Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 27 de julio de 2023

Haciendo balance

           Hemos resuelto, el que creemos será nuestro último trámite importante en Azerbaiyán: la obtención de las tarjetas de embarque de nuestro vuelo de mañana, a Roma, con Wizzair. De ahí, a Olbia, cambiando de aeropuerto y por tierra, a Alghero, para volar, a Madrid.

          Llega el momento de hacer balance sobre algunos de los aspectos de este viaje.

          Sin lugar a dudas, lo mejor han sido los alojamientos. Todos bastante correctos y baratos. De los seis, cinco nos ofrecieron un buen wifi y los dos, que no contaron con aire acondicionado, es porque no era necesario, al encontrarnos en el Cáucaso.

          Lo peor, el transporte y la información turística. El primero es confuso, escaso, -a veces- y con conexiones indirectas más frecuentes de lo deseado, incluso, entre lugares poblados. Donde hay un bus de ida directo, no existe a la vuelta, misteriosamente. Algunas oficinas de turismo hay, pero no cuentan con un solo plano o recurso informativo y solo se dedican a vender caras excursiones.

          El país es algo difícil, porque la mayoría de la gente no habla nada más, que el azerí -ni siquiera conocen los números en inglés - y tampoco hacen mucho esfuerzo por entenderte, como en otros países. No son, en general, personas maleducadas, ni hostiles, pero si fríos y esquivos.

          La vuelta resultó perfecta y pudimos enlazar y degustar, sin problemas, nuestro pudin de aviones de bajo coste. Nos cabreamos, porque el autobús de Fiumicino, a Roma y en tan sólo unos meses, ha subido un 60% ( de cinco, a ocho euros).

          En Olbia, nos morimos de calor y de asco, porque la ciudad es horrible y caótica. En Italia, no nos terminamos de acostumbrar, a que en algunos supermercados, las cosas cuesten casi el doble, que en otros. Desde Alghero, Air Europa nos dejó en la T3, de Barajas, de madrugada.

          Aquí terminan los 16 artículos de nuestro viaje, a Azerbaiyán. Esperamos, que os hayan sido útiles y entretenidos.

Regresando a Baku

           Al final, el roce hace el cariño y nuestra inicial enemistad con Sekhi, se fue diluyendo, como los azucarillos de colores, que tanto usan en este país para endulzar el té y el café. La bajada de las temperaturas también ha contribuido a la causa.

         Entre sorbos de combinados de vodka -omnipresentes aquí - y sueñecitos plácidos, la vuelta a Bakú fue más tranquila y rápida de lo esperado. Aunque aburrida, porque transitamos, constantemente, por el habitual paisaje desértico.

          Comprobamos, que al mundo rural azerí llega incluso, una furgoneta con el logo de La Casa de Papel y sus máscaras dalinianos -en la capital están plasmadas en muchas camisetas - y que aún siendo un hábito residual en todas las edades, hay más mujeres de veinte años con el hijab en la cabeza, que de cincuenta. Ya sabemos, que el mundo está viviendo la etapa más destructiva y desastrosa en el último medio siglo, pero no nos gusta reafirmarnos cada día.

          Como resulta imposible pasar una jornada en Azerbaiyán sin incidentes, tuvimos un desagradable encontronazo con un estúpido vigilante de seguridad del metro de la estación de autobuses. Esta alberga un desangelado y fallido centro comercial,más fantasma, que la madrileña estación de Chamberí.

          El día terminó tranquilo, paseando por el borde del Caspio, porque en nuestro alojamiento de la anterior estancia había sitio y fuimos calurosamente recibidos, incluso, por Fátima, la niña de tres años, hija de los propietarios. También, nos saludaron efusivamente, al pasar por la puerta de la agencia, donde contratamos la excursión a Gobustan. ¡Empezamos a ser famosos aquí, ahora, que nos vamos!

          El jueves, nuestra última jornada completa, en Bakú, nos lo tomamos con calma, como ocurre siempre, al final de nuestros viajes. El calor era asfixiante y no corría ni una gota de aire, algo muy raro, en la capital azerí.

          Sin embargo, tuvimos tiempo para llevarnos otra decepción. Quisimos visitar por dentro los bajos de las Torres Llama. Pero, todos sus negocios han cerrado y se encuentran valladas, vigiladas e inaccesibles desde fuera. Otra muestra más de los gigantes con pies de barro, que construyen algunos países del tercer mundo con ciertos posibles, normalmente, ligados al petróleo.

miércoles, 26 de julio de 2023

Siempre nos pillan todas las festividades religiosas

           En Azerbaiyán y en otros cuantos países del mundo, termina pasando siempre algo, hasta en los días más anodinos, en los que parece, que no va a ocurrir nada.

          El noveno día de estancia en el país, nos levantamos con los pocos deberes de visitar Kish, tomando una abarrotada y frecuente marsustka y habiendo descartado llegar hasta otros pueblos de esta zona.

          El primer susto de la jornada nos lo da el amable recepcionista del hotel, de Sekhi. Nuestra habitación está reservada para hoy...¡Suspense!. Pero, nos buscarán otra diferente y entre la incertidumbre, nos preguntamos: "¿Por qué no le dan esa otra a los nuevos huéspedes, nos quedamos donde estamos y no hacemos tantos cambios de equipaje?".

          La segunda "alegría ", nos la llevamos al tratar de cambiar dinero. Para nuestra contrariedad y misteriosamente, siendo martes, todos los bancos están cerrados a cal y canto. Investigamos y entramos en pánico. Así será desde hoy y en los próximos tres días, debido a la festividad religiosa de Eid-El-Adha. Nos domina la histeria, pensando en cómo manejar un cajero automático en el idioma azerí -no disponen de ningún otro -, al margen de la abultada comisión, que nos meterá nuestro banco.

          Kish es un lugar agradable y tranquilo con un casco histórico pavimentado a lo grande. Las casas de piedra y una bonita iglesia albanesa de hace 1500 años, constituyen el principal atractivo de este lugar. Se encuentra a tan sólo diez minutos, de Sekhi. Tras algo más de una hora, retornamos.

          El día es algo menos caluroso, que ayer, está nublado y a ratos llueve. Los perros callejeros son un problema, en Azerbaiyán y especialmente, en Sekhi.

          Salvo los puñeteros bancos, todo lo demás está abierto, funcionando con normalidad absoluta y lo único novedoso es, que con motivo de la fiesta musulmana - y eso, que aquí, la religión importa un pimiento - han colocado en los negocios banderolas ancladas al suelo, por lo que si ya se caminaba mal por la ciudad, contamos con otra dificultad añadida.

          Antes de almorzar, volvemos a ascender al casco histórico, por las interminables escaleras y los tramos sin aceras. Las bien montadas tiendas de artesanía y Galván -dulce con mucha almendra y miel, típico de la zona -, no tienen demasiados clientes. Hay menos gente, que ayer, visitando los distintos monumentos.

          Al final, las aguas vuelven a su cauce. Nos topamos con la única casa de cambio, que hemos visto en todo el país, que sí está abierta.

          Mañana, si nada lo impide, volveremos a Baku, a pasar el último día y medio en esta interesante nación. Después y habiendo rizado el rizo para cuadrar la vuelta, nos espera una buena aventura por lugares desconocidos de Cerdeña.

martes, 25 de julio de 2023

lunes, 24 de julio de 2023

viernes, 21 de julio de 2023

¿Es Azerbaiyán un país del tercer mundo?

           Mediado el viaje y cuando nos aburrimos en uno de los buses incómodos, en los que hemos transitando por el país, me dijo mi pareja, en lo que ya es una pregunta clásica: "¿Tú piensas, que Azerbaiyán es un país del tercer mundo? Es que creo, que no tiene las suficientes chabolas y basura para serlo".

          Yo, le contesté, que sí, aunque en aquel momento, vivía más de indicios, que de datos contrastados. Ahora, al final del viaje, lo tengo meridianamente más claro. Cuando uno empieza el periplo por Bakú, con su paseo marítimo, sus torres llama y sus fastuosos edificios en construcción, se lleva una imagen algo distorsionada del país. Es, que en la capital, se gastan a manos llenas el dinero del petróleo. Incluso y ya hace años, llegaron a construir un espectacular palacio de eventos para uno solo: el festival de Eurovisión.

          En el centro de la capital, no encuentras un solo papel en el suelo y circulan, constantemente, operarios, quitando el más mínimo hierbajo. Sin embargo, cuando sales a los barrio colindantes - no siquiera periféricos-, ya te vas haciendo una idea más aproximada del país, aunque aún almibarada.

          En el resto de urbes, la cosa fue empeorando, paulatinamente y sin desglosar, hago un compendio de por qué, Azerbaiyán es un país del tercer mundo.

          1. Las ciudades están absolutamente dispersas y en ellas resulta difícil saber, donde está el centro.

          2. Falta de aceras y canalizaciones y alcantarillas destapadas.

          3. Medios de transporte confusos y con muchas carencias.

          4. Ausencia total de recursos turísticos públicos para los viajeros.

          5. Deseo e interés del estado en desplumar, a los viajeros con las entradas a los lugares de visita.

          6. Funciona mejor lo privado, que lo estatal.

          7. Sin embargo, los diferentes negocios o servicios miran más el margen empresarial, que la esmerada atención al cliente (por ejemplo, un taxista te aprieta las tuercas con el precio y luego no te lleva al punto acordado, sino donde le viene bien a él).

          8. Los baños públicos -incluso en las estaciones de transporte - son de pago.

          9. La gente es muy solidaria con el prójimo y no mira solo por sus intereses, como ocurre en el supuesto primer mundo.

jueves, 20 de julio de 2023

Peculiaridades de Azerbaiyán

           Va acercándose el final del periplo por Azerbaiyán y podemos explayarnos con algunas experiencias y conclusiones sobre los momentos vividos.

          Azerbaiyán es el país de los taxistas -nunca vimos tantos, sobre todo, en lugares pequeños -, de los supermercados -los hay a decenas en una misma zona-, de los omnipresentes escalones -no hay calle, que no los tenga - y del juego de las adivinanzas, porque la dispersión y la confusión es tal -salvo en Baku-, que resulta muy difícil saber o no, si estás en el centro de una ciudad.

          Azerbaiyán es la patria del inglés cero (extensible a todo aquel idioma, que no sea el azerí). Vaya de antemano, que nosotros no criticamos a un pueblo, porque no sepa más lenguas, que la suya, porque no tienen ninguna obligación y deberíamos ser los viajeros, los que pusiéramos algo más de nuestra parte. Pero es, que no conocen ni siquiera los números, ni palabras sencillas, como bus, station, breakfast o similares. A lo largo de treinta y cinco años de viaje, solo nos ha ocurrido lo mismo en Siria, hace muchos años ya, pero allí la gente es más amable, que por aquí y eso, que hemos visitado poco más, que los destinos esenciales del país. No queremos imaginar, que habría pasado, si hubiéramos ido a sitios más remotos 

          En definitiva, el caso es, que para entendernos sobre cosas muy básicas y salvo en la capital, hemos tirado de mucha paciencia -normal, porque éramos los interesados-, gestos, dibujos y cuando ha sido posible, sobre todo en tiendas, de los benditos traductores de internet.

          Es curioso y a la vez, deprimente e inquietante: llevamos ocho días en el país y no hemos visto un solo mercado de nada.

          El transporte interurbano se ha convertido en todo un misterio para nosotros y ya hemos renunciado, a descifrarlo. Fuimos de Bakú, a Quba, pero nos cobraron el billete hasta el destino final, Qusar. A la vuelta y desde aquí, tomamos un mismo servicio y no pasó por Quba. En Bakú, quisimos embarcarnos en transporte directo, a Sekhi, pero nos dijeron que resultaba imposible y solo podíamos hacerlo, a través de Ismailliyi. Y , ahora, desde Sekhi, existen todos los autobuses y marsustkas, que quieras y que te devuelven a la capital sin transbordo.

          Y más, más asuntos sin explicación. Fuera de Bakú y aunque los dejes toda la noche, es casi imposible conseguir la carga completa de los móviles, da igual, el enchufe de la habitación, que uses.

          ¡Menudo país de enigmas!

Dormir en la playa, en cala Galdana