Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 23 de marzo de 2020

Parece, que a la octava, tampoco irá la vencida (parte I)


       Pues no. Finalmente, no ha podido ser y nos hemos quedado sin viaje -y en casa, como todos-, al este de Estados Unidos y Canadá. Ha sido por los pelos, dado que el día del inicio del periplo, fue el del Decreto del Estado de Alarma. Si hubiéramos volado solo una semana antes, no hubiéramos tenido problemas para comenzar la andadura. Ahora bien y como estamos comprobando en carnes ajenas, lo complicado habría sido regresar..

          Pero, vayamos por partes, porque no es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera..., ni la última, que huelgas, pandemias, despidos laborales, juicios, herencias y otros aconteceres extraordinarios, se interponen en nuestros planes viajeros. Nuestra vida es así de movida y debemos aceptarlo. Sólo hablaremos de incidentes con vuelos, ya que podríamos agrandar la lista con otros sucesos ferroviarios, como los constantes paros salvajes de la francesa SNCF o el crucero entre Colombia y Panamá.

          1°.- Noviembre, de 2008. Regresamos a casa desde Estambul, después de una larga excedencia viajera por el mundo, de 10 meses, vía Roma. El primer vuelo transcurre sin problemas, pero al llegar a la ciudad italiana, comenzamos a oír por megafonía la palabra "scopiero". Sabíamos su signicado, porque años atrás, habíamos vivido una huelga de vaporettos en Venecia.

          Tras horas de confusión y carreras, se cancela el vuelo, de Alitalia. Se forma una cola de centenares de metros -el paro es salvaje e imprevistos y afecta a todos los vuelos de la compañía-, que da acceso a una sola ventanilla. Si nos hubiéramos colocado al final, no habríamos llegado nunca.

          Inspeccionamos el panorama. Nos suenan las caras de unas chicas españolas, que habíamos visto antes y que se encuentran en el primer tercio de la fila. Con todo el morro, les pedimos si nos dejan colocarnos detrás de ellas, a lo que nos dicen: ¡"si los de detrás no dicen nada!...

          Al margen de pasar una buena tarde y noche -aunque con tensión-, logramos un cambio de vuelo para el mediodía siguiente, con Iberia, una notable estancia en un hotel de cuatro estrellas, una opipara cena y un excelente desayuno y todo, sin cargo alguno. La mayoría de la gente con la que hablamos, ni siquiera consiguió el trasvase a otro vuelo y tuvieron, que comprar otros boletos y dormir en el aeropuerto. Al caos se sumó, que ese mismo día hubo un accidente de Ryanair, en Ciampino, cerrándose este aeródromo.

        2°.- Marzo, de 2009. Después de haber perdido -mas bien, me lo robaron- un juicio laboral y quedar muy tocados, compramos unos billetes para un viaje, a China. A falta de dos días para volar, me llama mi abogado y me dice, que me tengo, que quedar para unas negociaciones. No hay tiempo para hacer un poder, porque es viernes al mediodía y volamos el lunes a primera hora. ¡Gran fatalidad!, porque no nos devuelven el dinero y son mil euros. Pero, recompensa final, porque logramos un buen acuerdo y una buena indemnización.

          3°.- Mayo de ese mismo año. Al fin, viajamos a China. Pero, no hacía muchas semanas, había estallado a nivel mundial, la pandemia de la gripe A. Al aterrizar, en Shanghái, decenas de hombres con trajes blancos y cascos herméticos, nos toman muestras de salud y de temperatura, durante largo rato. Finalmente y tras un gran estado de nervios, pudimos ingresar en el país.

          4°.- Abril, de 2010. Mi pareja ha sido despedida, fulminantemente y nos quedan cuatro días para ir, a Venezuela. No se puede cancelar, ni cambiar y debemos quedarnos para organizar una demanda en el juzgado de lo Social, que tiene sus plazos. Al día siguiente, modifican el horario de uno de nuestros vuelos y pudimos cancelar y recuperar todo el dinero.

          5°.- Ese mismo mes, también nos pilla la crisis de las cenizas volcánicas de Islandia, que afectó al norte y centro de Europa. Afortunadamente, nosotros viajábamos, a Marruecos.

          6°.- Diciembre de ese mismo año. Transcurre el viernes 3 y se inicia la brutal huelga de los controladores aéreos. A nosotros, eso nos habría dado igual, sino hubiera sido, porque el lunes 6, volabamus a Sudáfrica, vía Libia. Después de que se decreta se el ahora tan famoso  Estado de Alarma y de tres jornadas de infarto, conseguimos iniciar el que fue nuestro tercer viaje largo, a África austral y del este.

          7°.- Junio de 2018. A mediados de mes, queremos viajar, a Japón e iniciar nuestro séptimo viaje largo. Una tarde, nos decidimos a comprar unos boletos a buen precio. Aún no sé porque, tuve una corazonada y decidí aplazar la compra 24 horas. A la mañana siguiente, a mi pareja le llegó una carta citando la para una vista con abogado y procurador para una semana después por un reparto de herencia. ¡No habríamos podido viajar y habríamos perdido el dinero de los vuelos, a Tokio!

          Conseguimos un muy buen acuerdo y no siquiera llegó a haber juicio. En agosto fuimos al notario y en septiembre, nos pusimos rumbo al país del sol naciente.

          8°.- El caso actual. Es largo de contar, por lo que lo dejamos para el próximo post.

domingo, 16 de febrero de 2020

A mediados de marzo, a Canadá y al este de Estados Unidos

                           Nueva York, en 2.009
         Este periplo de veinte días -16 efectivos, dado que cuatro serán dedicados a la ida y a la vuelta-, ya llevaba rondando nuestras cabezas un par de años,despues de que descubrieramos, que los precios de los vuelos, a Nueva York, caen a importes mínimos, durante el primer trimestre del año (aunque, nunca pensamos en encontrar algo tan, realmente, tirado de precio).

          Pero, vayamos por partes. En Estados Unidos, ya estuvimos en el otoño, de 2.009, visitando Nueva York y el oeste del país. Por eso, además de regresar a esta magnifica y cosmopolita ciudad, transitaremos por determinadas ciudades y parajes naturales de la zona más próxima, al océano Atlántico. Por motivos logísticos y estratégicos, se quedará fuera de nuestro alcance, Chicago, una de las urbes, que más nos apetecería descubrir.

          El recorrido se desarrollará en una especie de óvalo, en sentido de las agujas del reloj, comenzando, en Nueva York y, previsiblemente, de la siguiente manera: Nueva York-Filadelfia (152 kilómetros)- Washington (225) -ambos lados de las Cataratas del Niágara (647) -Toronto (133) -Ottawa (449) -Montreal (199) -Quebec (225) -Boston (642) -Nueva York (346). En total, 3048 kilómetros.

       Volaremos de ida el lunes, día 16 de marzo, desde Madrid y vía Toronto, con Air Canadá y regresaremos en la jornada del jueves, 2 de abril, con escala en Munich, con Luthansa. El tránsito es de unas trece horas y de tan solo 45 minutos, respectivamente. Pero, lo más increíble es el precio, que hemos pagado: ¡¡145 euros por cada billete!! (el equipaje facturado se abona aparte, pero nosotros viajaremos solo con el de mano). ¿Sera el miedo mundial al coronavirus? ¿Será el incidente sufrido por la aerolínea canadiense, en Barajas, hace unas pocas semanas? ¿Será una tarifa "error", encontrada un jueves a las dos de la madrugada? Lo cierto es que el mismo vuelo unas horas después, costaba 212 euros.

        Con unos boletos aéreos tan bajos, nuestro margen aumenta mucho, a la hora de acometer los caros gastos en alojamientos y los algo menores, en transportes interiores, que en la medida de lo posible, trataremos de llevar a cabo con la empresa Megabus (que sepamos, se trata de la más económica). Hemos descartado -de momento- vuelos internos. No esperamos gastarnos para los dos, más de 1.500 euros en este proyecto.

          A estas alturas, todavía no hemos hecho la ESTA estadounidense -14 dólares USA-, ni la ETA canadiense -7-, pero estamos en ello. La primera sirve para dos años -o hasta la expiración del pasaporte -y la segunda para un lustro y en este caso se hace necesaria, incluso, para el tránsito en aeropuertos, aunque no se entre al país.

          Este viaje, nos pone algo más nerviosos, que el que hicimos hace unos meses, a Asia Central. ¡Y es, que en Estados Unidos y más, como corren los tiempos, nunca se sabe! De todas formas, lo que más nos inquietan son las temperaturas. Anoche, en Ottawa, hacía 24 grados bajo cero. Creemos, que para las fechas, que manejamos, las cosas habrán mejorado bastante.

          Si puede ser y para completar las aventuras del 2.020, a mediados de junio, comenzaremos nuestro noveno viaje lsrla por Asia y Nueva Guinea Papúa.

domingo, 22 de diciembre de 2019

domingo, 24 de noviembre de 2019

Una escala, en Estambul

                                  Estambul (Turquía)
          Partimos puntuales y llegamos, a Estambul, unos veinte minutos antes de la hora prevista. En total, hemos tardado cinco horas y media, de las urge dormido, casi cuatro y el resto no, porque hay, que atender a la comida. Al revés, que cuando vinimos, está mejor la ensalada -tomate, pepino, lechuga, aceituna negra y cremoso queso-, que el plato principal: una especie de hojaldre relleno de queso y especias y una tortilla francesa de dos huevos, que se pega a la bandeja. Antes de descender a tierra, otro bocadillo de queso. La primera vez, acompaño el almuerzo de vino blanco y la segunda, de cerveza.

          Nuestra escala se va a quedar, en unas 17 horas, si mañana no hay retrasos en el vuelo, a Madrid. ¡Paciencia! Y con el hándicap, que aunque este aeropuerto si dispone de wifi -en teoría, se obtiene un código, metiendo el pasaporte en una máquina-, este no funciona. Al igual, que a la venida.

          Parece,  sin embargo, que nos vamos a entretener. Cuando vinimos y como ya contamos, al pasar la zona de Transfer, de llegadas a salidas, no nos hicieron ni caso. Pero, en el impas de este mes, les han puesto maquinitas nuevas y los policías, se lo están pasando pipa, como niños con zapatos nuevos.

          Han puesto un detector de explosivos y que mejor forma de medir su eficacia, que haciendo pasar por el a una niña de entre dos y tres años, que se queda alucinada, aunque no le da por llorar. Y también han instalado, esa especie de cabina de ducha terrorífica, dónde te hacen entrar de pie y con los brazos hacia arriba, cierran la puerta y te observan, como Dios te trajo al mundo. Por aquí, obligan a introducirse a su madre y para que yo no tenga envidia, que voy detrás, después a mi. La cola, que se ha formado es importante, pero parece darles igual. En cuarto de hora, conseguimos salir de este pesado enredo.

          Nos encaminamos a la oficina correspondiente en busca del vale de comidas. No nos cuesta encontrarla, porque habíamos estado a la ida en ella. Podemos consumirlo -solo uno por cabeza, a pesar de la larguísima escala-, en el Burger King, en Popeyes (una cadena de pollo), en otro de pizzas y en cuarto restaurante de comida local con el que no damos hasta la tarde. Como, cuando fuimos, a Seul, hace ya cuatro años, también tenemos derecho a hotel, pero para eso, hay que entrar en el país y abonar el correspondiente visado. ¡Va a ser, que no!

          Nos encaminamos a la parte de arriba de este funcional y bonito aeropuerto, que es, dónde se encuentran la mayoría de los restaurantes de comida rápida. Alguien se ha dejado una bandeja de pollo crujiente sobre una de las mesas corridas y nos la metemos entre pecho y espalda. Se ve, que a su propietario, no le gusta demasiado el picante.

        El siguiente y entretenido paso consiste, en discutir con el personal del Burger King. Hay una cola tremenda y pasan de atender a los pasajeros, que venimos con el vale, de Turkish y no pagamos en efectivo el dineral, que cuesta la comida en cualquier restaurante de esta terminal aérea. Después de casi diez minutos, nos tenemos que plantar, acudir a las malas formas y de mala gana, nos sirven el menú. Yo no quiero Coca cola, sino  fanta y el chico se venga, diciéndome de muy pésimas maneras, que no está incluida en el lote.

          El susodicho lote consiste en una hamburguesa enorme -supuestamente,vde vacuno-, un paquete de patatas grande y la bebida de más de medio litro, aunque como siempre en estos sitios, la mitad del vaso es hielo. Solo entro a comer fast food en los restaurantes de los aeropuertos y, generalmente y como hoy, con vales de las compañías aéreas, así que a mí, la comida me sabe tan rica. Lastima, que ni hayan incluido algún pastek o helado.

          Completamos nuestra alimentación con las pocas deliciosas delicias turcas -llamadas también, lokum- de los omnipresentes Duty free, mientras damos vueltas y más vueltas y contamos  los minutos, de las que siempre terminamos hartos. ¡Ya podían ponernos un vaso de mojito, como a la ida!

          Tenemos un problema. Solo disponemos de una botella de medio litro de agua para los dos y para el resto de nuestra estancia, aquí. Hay dos alternativas viables: o cambiamos cinco euros para comprar algún refresco o líquido elemento -el agua del grifo en el aeropuerto no es potable- o compramos en la moneda europea, botellas de 33 centilitros de cubata con naranja, lima, melón, mandarina...(unos cinco grados). Cuesta cuatro euros una sola unidad -ya está bien-, pero si compras tres, solo te cobran las dos primeras.


        Finalmente,  no hacemos, ni una cosa, ni la otra, porque nos hemos dejado el abridor de envases de vidrio en el equipaje, que hemos facturado esta mañana. Y la terrible sed de agua, se nos termina pasando, ampliamente, una vez, que nos ponemos a beber vodka en botecitos pequeños, de menos de cien mililitros, que puedes acumular en el equipaje de mano. ¡Los borrachitos nos las sabemos todas, je, je!

 
        Sobre las doce de la noche y después de haber pasado por todos los estados  de ánimo, nos vamos a dormir, dado que el vuelo de la mañana es más tempranero y debemos madrugar. Este aeropuerto está genial para estos menesteres oniricos, porque dispone de enormes planchas acolchadas con espuma interior de diferentes formas y tamaños, dónde te puedes tumbar a tus anchas y a pierna suelta. Nosotros, nos hemos colocado los dos juntos en una redonda de color beige apagado. 

domingo, 10 de noviembre de 2019

Las diez fronteras de este viaje


          Frontera 1°.- Ingreso, en Kirguistán, a través del aeropuerto , de Bishkek. Trámites muy sencillos y rápidos. Te ponen un sello en el pasaporte, que te permite, permanecer dos meses en el país.

          Frontera 2°.- Kirguistán, a Kazakstan, partiendo, desde Bishkek. Trámites sencillos para salir del país kirguiso.


        Frontera 3°.- Entrada, en Kazakstan. Un policía te entrega dos papeles. Uno pequeño, donde debes poner tu nombre y el número del pasaporte y una tarjeta de inmigración ordinaria en inglés y en ruso. El primero, debes devolverlo al abandonar la propia frontera y la segunda, conservarla hasta la salida del país. Registro del autobús a fondo con policías y perros.

          Frontera 4°.- Salida de Kazakstan, cerca de Shymkent. Devuelves la tarjeta de inmigración y te ponen el sello de salida, sin más problemas.

          Frontera 5°.- Entrada en Uzbekistán, cerca de Taskent. Mucha menos burocracia de la esperada. Te ponen el sello y listo, pudiendo permanecer en el país, durante un mes. Ni pasar el equipaje por el escáner -los turistas solo-, ni tarjeta de inmigración, ni controlarte el móvil... Eso si: el registro del autobús es más a fondo, todavía, que en la frontera kazaja y se prolonga por más de una hora.

          Frontera 6°.- Salida de Uzbekistán y vuelta, a Kazakstan por el mismo acceso de manera ágil y sin más trámites, que el sello de partida. Personal muy amable, el uzbeko. En tierra de nadie, registro muy exhaustivo del autobús. ¡Como para llevar algo!

          Frontera 7°.- Ingreso en territorio kazajo, por donde habíamos salido. Se rellena el formulario de ingreso. Si te ponen dos sellos significa, que no has de registrarte en las oficinas de la policía. Si solo te ponen uno y permaneces en el país más de cinco días, si. En este caso, no tuvimos, que rellenar, el papelito pequeño. Puedes quedarte un mes y cada entrada al país, el contador de días se pone a cero. El funcionario se demoró algo en ponernos el sello y tuvo, que consultar dudas con un superior.

          Frontera 8°.- Salida, desde Almaty, camino de Bishkek. Trámites muy sencillos y ágiles, después de entregar la tarjeta de inmigración.

          Frontera 9°.- Entrada, en Kirguistán, cerca de Bishkek. Tan sencillo resulta entrar en este país por el aire, como por tierra. Sello de entrada y listo.


          Frontera 10°.- Abandonamos Kirguistán, a través del aeropuerto internacional, de Bishkek. Sello de salida y adiós.

          Transfer en el aeropuerto de Estambul. A la ida, control rutinario, pero a la vuelta, como les habían comprado maquinitas nuevas -entre ellas, esa especie de cabina parecida a una ducha, en la que te encierran y te desnudan con los ojos-, nos marcaron hasta la extenuación. Menos mal, que nuestra escala era de diecisiete horas.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte III)



      -"Los países de Asia Central, son relativamente difíciles de recorrer de firma independiente, por la falta de información y otros motivos, como el idioma, los transportes..." Eso piensa mucha gente de nuestro entorno y en cierta medida, también lo creíamos nosotros, antes de ponernos manos a la obra.

          La Lonely Planet, de Asia Central, ayuda, claro, que si, pero no son pocas las ocasiones, en las que confunde, más que resultar servicial. Informaciones erróneas o poco actualizadas y demasiada condensación, al tratar cinco países en un único libro no demasiado grueso, son sus principales handicaps.

          Existen algunos buenos blogs sobre esta zona, pero hasta los más actualizados -informaciones de hace un año-, parecen antiguos, dada la velocidad de como evolucionan las cosas, especialmente, en países como Uzbekistán.

        Y por último y ya comentado, las dificultades de comunicación -tanto verbal, como no verbal-, pueden hacer el viaje algo más esforzado -que no, complicado-, de nuevo, especialmente, en Uzbekistán.

          Pero, a pesar de algunas adversidades, que afectan más a la paciencia, que al desarrollo general del viaje, no hay que desanimarse. Podríamos decir, que Kirguistán y Kazakstan son de una dificultad media-baja, porque a pesar de que apenas se habla inglés, la gente es relativamente amable y tratan de ayudarte de cualquier otra forma. No suele haber dificultades para adquirir billetes de autobús o tren en las estaciones correspondientes.

          La dificultad, de Uzbekistán para el viajero experimentado, podemos definirla, como media. No hay problemas con la comunicación en hoteles, hostels o guesthouses, porque hasta en los menos turísticos, chapurrean algo de inglés.

          Si pueden resultar las cosas algo más complejas, cuando se trata de estaciones de transportes -hay en lugares, dónde los empleados, directamente, se niegan a atenderte-, con los taxistas para identificar direcciones -mejor decirselas, que escribirlas- y con la gente de la calle, en general (normalmente, con la más mayor). A veces, hasta cuesta entenderse con la propia policía turística. Pero, como se ha indicado, con un poco de paciencia, se resuelven la mayoría de las situaciones del día a sus. A veces, toca preguntar diez o doce veces, en lugar de un par de ellas, pero se termina avanzando.

          -"En Kirguistán, Kazakstan y Uzbekistán, el cambio de dinero en los bancos resulta muy desventajoso". Realmente, así era hasta hace un par de años, porque la tasa para las divisas extranjeras era tan mala -hasta la quinta parte de la oficial-, que abocaba a los viajeros, ineludiblemente, a acudir al mercado negro, con el correspondiente riesgo. En este sentido y en la práctica, en el único país donde hemos encontrado este tipo de mercado, ha sido, en Uzbekistán (fundamentalmente, en la capital).

          También antes, cobraban una doble comisión, porque tenías, que canjear el dinero, primero a dólares y después, a moneda local.

          Por eso, cambio radicalmente, hace algo más de un par de años, cuando desaparecieron todas esas restricciones abusivas. Hoy en día, el cambio de los bancos es muy bueno en los países visitados, aunque a veces, cuesta canjear mis billetes de 100 o 200 euros, porque te ponen mil pegas o te ofrecen una tarifa inferior.

          Son tan ventajosas las tasas de los bancos con el efectivo, que no merece la pena llevarse el berrinche de las posibles comisiones ocultas de los cajeros automáticos.

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte II)


         -"Acojona bastante, cruzar las fronteras terrestres entre estos tres países, por miedo a quedar en tierra de nadie o ser extorsionados". Esa era, sin lugar a dudas, mi mayor obsesión y no voy a negarlo. Por suerte y al menos en nuestro caso, nada más alejado de la realidad.

          En la actualidad, cruzar por tierra por las cuatro fronteras, por las que nosotros hemos entrado y salido -Bishkek-Taraz, Shymkent-Taskent, Taskent-Almaty y Almaty-Bishkek- resulta bastante seguro, tanto por el día, como por la noche. Es verdad, que los funcionarios no están acostumbrados a los viajeros occidentales, pero tras algunas dudas o consultas con sus superiores, las situaciones terminan resolviéndose, normalmente, de forma favorable.

          Salvo sospechas fundadas o vulneraciones muy evidentes, la policía y sus perros, suelen poner mucho más énfasis y dedicación en el registro de los autobuses -a veces, hasta una hora de inspeccion-, que en el de los viajeros y sus equipajes.

          No vimos el menor atisbo de extorsión en ninguna de estas líneas fronterizas. Como anécdota, sirva contar, que en las fronteras, de Kazakstan, aparece escrito de forma muy visible un número de WhatsApp, dónde puedes comunicar cualquier incidencia o situación anómala con los funcionarios de turno. La pena es, que en ninguna de ellas disponen de conexión wifi. Por lo general, los polis de fronteras, suelen ser bastante educados y escasamente, intimidatorios. Sin duda, ¡se trata de una buena noticia!

          -"En Kazakstan, Uzbekistán y Kirguistán, deberías tener más miedo a la policía,vque a los delincuentes". También iba yo con esa mosca detrás de la oreja y para nada, aunque con matices, que se explican a continuación.

          Es cierto, que en algunos países -especialmente, en los que formaron parte del antiguo bloque del este, zona de influencia de la U.R.S.S.- y desde hace décadas, la policía ha tenido, más veces de la cuenta, la tentación de completar sus miseros sueldos con extorsiones a los viajeros, especialmente, mediante la retención de los pasaportes, hasta que consiguen, hacerse con una cantidad fmde dinero (10 o 20 dólares o euros). A veces, también, te acusaban de haber cometido algún delito menor.

        En la actualidad, en Kirguistán y Uzbekistán, ni hemos detectado ninguna situación de este tipo, que mis haya ocurrido a nosotros o a los escasos viajeros, con los que hemos coincidido por el camino. Es más, en ambos países, la policía ha resultado amable con nosotros y nos ha resuelto más de una situación, especialmente, relacionada con la falta de orientación o búsqueda de direcciones.

          En Kazakstan, por el contrario, si tenemos, que dejar constancia, de un incidente sospechoso, que sufrimos, en Almaty, dónde fuimos perseguidos, durante un buen rato por tres policías -aceleraban o disminuían la marcha, según lo hacíamos nosotros-, que más bien, llevaban uniforme de antidisturbios. La situación resultó ser tensa y pudimos superarla, gracias a que nuestro hotel estaba cerca y conocíamos el camino.

          De todas formas, resulta recomendable llevar una foto del pasaporte en el móvil o una fotocopia en papel y mostrarlas, antes que el original. Si no aceptan esto, es preferible solicitar, que te lleven a comisaría en un medio de transporte público, con el fin de evitar ser extorsionados en plena calle.

Mitos y falsas verdades de los países visitados (parte I)


         En esta ocasión, esta sección no va a ser tan dilatada, como en otros viajes. Y la razón es muy simple: las TAN son unas auténticas desconocidas para la inmensa mayoría de la comunidad hispana, por lo que, normalmente, no tenemos muchas ideas preconcebidas sobre esta zona del planeta.

          De todas formas y después de las experiencias vividas, os animamos,  a que os lanceros a la aventura de viajar por esta muy interesante área, de Asia Central, a descubrir esos mitos y falsas verdades por vosotros mismos.

          Este epígrafe, al contrario, que en relatos anteriores, no lo vamos a hacer, país por país, sino en conjunto, especificando, eso sí, las particularidades en cada nación, si es que las hubiera.

          -"Los habitantes de las TAN son muy parecidos a los rusos, debido al dominio, durante décadas, de la Unión Soviética": Básicamente, no es así, ni físicamente, ni en los rasgos del carácter, aunque si hablan el idioma (no hemos estado en Rusia, pero si conocemos a mucha gente, que ha estado)

          Los kirguisos y los kazajos -por lo general, aunque también hay mezcla, como en todas partes-, presentan más rasgos asiáticos, que rusos o europeos. En Uzbekistán, si que son algo más parecidos a estos dos. Y en cuanto, al carácter y la atención a los viajeros, son también mucho más abiertos, que los rusos, en los dos primeros países. En Uzbekistán, no es que sean antipáticos -a veces, un poco-, sino que se sienten muchas veces desbordados y bloqueados, incluso, ante gestos o dibujos. Resulta curioso, porque se trata del país más turístico de los tres. La explicación viene dada, porque ese turismo es, fundamentalmente de grupos organizados, que no se relacionan con la población local.

          Lo que si se asemeja bastante al estilo soviético, es la estructura de las principales ciudades. Como nota negativa, sus edificaciones, casi iguales, son frías, impersonales y feas. En cuanto a lo positivo, se encuentran llenas de parques -normalmente, bien cuidados- por todas partes.

          -"Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistan son países, que profesan la religión musulmana": Para ser más exactos, si podríamos decir, que vienen de tradición musulmana, como denota, el gran número de mezquitas y madrazas, sobre todo, en Uzbekistán. Aunque, también no es menos cierto, que la mayor parte de ellas, se encuentran cerradas para el culto.

          En la actualidad, los pesados pilares del Islam, no sustentan casi nada en estas tres naciones, a pesar de que turcos y emiraties, se esfuerzen en invertir millones y millones de euros en construir mezquitas modernas, que casi no visita nadie.

          Las mujeres jóvenes y de mediana edad, en estos lugares,van sin hijab y entre las de más edad, hay de todo. La carne de cerdo se encuentra presente en todos los mercados casi sin excepción. Las bebidas alcohólicas -especialmente, el vodka-, se encuentran en casi todas partes y a muy buen precio, siendo un poco más difícil, en Uzbekistán, dado que no las comercializan en los supermercados. Y los San Viernes -tan venerados, en Musulmania-, son como otro día cualquiera, siendo el de descanso, el domingo.

          -"La burocracia puede llegar a ser desesperante, en estos tres países". Hasta yo lo pensaba, antes de viajar y de hecho -ya hemos anticipado bastante sobre este tema en la introducción-, hasta no hace mucho tiempo, debía de ser así.

          Si es verdad, que en Uzbekistán, hay situaciones, que desesperan, como que tengas, que pasar tres o cuatro controles de equipajes, billetes y pasaporte para subir a un tren o tener, que amontonar, uno sobre otro, los papeles de los registros de los hoteles, pero es que hasta no hace mucho, la cosa debía ser mucho peor. Y si no, leeros algunos blogs con artículos de hace tan solo un año.

          En Kazakstan -de facto, aunque no se ha anulado la normativa, legalmente-, ya ni es necesario, registrarse en las oficinas de la policía, ni siquiera si entras por las fronteras terrestres, si te han colocado dos sellos en la tarjeta de inmigración, que te dan a la entrada al país y que debes entregar a la salida.

          Afortunadamente  para los viajeros, en Kirguistán, hace ya mucho tiempo, que se olvidaron de la burocracia.