miércoles, 10 de agosto de 2022
La cartera del mirador del Río de la Pila
martes, 9 de agosto de 2022
De fiestas y de playas
Volvimos a Santander por segunda vez este verano y de nuevo, de camping. Esta vez, nos pillaron las fiestas patronales de Santiago y disfrutamos de lo lindo durante la primera tarde - viernes -, tanto de las casetas de algunos bares, las regionales -solo Cantabria y Galicia - y los carruseles. Todo, además de la feria de artesanía se expande en torno al Sardinero.
Para el sábado y con un calor axfisiante, cumplimos nuestra deuda con Liencres que la vez anterior, solo visitamos a medias. Esta vez, hicimos el recorrido playero completo a través de una senda rompepiernas. Llegamos a la playa de Valdearenas. Es preciosa, con sus coquetas formaciones rocosas y el parque natural de las dunas al lado. Luego toca la amplia de Canavalle. No encontramos la de Madero, pero a cambio salimos a unos bonitos acantilados. Proseguimos por la de Somocuevas, Cerrías, Portio y Arnia que ya conocíamos. Un kilómetro y medio después se llega a Los Covachos, ya fuera de la zona de Piélagos.
El domingo, queríamos ir a Puente Viesgo. Pero ese día por festivo no cuadraban bien los autobuses. ¿Error de cálculo? Sí. Pero también alivio al evitar el calor del día anterior, no coger transportes, desmontar la tienda tranquilamente y seguir disfrutando de las fiestas.
La noche anterior y desde Mataleñas habíamos disfrutado con buen sonido del concierto en la Magdalena de Rulo y la Contrabanda.
Recorrimos las playas de abajo, llegamos a la polémica zona de la duna de Gamazo y el dique de Zaera, visitamos el decepcionante mercado marinero y los bares de Cañadio y subimos en funicular al mirador del Río Pila donde arranca la siguiente historia.
lunes, 8 de agosto de 2022
¡Por favor, un ventilador!
El viaje a Aranda de Duero y Peñafiel llevado a cabo a mediados de julio, tuvo sus mejores momentos en los diversos transportes públicos y su aire acondicionado. Nos pilló la enésima e insoportable ola de calor de este verano, lo que nos llevó a tomar dos medidas: reducir el tiempo de viaje, de cuatro días a día y medio. Los otros , los aprovechamos para disfrutar de un concierto en las fiestas de nuestra localidad y alguna degustación, y por otro lado, decidimos no salir del hotel, entre las tres y las siete de la tarde, algo no muy habitual en nosotros.
La primera mañana, visitamos el casco histórico vertebrado a través de las tres plazas: Mayor, del Trigo y del Rollo. Bonitas iglesias, tres ríos recorren Aranda: el Duero, el Bañuelos y el Arandilla. Por la tarde y de ida y vuelta anduvimos unos 8 kilómetros de la novena etapa de la Ruta del Duero con bellos paisajes fluviales, calor y soledad.
Mal hotel y axfisia, dieron paso a la jornada siguiente. Por la mañana visitamos una ermita, la de la Virgen de las Viñas y nos olvidamos de ir hasta un monasterio por estar a 4 kilómetros. Luego paseamos junto al Duero, después de haber caminado por el cauce del río Bañuelos hasta el puente de piedra. Visitamos una cascada y unos molinos de agua.
Por la tarde, nos esforzamos en llevar a cabo algunos kilómetros de la etapa 10 de la Senda del Duero. Pero en este caso el camino se aleja del río y transcurre por campos y naves industriales.
A pesar de terminar horneados y gratinados, nuestro retorno a Peñafiel resultó vibrante. Su casco histórico de bellas iglesias, el coso y el castillo -en obras-, bien merecen asarse durante medio día.