Desde que llegamos a Líbano –con la excepción de la animada,
Trípoli-, tenemos la sensación de estar vagando por ciudades fantasma, también
en Chipre. Tras ocho días, la visita a Nicosia, fue un impás en el infinito fin
de semana, que nos ha atrapado en su bucle.
Todo comenzó con la huelga del
transporte público en Beirut, que generó una total inactividad, El viernes, la
habitual festividad religiosa de los musulmanes, que dio paso a un sábado a
medio gas –desde el mediodía paralización absoluta-, para enlazar con la
jornada de descanso dominical.
Esta nos
pilló ya en Chipre, pero hubiera ocurrido lo mismo en el país vecino. El lunes,
calma casi total, a la espera de celebrar la jornada siguiente, el Día del Trabajo.
Y, ¿el miércoles?. La tradición arraigada local, es cerrar todo el comercio por
la tarde, incluidas las grandes superficies, desde las tres.
Ante estas perspectivas, no es de
extrañar, que dos de los principales negocios –hasta en las localidades más
pequeñas-, en territorio chipriota, sean las casas de apuestas y las tiendas 24
horas. Las primeras, para llenar tanto ocio. La segundas, obviamente, para
aliviar las carencias del consumo, al estar los establecimientos del ramo,
cerrados.
Lárnaca
En Limasol,
el jueves y a pesar de ser laboral, vivimos las mismas sensaciones
fantasmagóricas: locales en renta, tiendas navegando en la marejada de la
crisis y tres elementos, incomprensiblemente característicos, de esta anodina
ciudad: abundancia exagerada de minimarkets –vacíos y desabastecidos-, terrazas
–con menos de un 5% de ocupación y precios estratosféricos, a diferencia de lo
que ocurre con el transporte y el alojamiento- y parkings por todas partes
–estos sí, llenos-, porque circular en automóvil, parece, a simple vista, la
principal actividad del país.
Limasol es
una ciudad, ni fu ni fa. Cuenta con un casco histórico pequeño, pero cuidado y
agradable, aunque sin ambiente alguno. Actualmente – y como en casi toda la
ciudad-, su puerto antiguo está en obras y con los accesos tapiados. Esto
tampoco ayuda mucho.
Nicosia es
hoy en día, la única ciudad dividida del mundo, bajo dos regímenes
administrativos diferentes: el chipriota y el turco. Sería igual de fantasmal,
que el resto del país, sino fuera por los numerosos grupos de turistas, que
visitan la zona sur y el ambiente más oriental y vibrante, del área ilegalmente
ocupada, por Turquía. Aquí, aunque tímidamente, es posible ver puestos
callejeros, algún mercadillo, los niños tratan de sacar algo al viajero, las
tiendas están más vistosamente montadas y ocupan las aceras y la gente, charla
amigablemente en la vía pública.
Estos
conceptos, son impensables, en la sosa parte chipriota. Lo que si comparten
ambas zonas, es la belleza patrimonial, fundamentalmente en iglesias –unas
cuantas reconvertidas en mezquitas- y algún que otro maravilloso Kan.
Para transitar de una zona a la
otra, es necesario el pasaporte y rellenar un formulario. Aunque los sellos,
sólo te los ponen en este último.
Alrededores de Lárnaca
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