         -"Acojona bastante, cruzar las fronteras terrestres entre estos tres países, por miedo a quedar en tierra de nadie o ser extorsionados". Esa era, sin lugar a dudas, mi mayor obsesión y no voy a negarlo. Por suerte y al menos en nuestro caso, nada más alejado de la realidad.

          En la actualidad, cruzar por tierra por las cuatro fronteras, por las que nosotros hemos entrado y salido -Bishkek-Taraz, Shymkent-Taskent, Taskent-Almaty y Almaty-Bishkek- resulta bastante seguro, tanto por el día, como por la noche. Es verdad, que los funcionarios no están acostumbrados a los viajeros occidentales, pero tras algunas dudas o consultas con sus superiores, las situaciones terminan resolviéndose, normalmente, de forma favorable.

          Salvo sospechas fundadas o vulneraciones muy evidentes, la policía y sus perros, suelen poner mucho más énfasis y dedicación en el registro de los autobuses -a veces, hasta una hora de inspeccion-, que en el de los viajeros y sus equipajes.

          No vimos el menor atisbo de extorsión en ninguna de estas líneas fronterizas. Como anécdota, sirva contar, que en las fronteras, de Kazakstan, aparece escrito de forma muy visible un número de WhatsApp, dónde puedes comunicar cualquier incidencia o situación anómala con los funcionarios de turno. La pena es, que en ninguna de ellas disponen de conexión wifi. Por lo general, los polis de fronteras, suelen ser bastante educados y escasamente, intimidatorios. Sin duda, ¡se trata de una buena noticia!

          -"En Kazakstan, Uzbekistán y Kirguistán, deberías tener más miedo a la policía,vque a los delincuentes". También iba yo con esa mosca detrás de la oreja y para nada, aunque con matices, que se explican a continuación.

          Es cierto, que en algunos países -especialmente, en los que formaron parte del antiguo bloque del este, zona de influencia de la U.R.S.S.- y desde hace décadas, la policía ha tenido, más veces de la cuenta, la tentación de completar sus miseros sueldos con extorsiones a los viajeros, especialmente, mediante la retención de los pasaportes, hasta que consiguen, hacerse con una cantidad fmde dinero (10 o 20 dólares o euros). A veces, también, te acusaban de haber cometido algún delito menor.

        En la actualidad, en Kirguistán y Uzbekistán, ni hemos detectado ninguna situación de este tipo, que mis haya ocurrido a nosotros o a los escasos viajeros, con los que hemos coincidido por el camino. Es más, en ambos países, la policía ha resultado amable con nosotros y nos ha resuelto más de una situación, especialmente, relacionada con la falta de orientación o búsqueda de direcciones.

          En Kazakstan, por el contrario, si tenemos, que dejar constancia, de un incidente sospechoso, que sufrimos, en Almaty, dónde fuimos perseguidos, durante un buen rato por tres policías -aceleraban o disminuían la marcha, según lo hacíamos nosotros-, que más bien, llevaban uniforme de antidisturbios. La situación resultó ser tensa y pudimos superarla, gracias a que nuestro hotel estaba cerca y conocíamos el camino.

          De todas formas, resulta recomendable llevar una foto del pasaporte en el móvil o una fotocopia en papel y mostrarlas, antes que el original. Si no aceptan esto, es preferible solicitar, que te lleven a comisaría en un medio de transporte público, con el fin de evitar ser extorsionados en plena calle.

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte I)


         En esta ocasión, esta sección no va a ser tan dilatada, como en otros viajes. Y la razón es muy simple: las TAN son unas auténticas desconocidas para la inmensa mayoría de la comunidad hispana, por lo que, normalmente, no tenemos muchas ideas preconcebidas sobre esta zona del planeta.

          De todas formas y después de las experiencias vividas, os animamos,  a que os lanceros a la aventura de viajar por esta muy interesante área, de Asia Central, a descubrir esos mitos y falsas verdades por vosotros mismos.

          Este epígrafe, al contrario, que en relatos anteriores, no lo vamos a hacer, país por país, sino en conjunto, especificando, eso sí, las particularidades en cada nación, si es que las hubiera.

          -"Los habitantes de las TAN son muy parecidos a los rusos, debido al dominio, durante décadas, de la Unión Soviética": Básicamente, no es así, ni físicamente, ni en los rasgos del carácter, aunque si hablan el idioma (no hemos estado en Rusia, pero si conocemos a mucha gente, que ha estado)

          Los kirguisos y los kazajos -por lo general, aunque también hay mezcla, como en todas partes-, presentan más rasgos asiáticos, que rusos o europeos. En Uzbekistán, si que son algo más parecidos a estos dos. Y en cuanto, al carácter y la atención a los viajeros, son también mucho más abiertos, que los rusos, en los dos primeros países. En Uzbekistán, no es que sean antipáticos -a veces, un poco-, sino que se sienten muchas veces desbordados y bloqueados, incluso, ante gestos o dibujos. Resulta curioso, porque se trata del país más turístico de los tres. La explicación viene dada, porque ese turismo es, fundamentalmente de grupos organizados, que no se relacionan con la población local.

          Lo que si se asemeja bastante al estilo soviético, es la estructura de las principales ciudades. Como nota negativa, sus edificaciones, casi iguales, son frías, impersonales y feas. En cuanto a lo positivo, se encuentran llenas de parques -normalmente, bien cuidados- por todas partes.

          -"Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistan son países, que profesan la religión musulmana": Para ser más exactos, si podríamos decir, que vienen de tradición musulmana, como denota, el gran número de mezquitas y madrazas, sobre todo, en Uzbekistán. Aunque, también no es menos cierto, que la mayor parte de ellas, se encuentran cerradas para el culto.

          En la actualidad, los pesados pilares del Islam, no sustentan casi nada en estas tres naciones, a pesar de que turcos y emiraties, se esfuerzen en invertir millones y millones de euros en construir mezquitas modernas, que casi no visita nadie.

          Las mujeres jóvenes y de mediana edad, en estos lugares,van sin hijab y entre las de más edad, hay de todo. La carne de cerdo se encuentra presente en todos los mercados casi sin excepción. Las bebidas alcohólicas -especialmente, el vodka-, se encuentran en casi todas partes y a muy buen precio, siendo un poco más difícil, en Uzbekistán, dado que no las comercializan en los supermercados. Y los San Viernes -tan venerados, en Musulmania-, son como otro día cualquiera, siendo el de descanso, el domingo.

          -"La burocracia puede llegar a ser desesperante, en estos tres países". Hasta yo lo pensaba, antes de viajar y de hecho -ya hemos anticipado bastante sobre este tema en la introducción-, hasta no hace mucho tiempo, debía de ser así.

          Si es verdad, que en Uzbekistán, hay situaciones, que desesperan, como que tengas, que pasar tres o cuatro controles de equipajes, billetes y pasaporte para subir a un tren o tener, que amontonar, uno sobre otro, los papeles de los registros de los hoteles, pero es que hasta no hace mucho, la cosa debía ser mucho peor. Y si no, leeros algunos blogs con artículos de hace tan solo un año.

          En Kazakstan -de facto, aunque no se ha anulado la normativa, legalmente-, ya ni es necesario, registrarse en las oficinas de la policía, ni siquiera si entras por las fronteras terrestres, si te han colocado dos sellos en la tarjeta de inmigración, que te dan a la entrada al país y que debes entregar a la salida.

          Afortunadamente  para los viajeros, en Kirguistán, hace ya mucho tiempo, que se olvidaron de la burocracia.

viernes, 8 de noviembre de 2019

El viaje, por Asia Central, en cifras


        -31 días de emocionante aventura, a través, de Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistan. En todos los casos, se trata de destinos nuevos, que no habíamos visitado con antetioridad. En la actualidad, oscila entre 132 y 150, los países en los que hemos estado en nuestras vidas, dependiendo de las distintas fuentes, que consultes.

          -Un total de 5.000 kilómetros llevados a cabo -por carretera o vía ferrea-, para un total de diez destinos distintos visitados, que nos sirvieron para hacer más de seiscientos disparos fotográficos. En esta ocasión y como viene siendo norma en casi todos los viajes, no tuvimos ningún problema con la cámara de fotos, ni con personas particulares, ni con funcionarios públicos o instituciones. ¡Menos mal!.

       Pernoctamos en doce establecimientos diferentes, la mitad de ellos, en Kirguistán y la tercera parte, en Bishkek. En esta ciudad dormimos hasta en cuatro lugares diferentes y no dimos con el adecuado, hasta dejarnos caer por el último, que cuenta con un desayuno excelente. El alojamiento  más caro, lo pagamos, en Bujara, donde abonamos 20 euros por una litera y una cama. Mientras, los dos más baratos, se ubican en Bishkek; 8,5 por una habitación doble. La relación calidad precio resulta, en términos generales, bastante adecuada en los tres países. Los mejores: el de Jiva y el de Bujara. El peor, el de Naryn.

          Cabe destacar, que la razón de que el hospedaje, en Uzbekistán, tenga un coste más elevado, no es por gracia de los hoteles o hostels, sino por los malditos impuestos, de dos euros por persona y noche, que a veces, suponen la tercera parte del importe total de la estancia. Además, en este país, siempre suelen incluir el desayuno, normalmente, bastante aceptable.

        -10 noches de este periplo transcurrieron sin alojamiento. Tres fueron en aeropuertos, cuatro en autobuses, dos en tren y una en avión. Evidentemente, son demasiadas, dado que han supuesto una de cada tres, pero resultaba algo inevitable, si queríamos evitar los pesados transportes diurnos. Afortunadamente y en esta ocasión, no debimos estar tirados ninguna noche en la calle, aunque si un par de horas en una gasolinera, de Naryn, a cinco grados.

          -En los treinta y un días de viaje, gastamos un total, de 1.387,64 euros, lo que supone un presupuesto de risa y más, si descontamos, que más de la mitad del gasto -744 euros-, lo supusieron los aviones. De los 593,96 restantes - no contamos el importe de los ALSA, a Madrid-, el alojamiento se llevó, 245,95; el transporte, 183,85 y los gastos generales, 164,16. Descontando los vuelos, la media de gasto diario resultó ser, de 19,16 euros.

          -Invertimos la friolera de 113 horas y 37 minutos en medios de transporte, que no son pocas para un periodo de un mes, porque saldrían casi cinco días enteros consecutivos. En esta ocasión, incluido todos los medios de transporte (hasta los taxis y otros trayectos locales en autobuses).

domingo, 3 de noviembre de 2019

Como surgió este viaje y los pilares, que lo han cimentado


          Una vez finiquitado el viaje de diecisiete días, por Centroeuropa, en los albores del verano, decidimos dedicar esta estación al descanso y aguardar el arranque del noveno viaje largo para primeros de septiembre. Teniamos la idea inicial, de volver al sudeste asiático por enésima vez y explorar de oeste a este, Indonesia, hasta llegar a Nueva Guinea Papúa. Añadiríamos países nuevos, como Timor Oriental y Maldivas.

           Pero algunos acontecimientos y pensamientos comenzaron a hacer vitae este plan, a finales de agosto. La inactividad y la vagancia habían propiciado, que se nos hubieran echado las fechas encima y si queríamos hacer un periplo en condiciones, deberíamos incluir las Navidades, cosa, que nuestra sobrina no nos iba a "permitir". Además, surgió un asunto inaplazable, que tendria, que ser resuelto un situ, a finales de octubre. Y por último, el programa de las Ferias, de Valladolid -entre el 6 de septiembre y el 15-, pintaba muy bien para pasarlas fuera.

        Conclusion: deberíamos rehacer nuestro proyecto y optar por un viaje de uno o dos meses a destinos diferentes.

          La idea de visitar algunas de las "TAN", venía rondando por mi cabeza desde hace tiempo, pero tenía pocas esperanzas de acometer está aventura  en el corto y/o medio plazo. Por una parte, no nos gusta viajar a los países, que nos lo ponen difícil. Turmekistan, es casi imposible visitarlo por libre, a no ser en un periodo de tránsito de cinco días, como máximo. Tayikistán, requiere de un visado -se puede hacer on line- y de permisos especiales para recorrer la zona de la carretera del Pamir. Y Kazajistán y Uzbekistán, también precisaban de costosas y burocráticas visas, además de registros en la policía, en los hoteles y fronteras casi inaccesibles por tierra...

          Tan solo, Kirguistán, desde primeros de 2.012, pone las cosas sencillas y puedes permanecer en el país sin más trámite, que traspasar la frontera, durante dos meses.

          El otro inconveniente era mi pareja, que sin motivos justificados y por causas exclusivamente emocionales, se negaba, erre, que erre y sistemáticamente, a embarcarse en un periplo por esta atractiva zona del planeta. Debo decir, que convencerla no fue sencillo, aunque si, lo que llevo menos tiempo.

          Y la fruta fue madurando. En enero, de 2.017, el gobierno de Kazajistán, eliminaba la necesidad de visado para un montón de países, aunque mantenia los registros en la policía local para las entradas por frontera terrestre, como podía ser nuestro caso, para estancias de más de cinco días. En la actualidad, aún han mejorado las cosas. Si entras por tierra y te ponen dos sellos en la tarjeta de inmigración -asi nos ha ocurrido a nosotros-, se da por hecho el registro.

          En febrero y tras un cambio de gobierno -sigue siendo una dictadura- , se dulcificaron enormemente las condiciones de entrada, a Uzbekistán. ¡Ya no había excusa posible!  Se elimina el visado para 45 países -incluido, España- y aunque, se mantuvo la orden de recopilar los papeles de registro en cada hotel, hoy en día y en la práctica, no los piden (de todas formas, mm o está de más solicitarlos, porque los establecimientos los siguen entregando y así, uno se cubre las espaldas.

          En este país y ahora, el acceso por las fronteras terrestres es sencillo. Nada de registros severos de equipaje, de mirarte las fotos del móvil para ver si llevas imágenes comprometedoras o pornográficas o cualquier otra traba burocrática. A nosotros, nos preguntaron si eramos turistas y tras nuestra respuesta afirmativa, nos dijeron, que no pasáramos el equipaje por el escáner, como el resto de viajeros. Según relatos viajeros de no hace demasiados meses, la situación era bien distinta y más difícil.

          Otro escollo muy molesto, en Kazajistán y Uzbekistán, que fue salvado hace dos o tres años, era el del cambio ficticio, que aplicaban los bancos, que suponía,que te dieran, la quinta parte del dinero real al hacer el canje de divisas. Ello suponia, en la práctica, tener que acudir al mercado negro con los riesgos ya conocidos, que conlleva. Ahora, las tasas del efectivo son excelentes en los tres países, lo que hace innecesario el uso de cajeros.

          Ya solo quedaban dos dilemas por resolver: el de saber a qué país volar y establecer la duración del viaje y no tardaron demasiado, en disiparse. Ya os adelanto, que lo más barato en todos los casos, es tomar un vuelo, a Bishkek (Kirguistán). Por lo demás, consideramos, que 31 días eran suficientes, para la visita a Kirguistán y Uzbekistán. El viaje se puede hacer en menos tiempo, pero preferimos no estresarnos. En un principio, no contábamos, con Kazajistán, pero como el bus, que va desde Bishkek, a Taskenk, pasa si o si por este país, cambiamos los planes y decidimos acometer parte del sur de esta nación tan grande (la novena del mundo).

          A lo largo del relato de este viaje, ya iremos desgranando -sobre todo, en la parte general-, las características o pilares básicos, que van dado forma a este periplo. Pero, por resumir las ocho fundamentales, diremos:
-Extrema facilidad para entrar por vía aérea, en Kirguistán y para cruzar las diez fronteras terrestres, que hemos atravesado (algunas han sido repetidas).

          -Trsnsportes de larga duración y distancia muy adecuados, especialmente, los trenes, en Uzbekistán -los hay de alta velocidad y llevan firma española-, aunque, igualmente, los autobuses grandes. No ocurre lo mismo con las marshutkas, sobre todo, en Kirguistán.

          -Presupuesto muy bajo -poco más de 600 euros para un mes, sin incluir los vuelos. Y, como ya se ha dicho, dinero solo en efectivo, dada la alta seguridad diurna y las tasas favorables de cambio.

          -Haber tenido, que recurrir de forma masiva, al alojamiento en hostels -la mayoría de las veces, en dormitorios compartidos- en Uzbekistán y Kazajistán. No así, en Kirguistán, dónde todo fueron habitaciones dobles.

          -A diferencia de lo contado por otros viajeros, no hemos tenido problemas con la policía en materia de sobornos u otros, aunque estuvimos a punto de padecerlos, en Almaty (Kazajistán).


        -Alimentacion muy repetitiva, aunque aceptable y vodka y cerveza en cantidades industriales (algo más difícil, en Uzbekistán, pero no mucho). Y todo ello, a unos precios muy interesantes.

          -Mi pareja volvió a liarla parda y a golpe de vodka, se cargó uno de los días teléfonos móviles. Es casi una tradición, durante el último lustro, regresar de los viajes sin uno o sin los dos. Tuvimos cobertura en los tres países. Es curioso, que Simyo, ofrezca señal, en Kirguistán y no, en Australia.

          -Muchas dificultades de comunicación, sobre todo, en Uzbekistán. Ni siquiera es fácil por gestos o dibujos, porque se cierran en banda.