sábado, 26 de agosto de 2023
jueves, 24 de agosto de 2023
Noja
Según un artículo, que publicó El País, el mismo día, que arribamos a Noja, este pueblo cántabro cuenta con 3.000 habitantes en invierno, que se transforman en 100.000, en verano. No obstante, salvo los domingos y festivos -los domingueros, especialmente las familias, causan muy molestos estragos -, resulta un lugar relativamente tranquilo en sus playas, calles, bares o restaurantes y caminatas cercanas.
Noja no es lugar, ni para jóvenes -salvo, los que van con sus padres-, ni para pobres. El sábado 11 de agosto y según Booking, la habitación más barata costaba 251 euros y distaba diez kilómetros del centro o de las playas, en un lugar alejado del mar. Como podéis entender y hasta cuándo pudimos - no hay demasiada animación nocturna, aunque os pueda sorprender-, pasamos la noche tomando algo y después, dormimos sobre la arena de Trengandin ,(nos picaron insectos desconocidos en las manos y los pies).
Noja se vértebra en torno a su enorme plaza principal -donde se ubica la oficina de turismo, de amplio horario -, aunque resulta enormemente dispersa y desigual, en cuanto a sus construcciones. Los veraneantes de más posibles y los de más edad, ocupan los no muy numerosos hoteles y los masivos apartamentos, mientras un público más popular, abarrota los numerosos campings cercanos. Su atractivo turístico principal es el bello palacio del Albaicin, con un cuidado jardín, plagado de creativas esculturas, mejor o peor elaboradas.
Además de sus dos espectaculares y bravías playas, Noja tiene unos cuantos senderos o circuitos para deleite de senderistas y paseantes, ninguno de excesiva dificultad. A unos diez kilómetros, se encuentra la localidad de Bareyo, desde donde parten otras cuantas rutas a pie, a lugares diversos. Por lo que estar una o dos semanas en la zona, si se dispone de músculo financiero, claro -los bares y restaurantes tienen precios imposibles, aunque no tanto, como en Menorca y hasta los supermercados son un 20% mas caros, que en Santander -, no resulta ningún disparate quedarse en la zona, durante una o dos semanas, sin faltar actividades.
Bajando desde la plaza principal, hacia el mar, se encuentra la impresionante y extensa playa de Trengandin. Hacia la derecha y si se va por la arena, se transita a través de las marismas y pequeñas dunas Victoria, durante largo rato, hasta que los recovecos del agua te impiden seguir. Si vas por fuera, siguiendo la carretera, se llega hasta un puente romano, después de dejar atrás un enorme parque y unos garitos vintage -no en el precio -, que funcionan por la noche con musicas ochenteras y con estética norteamericana de los cincuenta o sesenta.
Hacia la izquierda, se encuentra la inigualable y salvaje playa de Ris. Se puede llegar a ella, callejeando o mejor, por un sendero natural -treinta o cuarenta minutos de caminata, dependiendo de las paradas o del ritmo -, desde donde se contemplan escarpados y elevados acantilados agitados por las impetuosas olas y calas solitarias, a veces, cubiertas por la marea. No es un recorrido peligroso , ni esforzado, pero ojo los que vayáis con niños o perros.
Siguiendo el curso de la playa de Ris, se llega a las dunas -mas altas, que las otras- y a las marismas de Joyel, para acabar desembocando en el municipio de Soano. Con paciencia, se pueden contemplar decenas de especies de pájaros.
Es en esta zona, donde se ubican los tres campings principales: el Joyel -caro y pretencioso, no permite la acampada-, el más económico y modesto Suances y Los Molinos, que sin exagerar, parece una enorme y caótica ciudad abarrotada con todos los servicios imaginables, incluido karaoke.
Debemos decir, que este viaje superó por mucho nuestras expectativas iniciales. Pero, desde el minuto uno, tres cosas nos sorprendieron y nos hicieron pensar, como era posible, que aquí recalara tanto veraneante.
- Las playas, aunque bien adaptadas, no son lo que esperan la mayoría de los turistas de tipo medio.
-No existe paseo marítimo al uso, donde atiborrarse a calamares o cerveza, porque lo que se define, como tal, en la playa de Ris, parece más bien, un cutre carril bici.
-En general, la climatología no es la más adecuada para el tándem, vuelta y vuelta al sol y bañito. Llovió largo rato por intervalos y nosotros, apenas, nos quitamos el jersey. Por la noche, no había ni una sola ventana abierta en los edificios.
miércoles, 23 de agosto de 2023
Con el jersey puesto casi todo el día, a mediados de agosto
Tanta actividad y diversión, durante las fiestas agosteras madrileñas, que casi nos habíamos olvidado, que entre medias de San Cayetano y La Paloma, estuvimos desde la tarde del viernes 11, hasta el domingo 13, en Noja. Conocemos muy bien Cantabria, sobre todo, su parte oriental, pero este era uno de los pocos lugares, que desde muy pequeños, no habíamos visitado.
Hablaremos de forma generosa de cómo nos fue por allí y de que hacer por esa zona, pero será a lo largo del próximo artículo. Antes, nos queremos detener, en dar unas pocas pistas sobre el clima veraniego en las costas de Cantabria, porque hay mucha más confusión y desconocimiento, del que pudiera parecer.
Hay gente, que dice y piensa: "Yo no voy al norte de España en verano, porque hace malo y llueve". Por lluvia, creo, que entendemos todos lo mismo. En cuanto a hacer bueno o malo, la cosa ya admite muchos matices. Por otra parte, todo el norte no es igual. No es lo mismo, las rías altas, que las bajas o Santander, donde es muy raro, que se lleguen a los treinta grados, que Bilbao, donde no resulta difícil alcanzar los cuarenta. Pero, como se ha dicho y para simplificar, hoy nos vamos a centrar en las costas cántabras (el interior es diferente)
Como dato empirico: el verano pasado fuimos seis veces a la zona y no llovió ninguna. Este ejercicio llevamos cuatro y ha caído agua en todas las ocasiones. Nos acercaremos el próximo finde y a estas alturas, también dan precipitaciones. Así, que la afirmación, "siempre llueve", no es válida.
Así de entrada resulta difícil, que personas de Andalucía o de Castilla -regiones donde las máximas y las mínimas oscilan en más de veinte grados, durante muchos días veraniegos-, logren entender el clima de las costas cántabras. En Sevilla o Madrid es muy sencillo : asfixia por el día y fresquito ,-cuando toca- por la noche.
Pero, en Santander, Noja o Suances, el termómetro no suele oscilar más allá de los tres o cuatro grados a lo largo de la jornada -a veces, ni eso-, por lo que en cuanto a la temperatura, es casi la misma todo el día, pudiendo llevar jersey a las cuatro de la tarde y estar en manga corta a las tres de la madrugada. Y eso, ¿por qué ocurre?
-Por la incidencia del sol. Con idéntica temperatura, un día soleado o nublado, son dos cosas realmente distintas, que pueden llevarte a estar abrigado y perezoso o a retozar sobre la arena y saltar encima de las olas. El sol en el norte es mucho más determinante, que en otras partes.
-La humedad. En el norte varía, entre alta y altísima. 32 grados sin humedad pueden resultar más agradables, que 22 con un alto porcentaje de ella. Eso también, lo saben bien en el Mediterráneo.
-El viento. Fresco o algo más cálido, en la zona es muy cambiante, durante todo el día, sin depender de la claridad o la oscuridad.
-La altitud. Parece de Perogrullo. Pero resulta, que por ejemplo en Santander y sin salir de la misma ciudad, la sensación térmica entre la playa y el barrio, al que se accede en funicular, puede variar más de cinco grados.
-Evidentemente y por razones obvias, la lluvia.
Cada factor, por separado, tiene su influencia, así que imaginad, lo que ocurre, cuando actúan todos juntos. Hace bueno o hace malo en este área de España y por tanto, es una cosa muy subjetiva y en la mayoría de las veces, imprevisible en el muy corto plazo
El caso es, que el fin de semana del 11 al 13 de agosto y mientras en la mayoría de la península y las islas os achicharrabais, en Noja, se dormía tapado con mantita, con las ventanas cerradas y por la calle, se paseaba con la rebequita puesta ( o algo más lanoso). Hay opiniones para todo, pero para nosotros, esto es un lujo impagable.
martes, 22 de agosto de 2023
La cajera hija de puta del Carrefour 24 horas de la plaza de Lavapiés (llamemos a las cosas por su nombre y terminamos antes)
Y a todo esto, la madrugada continuaba su curso y el hambre acuciaba. Así, que nos dirigimos al Carrefour de la Plaza de Lavapiés, a llevar a cabo unas compras alimenticias de emergencia. Por cierto, que todos los reponedores y la única cajera del establecimiento, eran del otro lado del charco.
Pocos clientes -algunos, llevando cosas raras a esas horas, -como una pastilla de jabón especial o un enjuague bucal-, pero normalidad absoluta, siendo las 3,55 de la madrugada del 15 de agosto. Nosotros somos más de autopago, desde hace mucho tiempo, pero en esa franja de madrugada no era posible.
Cuando vamos a pagar, la poco empática y desagradable cajera -supuestamente, llamada María, porque no llevaba chapa identificativa- nos dice de malas maneras y con pocas palabras, que nuestra tarjeta de crédito no es buena. No nos deja, ni introducir el PIN, ni probar con el contactless. Le entregamos otra, de una entidad bancaria diferente y nos vuelve a ocurrir lo mismo.
Antes siquiera, de intentar pagar en efectivo, nos requisa la compra entera, sin decir nada y comprueba todos los artículos con el ticket, no nos hubiéramos llevado algo, cosa imposible, porque no nos había quitado la vista de encima. En ningún momento, nos ofreció la posibilidad de hablar con un supervisor o de darnos una solución alternativa, dejándonos sin compra, en plena madrugada.
Afortunadamente, conocemos bien Madrid y sabemos, que a cuarto de hora y en Tirso de Molina, hay otro Carrefour 24 horas, donde a las 4;15, llevamos a cabo nuestra compra sin problemas, pagando con la primera tarjeta, que la hija de puta de la otra tienda nos había rechazado.
Lo ocurrido, no es un fallo en la atención al cliente, sino un atentado a los consumidores y una indefensión absoluta.
Nosotros, que conocemos más de ciento cuarenta países, entre ellos América casi entera, desde la Patagonia hasta México, no estamos realmente sorprendidos por este suceso, por que en este continente la atención hacia los compradores suele ser bastante pésima y desagradable.
Ponemos dos ejemplos bastante ilustrativos:
-Entramos en un supermercado de El Calafate, recién aterrizados en Argentina. Queríamos comprar una cerveza de litro, pero tanto la cajera, como la supervisora, se niegan a vendernosla, porque no traemos un envase vacío para canjearlo. Les explicamos de mil formas, que veníamos de España y que entre nuestro equipaje, no se nos había ocurrido meter un casco,, pero que estamos dispuestos a abonar su valor. No hubo forma y abandonamos el lugar sin la bebida.
-Isla de Chiloé, en Chile, unos días después. Llevamos a cabo una compra en un supermercado, que estaba a punto de cerrar. Pagamos con un billete grande, porque no teníamos otra cosa y la vuelta, -el vuelto, que dicen por alli- que recibimos, consistió, en siete paquetes de monedas sin abrir, de los que elaboran las entidades bancarias. No solo la cajera no atendió a nuestras quejas, sino que se partía de risa.
Ahora, nuestro siguiente paso es, poner estos hechos en conocimiento de Carrefour España, a los que aparte de pedir explicaciones, sugeriremos, que tengan especial sensibilidad y esmero en la formación de trabajadores provenientes de los países hispanohablantes, donde no es norma general, el trato adecuado a los clientes.
Señores del Carrefour, de poco sirve, que periódicamente, ustedes nos manden encuestas -incluso pagadas- para mejorar sus servicios o fomenten el programa "Reciclaya", para impulsar la conciencia ecológica y después, ocurran cosas, como está.
Aunque y tal, como está el mundo, lo mismo, está desagradable señora termina, como emperatriz de Lavapiés.
lunes, 21 de agosto de 2023
Cosas, que nos pasaron o vimos en San Cayetano y la Paloma y que no pueden pasar desapercibidas
Para empezar y en San Cayetano, además del acoso policial, ya descrito, nos llevamos otro gran susto y fue, en la T4 de Barajas. Hoy en día, las noches de juerga, ya no son tan eternas, como las de hace treinta o cuarenta años. A las tres, cierra casi todo, aunque sean fiestas y como aún quedaba tiempo para el tren de vuelta y dado, que cercanías es gratis, solemos ir desde Príncipe Pío Pío, al aeropuerto - línea directa -, echando un sueñecito o tomando el último sorbo.
En el baño de caballeros de la citada terminal, comenzaron a golpear mi habitáculo, durante día ocasiones, separadas por un breve intervalo. La primera vez, hice caso omiso, pero la segunda, me enfrenté, enérgicamente, a voces y la respuesta, que obtuve fue:"¡Ah, si eres español no pasa nada,. Olvídate de esto!" Reclamamos al personal de Barajas, como en un sitio supuestamente seguro, puede ocurrir esto. Nos hicieron el caso justo.
Tanto transitar por la noche madrileña descubrimos, que otra forma de hacer tiempo, entre las últimas copas y el primer plan o transporte del día es, apalancarse en la plaza de los Cubos, en los alrededores del Burguer King, donde siempre hay gente apurando los postreros y poco exigentes bocados de la jornada. La mayoría son sudamericanos y centroamericanos.
Estas nacionalidades han tomado el centro de la capital de día y sobre todo, de noche. No lo decimos, como valoración alguna, sino como nera constatación. Son mayoría apabullante en las toscas sesiones de Dj's, entre los incansables repartidores de Globo, en las chabacanas y provocadoras tertulias de las plazas, en las cajas de las tiendas o supermercados de 24 horas, al volante de los Uber y Cabify... Y no siempre se caracterizan por su buena educación. Aunque, nosotros no hemos tenido especiales problemas con ellos, si hemos vivido algunos momentos de tensión, como el que se detallará con precisión en la próxima entrada.
Hemos llevado a cabo cuatro viajes de larga duración , a India y podemos presumir -por suerte o por desgracia -, de haber transitado por los lugares más guarros del mundo. Pero nada tan asqueroso y no exagero, como pasear por la Costanilla de San Pedro y otras calles adyacentes, durante la noche del 15 de agosto. El olor a meados y a veces rea absolutamente nauseabundo e insoportable. Pensamos, que se había roto alguna canalización del subsuelo o los baños portátiles instalados en la zona para las fiestas. Como, encima, la calle va en cuesta, los diversos fluidos Iván desfilando a gran velocidad por el asfalto. ¡Paso aquí, de dar más detalles!
Pues no. No se trataba de una avería, sino de una marabunta de guarros y guarras humanos, que por turno y con precisa sintonía, se escondían entre los contenedores de basura para llevar a cabo sus necesidades más básicas y después, dejaban paso a los siguientes (habiendo baños públicos en las cercanías). ¡Cuanto más mundo tenemos, más flipamos y me temo, que lo que nos queda!
¿Y la policía? Pues, haciendo la vista gorda y a otra cosa. Por ejemplo, reprendiendo y amenazando a algunos menores, por estar consumiendo alcohol -como todo hijo de vecino ese día - en las atestadas calles festivas.
El insoportable calor -aún no se ha ido y queda-, fue el omnipresente componente molesto, durante estos lúdicos días. En San Cayetano y al fin, eran las 2:49 de la madrugada, cuando dejé de sudar por todas partes y las 3:35 horas, cuando aparecieron las primeras y aliviadoras brisas.
En el fragor de la noche y sentados en un banco, una señora bien vestida nos confundió con mendigos y nos quiso agasajar con una bolsa de nectarinas. Os prometemos, que nos habíamos duchado ese mismo día y que tampoco teníamos tan mala pinta, pero si a esas horas todos los gatos son pardos...
Y hablando de gente desfavorecida. Las personas sin techo son seres de costumbres. Sino, no se entendería, que en plena sesión de un DJ en la Plaza de la Paja, un mendigo dormitara junto al escenario, sin inmutarse, porque suponemos, que es su sitio de todas las noches. Y además, tapado con un edredón hasta la cabeza, con una temperatura de 33 grados.
No queremos, finalmente, dejar de referirnos a esa discoteca llamada Medias Puri, que se ubica cerca del Teatro Apolo, en la plaza de Tirso de Molina. Pasamos por allí tres o cuatro veces, durante la noche de la Paloma y cada vez, la cola era mas grande,. Al día siguiente, fisgamos en Internet y aunque las críticas del local son muy malas, su historia y anécdotas resultan bastante entretenidas. Os recomendamos, que os las leáis
A unos cien metros del lugar y en una fuente pública de agua potable, una cola de más de diez personas, siendo las cuatro de la madrugada. ¡Eso, desde luego, solo ocurre, en Madrid!
domingo, 20 de agosto de 2023
La Virgen de la Paloma
Aún habiendo vivido más de dos décadas en Madrid y hasta hace un par de semanas, nosotros pensábamos, que eso de las fiestas de la Virgen de la Paloma consistían en eventos rancios y escasos para viejos y viejas, que se celebraban en las corralas de Lavapiés (no sé siquiera, si estás siguen existiendo hoy). No es por presumir de ignorancia o hacer una gracia, sino que lo que quiero decir con esto es, que a veces uno reside en un sitio mucho tiempo y no se entera de nada.
Para empezar, su lugar de celebración se circunscribe al barrio de la Latina y desde luego, entre los asistentes no predominan precisamente los séniors, aunque también los hay.
Planeamos las cosas de forma diferente, que en San Cayetano, porque el lunes, día previo al festivo había, que ir a trabajar hasta las trece horas. Tomamos el tren a las cuatro de la tarde y llegamos, a Madrid, a las siete menos cuarto, en un viaje exprés que duraría catorce horas, en las que lo daríamos todo, dado que volveríamos en el Media Distancia de las nueve de la mañana.
Últimamente y dado que los viajes salen gratis, le estamos cogiendo mucho gusto a este tipo de experiencias relámpago, siempre, que haya una celebración por el medio o noche de copas. Te entregas a tope -la edad nos lo sigue permitiendo -, duermes en el tren de vuelta y directamente, das el día siguiente por tirado a la basura, pero ya en tu casa.
Las fiestas de la Virgen de la Paloma tienen una envergadura, que cuadriplica o quintuplica, a las de San Cayetano, aunque en su esencia, son lo mismo, con las barras, como protagonistas, dejando a casi todo lo demás, como irrelevante, salvo al DJ de turno, que en esta ocasión, no pinchó ni siquiera, tres cuartos de hora.
Se desarrolla principalmente, en torno a la Plaza de la Paja y la de Gabriel Miró y el parque de las Vistillas. En total, más de diez plazas -de la Cebada, el Humilladero , San Andrés...- y unas veinte calles adyacentes. La más decorada de todas era, la Cava Baja, donde se encuentra Casa Lucio -cerrado en agosto -, La Chata y otros restaurantes de mucho prestigio. Las barras, con los mismos precios o superiores, que la semana anterior.
Entre la efervescente e incontrolable marabunta sin tope de sed, nos llamaron la atención dos bares, pelín sinvergüenzas. En uno, lucian un cartel, donde indicaban, que los baños del establecimiento estaban cerrados y que la gente se fuera a orinar a los portátiles de una cercana plaza. En otro y con un vaso de plástico de mini y una tapadera cutre con un agujero -ni siquiera, se habían molestado en comprar un recipiente en los chinos -, pedían propinas -despues de los abusivos precios - y sin sonrojo, aceptaban transferencias por Bizum.
Otra vez, se mascó la tragedia, cuando una mujer de una sesenta años cayó inconsciente al suelo, pero una rápida intervención de los efectivos del SAMUR, que trabajan duro, para que todos podamos divertinos.
En la plaza de la Paja tocaron Atacados, un correcto grupo de escaso caché y de cantante gaditano, que cultiva la rumba rock - o algo así-, con temas parecidos a los de Efecto Pasillo o Rosana. Tuvo mucho más éxito el DJ posterior, que colocó mucha música de los ochenta y noventa -aunque algo adulterada- y bastantes jóvenes, se sabían las canciones. ¡Gracias, Dios, porque el rock&roll no haya muerto!.
¡Supercampeonas!..., pero nadie fue a celebrarlo
viernes, 18 de agosto de 2023
San Cayetano
El sábado 5 de agosto llegamos pronto, a Madrid, así que, además de las celebraciones vespertinas y nocturnas, tuvimos tiempo de vivir experiencias de otro tipo. Entre ellas, una muy desagradable con una policía estúpida, chula y déspota. Estábamos comiendo un bocadillo de queso sentados sobre un borde -en los bancos daba el sol- en la plaza de Arturo Barea (es algo conflictiva). Se acerca a nosotros, hace parar el coche patrulla a su compañero y nos espera, que si estábamos allí para consumir droga y que si era así, los vecinos se lo chivarían. Nos quedamos perplejos, ante tal reflexión absurda, de la que no tenía prueba alguna o indicio. Amenazó con registrarnos el bolso, a lo que le dijimos, que no íbamos a acceder, salvo que nos llevará a comisaría, en transporte público o andando. Y ahí, terminó la historia de esa pequeña dictadora, en la que su compañero no dijo, ni mu
La otra experiencia fue mucho más placentera y nos llevó a la Serrería Belga, donde contemplamos una exposición: Un your face: Chicano Arte after C.A.R.A.
Las fiestas de San Cayetano son mucho más modestas, que las de la Virgen de la Paloma, aunque su mecánica es casi la misma. Se desarrollan, principalmente, en la calle del Oso y en la amplia plaza del general Vara del Rey. Las barras -cada una con una estridente música distinta, a diferencia de la pradera de San Isidro, donde es común - se esparcen por las calles colindantes.
La primera, quedó engalanada con mantones de Manila, otros motivos decorativos, fotos antiguas de Madrid y motivos religiosos referentes al santo. A las ocho de la tarde, rica y gratuita limonada para todos y sin mucha espera, lo que resulta sorprendente en la capital. A las diez y media, un atrevido -aunque algo cutre-, espectáculo alternativo, muy relacionado con el colectivo LGTBI. El problema y con 35 grados, es que no se podía mantener uno mucho tiempo allí, porque la arteria es como un tubo estrecho y no entraba una sola gota de aire
En la segunda, espectáculos para niños, música castiza y diversos grupos de flamenco, unos más puristas y otros más poperos
La aglomeración resultó Sr tal, que desde las nueve de la noche era ya muy complicado desplazarse por la zona. Poco antes, nos topamos con una chica inconsciente y tumbada en un banco, a la que atendía una turista extranjera. No parecía víctima del alcohol. Dado, que nadie más le hacía caso, nosotros contactamos con el SAMUR.
El plato principal, sobre la una de la madrugada -a donde hemos llegado y lo que nos quedará por ver, lamentablemente - fue un mediocre DJ, que "pinchó" malamente, durante una hora y se fue sin ni siquiera, dar las buenas noches. Teníamos curiosidad, porque nunca habíamos visto un espectáculo de este tipo. Desde luego, la triunfadora de la noche -y del verano - fue "Noche Ochentera", de Vicco, un tema algo parecido a la música disco de los ochenta, más que al género urbano, que hoy todo lo barre y lo pudre. Además de otras canciones del momento y versiones nacionales e internacionales del último cuarto del siglo XX, destrozadas por las chabacanas mezclas.
Con presencia policial, de barrenderos, basureros y el camión de los regadíos, las casetas se fueron cerrando y la gente fue marchándose, sin una palabra más alta, que otra, aunque muchos se refugiaron en otra plaza cercana, a seguir la charla y el botellón.
A esas horas, Uber ganaba por cinco a uno a los taxis tradicionales, que aunque sean lo mismo, los jóvenes piensan, que son para viejos (como el Facebook). Sin embargo la mayor parte de esa generación no cae en la autocrítica. No saben llegar a ningún sitio sin Google Maps, ni hacer las cosas más simples de la vida, si no hay una aplicación, que las lleve a cabo por ellos. ¡Y sabemos, d lo que hablamos, porque nos hemos movido mucho este año y visto muchas cosas!
jueves, 17 de agosto de 2023
Elementos comunes de las fiestas de San Cayetano y de la virgen de la Paloma, en Madrid, que las diferencian del resto de España.
Decidimos , que en agosto, pasaríamos dos fines de semana en Madrid y otros tantos, en Cantabria. La elección de cada uno no fue caprichosa, sino que más bien, estuvo determinada por la disponibilidad de las plazas de tren, porque desde Valladolid, a Santander son limitadas y se agotan pronto y con mucha antelación.
De esta manera, el primer finde disfrutaríamos de la tarde y la noche de una jornada de las fiestas de San Cayetano. El segundo, el del puente y como trabajábamos el lunes, lo dividimos en dos: viernes, sábado y domingo, en Noja y al día siguiente y después del curro, a las celebraciones de la Virgen de la Paloma. Días 19 y 20, a Madrid, entre otras cosas y si los fachas del ayuntamiento la instalan, a ver la vibrante final de las chicas del fútbol en una pantalla gigante.
Agosto, en Madrid, no está precisamente vacío, como mucha gente pudiera pensar. En una zona muy reducida del centro más castizo -otrora, claro-, se desarrollan tres fiestas sucesivas, que incluso, llegan a solaparse. San Cayetano, San Lorenzo y la Virgen de la Paloma, siendo esta última, la más importante, bulliciosa y participativa.
¿Son estas últimas más importantes, que las de San Isidro? Daría para un debate y para varios post, pero de momento, no voy a profundizar en este tema, aunque mi respuesta es sí.
De momento, nos vamos a centrar en las características comunes de las dos, en las que estuvimos y las diferencias con el resto de España.
-El jolgorio gira en torno a las casetas de los bares, instaladas en las calles y plazas, teniendo un papel muy secundario -a veces, con grupos muy minoritarios o reivindicativos - las actuaciones musicales y resto de actividades culturales y lúdicas. Vamos, que el ayuntamiento, ¡no se gasta un duro!
-Desde hace ya más de dos décadas y en la mayoría de España, se puso de moda la fórmula bebida-tapa, en el mismo pack "ahorro". En Madrid, eso no se lleva -en San Isidro, tampoco - y la comida y el vino o cerveza van por separado. Sí alucinamos en Santander, viendo, que por un montadito y una birra te soplaban cuatro euros, en la capital patria, sencillamente, flipamos. Minis -formato litro-, a ocho euros y bocadillos al mismo precio. Pero, tengo la sensación, de que si ambos productos los subieran a cincuenta pavos, la gente los seguiría consumiendo. Vimos muy poco botellón, especialmente, en La Paloma.
En muchas ciudades nacionales, la denominada feria de día abre desde las doce de la mañana hasta la una de la madrugada. Además, solo pueden servir vino y cerveza. En Madrid, el horario es mucho más extenso y pueden aguantar hasta más tres de la mañana, vendiendo combinados espirituosos: ¡minis de cubata, a 16 eurazos!
-Sencillamente, no hay peñas o cuadrillas o al menos, no son visibles, como tales.
-Los espectáculos más masivos son los DJ's. ¡Vamos, los pinchadiscos de toda la vida!, que se limitan a poner un tema tras otro, sin fundidos, ni más virguerías, com hace unas décadas. Es triste, que hoy en día, las prioridades de la gente sean, primero el móvil, segundo los espectáculos enlatados y a mucha distancia, la música en directo.
En el pueblo donde vivimos, un DJ puede estar cerrando la fiesta, durante tres horas. En Madrid, no vimos ninguna sesión, que excediera de una hora. Y cuando suena la última nota del cacharro -como mucho, a las tres-, todo el mundo sabe, que se acabó, que empiezan a regar, a recoger las basuras y a cerrar las barras y no hace falta,ni que te echen de allí. Y todo, con la mirada discreta -no siempre - de la policía.
-El atrezzo del barrio es escaso, limitándose a unas pocas calles con mantones de Manila o motivos religiosos.¡Evidentemente, lo importante es la caja!
-Como en San Isidro y es de agradecer, porque no es muy común en otras partes, todo empieza con puntualidad británica.
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