Como, no somos especialmente apasionados por la montaña y menos, en la estación del año, que estamos -ya casi invernal-, Pokhara nos sirvió más como retiro y descanso, que como cualquier otra cosa. Desde allí, partimos hacia Katmandú, en un microbús nuevo y en un viaje algo más llevadero, que el anterior, aunque recorriendo los mismos paisajes y pueblos y la continuación del maravilloso río y la espectacular garganta, que nos acompañó en buena parte del periplo, que nos trajo desde la frontera con India. Hoy, la niebla afea más el panorama e impide, ver nítidamente los supuestos precipicios de la transitada carretera, que nos conduce a la capital del país, tomando un desvío, a mitad de camino. Kathmandú
Nuestra primera impresión, nada máss bajar del micro, es la de que se trata de una ciudad-cacharro. La segunda, es la constatación de la anterior, ya que contemplamos toneladas de hormigón desordenado, que jalonan las vías de circulación, mientras nos vamos acercando al centro. Kathmandú
Otra vez, nos toca hacer un país, sin guía alguna. La única información, que tenemos de la ciudad –obtenida de extranjis en una librería de ejemplares de segunda mano, de Pokhara- es que la zona de los guiris –alojamientos, restaurantes y tiendas- se llama Thamel.
¡Por Dios, que no llueva!, como ha ocurrido todos los días, desde que llegamos a Nepal. Como lo primero es lo primero, buscamos un sitio para comer, donde almorzamos muy correctamente, aunque para variar, nos toca pelear el precio y el numero de piezas de pollo, previamente negociado: “¡Qué recuerdos de Etiopía!”.
Afortunadamente, la zona de Thamel, no está a más de 3 kms, de donde nos hallamos, pero el acceso, a través de una calle infernal –en la que sufro una aparatosa caída-, no nos pone las cosas fáciles.
Kathmandú
Kathmandú
Thamel, es una zona destinada para los extranjeros, -aunque, la verdad es, que no hay muchos y tampoco se los espera-, con tiendas de todo tipo, restaurantes, garitos de cambio, agencias de viaje, alojamientos…Todo, supuestamente acondicionado para el turismo, sino fuera por el agresivo y molesto tráfico, por los barros, las baldosas levantadas y por la ocasional basura de algunas zonas. ¡Otra nueva imitación de khaosan!. Aunque, sin las comodidades, servicios ni precios de la añorada y odiada zona, de Bangkok. Al menos ni hoteles, ni restaurantes, ni tiendas, se descuelgan con las desorbitadas tarifas de Pokhara.
Fuera de guirilandia, Katmandú, sigue con su caos rutinario. Pero, al menos existen aceras y pasos elevados. Tras varias visitas menores, quedamos maravillados por el complejo de templos, de Durbar Square, ubicados en las propias entrañas de la ciudad. Casi sin quererlo y sin demasiado esfuerzo, nos hemos colado y nos ha salido gratis, ahorrándonos las 400 rupias de la entrada. De todas formas, no me parece nada bien, ni normal, que a los extranjeros, nos cobren por acceder a una plaza pública. ¡Nos iríamos acostumbrando –y colando, otra vez, porque no es muy difícil-, a lo largo de los siguientes días.
En esta maravillosa ciudad, hemos solventado parcialmente nuestro síndrome de abstinencia de mercados, tanto de los que se encuentran, dispersos por el suelo, como de los de más postín, que rodean los templos.
2 comentarios:
Este post, originariamente, fue escrito el 23 de noviembre de 2.011
¡Hola, Eva!
Ya estoy leyendo tus relatos, muy entretenidos y también muy útiles. De a poco iré recorriendo todo tu blog.
Muchísimas gracias por la info, y sigue escribiendo sobre tus viajes, que es un placer leerte.
Saludos,
Diego.
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