Esta y las siguientes nueve son, de Santiago de Compostela
Cuando el lunes pasado vi irrumpir a
Hugo Silva -Pachino, en la serie-, en “El ministerio del tiempo”,
vestido con sus ropajes ochenteeros, tuve que acudir a nuestros
álbumes más viejos para constatar, que realmente, los encargados de
vestuario de la magnifica ficción de Televisión Española, habían
dado en la diana. ¡Clavadito!. A ver si los guionistas del serial,
nos muestran el número de puerta para retornar a aquella época.
Y es, que aunque todos recordamos los
ochenta y los primeros noventa por la fresca, divertida y magnífica
música patria -bandas, que casi aprendieron a tocar poco a poco,
disco a disco-, por la Movida Madrileña o por las nulas
prohibiciones -que hoy asedian a los jóvenes-, mientras no te
metieras con nadie, esa era también tuvo su propia puesta en escena
y su vestimenta, como factor a tener muy en cuenta.
Zapatos de plataforma, botas
“pisamierda” y botines, pantalones de pitillo y ceñidos -en el
caso de los vaqueros, con un color azul añil clamoroso-, minifaldas
y chupas vaqueras -en el segundo caso, o muy anchas o estrechísimas,
pero sin punto intermedio-, faldas largas de altos vuelos, camisas de
cuadros -estilo leñador de la América profunda- o estampadas y
camisetas ceñidas -hasta para los hombres, fulares y pañuelos,
hombreras prominentes, pulseras de cuero por decenas, pelo cardado
-llamado también, frito-, gabardinas o abrigos “gguardapolvos”
-hasta las rodillas-, coreanas... ¡Y `podríamos seguir!. En general
y viendo las fotos de aquella época, creo que tanto chicos, como
chicas, presentábamos una estética más macarra y trasgresora, que
la del siglo XXI.
Al hilo de la ropa de entonces, me da
para escribir el último post vintage -prometido- en varios meses y
esta vez, versa sobre nuestros viajes nacionales en los últimos tres
años de carrera y en la primera época laboral, en la capital del
reino.
Como tuvimos la suerte de disfrutar de
tres becas -entre los dos, siendo dos estatales y una privada- para
estudiar, en Madrid, acometimos una situación económica
envidiable, que sin dar palo al agua, no sólo nos permitía salir a
quemar la capital los fines de semana o festivos -finalmente, hasta
los jueves, que se puso de moda-, sino viajar en cada puente,
soliendo alargarlos un par de días. ¡Lo mismito, que disfrutan
nuestros sufridos estudiantes de estos convulsos tiempos!.
Sé, que me pueden llover las
críticas, por gastarme en fiestas y viajes el dinero del Estado.
Pero la cosa funcionaba así: si cumplías los requisitos económicos
y aprobabas todas las asignaturas, la Administración no se metía en
tu vida.
A tan acelerado ritmo, España se nos
quedó pequeña en pocos años. Visitamos la Barcelona preolímpica y
de Gaudí, aunque nos desagradó, que no pusieran tapa con el
botellín o tercio (que allí llamaban quinto o mediana). Nos las
cogíamos tan gordas, que una noche acabé en un desaliñado bar, a
cuatro patas, buscando una lentilla, que a la mañana siguiente
apareció dentro del ojo.
La Visita a Santiago de Compostela se
convirtió en muy recurrente, precisamente, por lo contrario de
Barcelona: Extraordinarias tapas con el Ribeiro o el Albariño y muy
contundentes raciones. La primera vez, que nos dejamos caer por allí,
corría octubre de 1.989 y le prometimos al -por entonces, olvidado-
Santo, retornar tras 50 años. Lo haremos, en 2.039, pero de
momento,, ya hemos regresado más de 20 veces. Enseñad nuestra foto
en los bares de las ruas del Franco y la Raiña y seguro, que nos
conocen los camareros más veteranos del lugar (hace ya unos ocho
años, que no hemos vuelto), pero tenemos constancia, de que la cosa
ha cambiado..
Esta y las dos siguientes son, de Barcelona
Granada nos fascinó por su gente, sus
atractivos turísticos y las tapas más generosas, que hayamos
engullido jamás. Yo me preguntaba: ¿Cómo es posible que aquí
pongan estos pinchos tan memorables y cierren a mediodía, siendo el
negocio rentable y en Valladolid, ni lo uno, ni lo otro?. Aún sigo
sin respuesta.
Y, paulatinamente, cayeron Toledo,
Ávila, Segovia, Salamanca, Sevilla, La Coruña, Lugo -tapas
excepcionales-, Santander, San Sebastián, León -muy buenos
pinchos-, Córdoba... Llegada la mitad de la década de los noventa,
podríamos haber redactado con éxito una guía gastronómica y de
garitos -no sé, si se sigue utilizando esta palabra- de casi toda
España.
Y siempre, guiados por el mismo
patrón, para no despistarnos. A saber: pensión de mala o regular
muerte, visitas desde el mediodía hasta la hora de comer y a media
tarde, menú del día económico y generoso y cervezas y copas hasta
el amanecer. Y, cómo podéis ver, estábamos delgados.
Como cabía suponer, este país ha
cambiado mucho en estos 25 años. Para bien y para mal, así que no
hay, que dramatizar. Ha mejorado muchísimo el aspecto urbanístico
de las ciudades. Los sucios, viejos y caóticos cascos históricos de
la época, se peatonalizaron y remozaron, haciendo de localidades,
como Bilbao, Sevilla o Valencia -por poner tres ejemplos- auténticas
joyas para el viajero (algo paralelo ha pasado, en Italia).
Las tres siguientes son, de Madrid y la de arriba, de Vigo
Pero la cosa ha empeorado muchísimo
en cuanto a la diversión, que ofrecen las urbes, sobre todo para los
jóvenes, limitándolos al botellón -que nosotros ya hacíamos, como
no única opción, en lugares públicos y sin que nadie se asustara-
y a actividades culturales gratuitas a las que no van, porque no
están pensadas para ellos.
La De abajo es, de Sevilla
Muchas de las zonas de vinos y copas
se han transformado o han desaparecido y los precios -democráticos,
antiguamente- se han puesto imposibles para buena parte de los
ciudadanos. Una caña en un bar costaba 30 céntimos, en 1.989. Hoy
en día, como mínimo -y salvo recientes opciones low cost, ha
quintuplicado su precio. Si la carne hubiera hecho lo mismo, un kilo
de unos filetitos de ternera valdría 30 euros, en 2.016
Siempre digo, que a mi la propina del
instituto -de tipo medio- me daba para fumar durante toda la semana y
salir viernes y sábados. Creo, que para seguir nuestro ritmo, hoy en
día, harían falta setenta u ochenta euros semanales. El actual
barato acceso a la nueva tecnología es estupendo, pero no podemos
descuidar los foros públicos de contacto físico y mandar a los
jóvenes a un parque, a darse al biberón. Barcelona
8 comentarios:
Hola.
Tal como escribiste, Santiago decayó bastante en los últimos años por la subida de precios.
Saludos
Buenas noches
Entretenidas reflexiones llenas de emociones y nostalgia. Pero hay un par de cosas en las que no puedo estar de acuerdo. No es ético, aunque sea/fuera legal gastarse las becas en fiestas o viajes. Es mi opinión.
Por otro lado, no comparto esa visión tan positiva que tienes de la juventud actual, a la que consideras una víctima y más cuando creo que, no tienes hijos. Algunos padres podríamos darte otra versión bien distinta.
Saludos y buenos viajes!.
La ventaja, que tengo es, que sigo pensando lo mismo, que en aquella época y no necesito justificarme o hacer memora. La ética es un concepto muy etéreo, que en aquella época daba hasta para una asignatura anual, para quienes no querían estudiar religión (no sé ahora). Nosotros huimos de ataduras y la ética lo es. A mi, me basta con vivir respetando a los demás y cumpliendo las leyes (que eran más ecuánimes entonces, que ahora). Porque hoy los jóvenes tienen muchas cosas simples, sencillamente, prohibidas. Y si os apetece, amplio argumentos.
Respecto al segundo punto, si que deseo explayarme y por partes.
No ser padres, no sólo no nos da derecho a no opinar, sino que nos quita del día a día de los que lo sois. De esas broncas, frustraciones o incomprensiones mutuas diarias, que deterioran las relaciones familiares.
Yo te doy datos objetivos, porque hemos sido jóvenes e hijos y recordamos nuestros sentimientos y vivencias, cosa, que muchos padres no hacen. La memoria es débil, cuando uno vive estresado por el puñetero día a día y cuando no recuerda ni por asomo, que tuvo 16 años..
Nosotros pertenecemos a la privilegiada generación española, que ha vivido mejor, que sus padres e infinitamente mejor, que sus hijos. Mamamos la democracia en versión original, las libertades de hacer lo que nos daba la gana -sin perjudicar a los demás- y los sueños y las esperanzas.
Eso, hoy en día, los jóvenes no lo pueden disfrutar. Te puedo poner ejemplos, desde lo grande a lo pequeño. Lo grandes es, que nadie se preocupa por ellos. Lo pequeño resulta ser, que son marginados hasta en eventos festivos.
Pongo un ejemplo y voy terminado, de esto último. Valladolid, San Juan, de 2.015. Lluvia intensa, puestos carísimos de comida y bebida en la zona oficial y cuatro gatos (dos de ellos, nosotros). Cruzando un puente y en otro gran parque colindante, unos 3.000 jóvenes, a los que ni siquiera se les había puesto un baño público para orinar, aguantaban el chaparrón, como podían y haciendo botellón civilizado. No nos engañemos y opinemos, sin ver, desde el sofá de casa, que son la mayoría, porque nosotros, a veces, nos juntamos a ellos y no nos rechazan. Más bien, nos consideran los padres, que nunca tuvieron.
Perdón por la longitud de este comentario.
Saludos.
Es muy discutible, sobre todo opinando sin conocer los datos, si es ético o no gastarse el dinero de las becas en fiestas o viajes. Pero la pregunta principal, a mi modo de entender, sería: gracias a ese dinero conseguiste estudiar y aprobar una carrera, que de otro modo no hubieras podido? y también, gracias a esa beca, tus padres pudieron emplear el dinero en otras coas importantes para la familia?
Ahí dejo esas cuestiones. Si tu deber es estudiar y sacar bien los cursos en Junio, no veo donde está el problema de gastar el dinero en lo que a ti te gusta.
Saludos
Nerea
Buenas,
En nombre de la moral y de la ética se han cometido y se siguen cometiendo tantas aberraciones y abusos en este nuestro mundo, que ni caso.
Saludos
Gracias por los comentarios, chic@s y saludos.
Madre mía, lo que ha cambiado el mercado de la Boquería. Parece sacado del Cuéntame, ja, ja. Saludos
Ja, ja. Creo, que al eterno Cuéntame, aún le falta un lustro para llegar a esta foto, datada en 1.990. Pero, si es cierto que la Boquería ha cambiado muchísimo. De mercado tradicional, a reducto-trampa para guiris de fácil afloje de cartera. De ambas formas tiene su encanto.
Saludos.
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