Como no dispondremos de vacaciones
hasta septiembre, hemos decidido ocupar los fines de semana del
verano, en diferentes actividades,entre ellas, algunos viajes. Ya,
comenzamos a cumplir lo prometido la semana anterior, asistiendo a
algunos de los diferentes eventos- entre ellos, varios conciertos de
grupos “tributo” y la tradicional hoguera-, que se celebraron en
nuestra ciudad, con motivo de la festividad de San Juan.
Todas las fotos de este post son de Burgos, menos la última, que es de Santtander
Para el del 29 y el 30 de junio, lo
teníamos muy fácil, dado que varias provincias de Castilla y León
celebran sus fiestas patronales. Nos acabamos decantando por Burgos y
las de San Pedro y San Pablo, dado que allí, se llevaría a cabo un
concierto de Revólver; pero sobre todo, porque iba a ser teloneado
por una banda local, de la que nos habían hablado maravillas y con
mucha razón: La M.O.D.A (Maravillosa Orquesta Del Alcohol). Además,
hacía ya varios años, que no visitábamos la ciudad.
Burgos es una ciudad agradable y
coqueta, que dispone de un pequeño y cuidado casco histórico
ocupado por numerosas iglesias, con el máximo exponente de su
Catedral, cuyo interior y de forma vergonzosa, cuesta visitar siete
euros. En 2.003, cuando viajamos a Mallorca, prometimos no volver a
pagar por ninguna y hasta ahora, hemos cumplido. Si les sacan
rendimiento económico a las seos, ya es hora de que empiecen a pagar
el IBI y a serles retiradas las ayudas estatales. Pero, de eso, ya
hablamos otro día.
Fuera de esta zona, los alejados
monasterio de las Huelgas Reales y la cartuja de Miraflores, merecen
la atención del viajero.
Si la ciudad, ya es interesante en
cualquier época del año, en fiestas, aún más. La sobriedad
castellana asalta las calles, para abarrotarlas y disfrutar de las
numerosas actividades: estatuas humanas, marionetas, magos de postín,
cantantes de rancheras... Las únicas distorsiones -tampoco
moloestas- procedieron de dos hombres, ubicados sobre el suelo: uno
pidiendo dinero para sus tres “higos” y el otro, para poder
independizarse.
Los bares son numerosos y se hallan
altamente concurridos. Resultan más baratos, que los de nuestra
natal Valladolid, aunque eso, ya no nos sorprende, cuando viajamos a
otros puntos de España (salvo Cataluña y País Vasco). Los
productos gastronómicos más conocidos son la morcilla y el queso de
Burgos, pero hay platos más elaborados, como la sopa castellana, las
lentejas a la Burebana o la olla podrida, por no hablar del
tradicional lechazo.
Y llegamos a los conciertos. ¡Noche
pletórica!. Primero, en el espacio Atapuerca, al otro lado del río.
El encuentro con La M.O.D.A supero las mejores expectativas. Muy buen
directo, para temas que transitan por el folk, el blues, el country y
en definitiva, por el rock & roll. La única recomendación, que
les haría, es que cantasen más en español y menos en inglés.
Pero, parece que ya se la han aplicado, dado que en octubre sale su
primer trabajo, con 10 temas en lengua patria. La crisis ha
posibilitado, que grupos locales, a los que antes no les daban bola,
tengan ahora su oportunidad. Apuntad dos nombres de mi ciudad: Ele de
Eme y chloe.
Aunque el concierto fue algo
irregular, Revólver cumplió con lo esperado, a lo largo de dos
horas. Pero, nos dejó muchas preguntas: ¿es normal, qué bandas que
tuvieron su mejor momento hace 20 ó 30 años, sigan copando los
escenarios en horario estelar, hoy en día?. ¿No hay músicos de
calidad en la actualidad? ¿Que habría pensado yo, si a mis 18 años,
me entero, de que mi madre de cuarenta y pico o mi abuela de setenta,
van a un concierto de rock?.
De las preguntas planteadas, para una,
si que tengo la respuesta: ahora hay bandas buenísimas, pero por
razones, que desconozco, no disponen de oportunidades, porque los
ayuntamientos no los contratan y las cadenas musicales los marginan.
Y para muestra, varios botones: Miss Caffeina, Second, Love of
Lesbian, Cyan, Efecto Pasillo, Jesse & Joy, Lori Meyers, Lagarto
Amarillo, Taxi, Maldita Nerea, Vetusta Morla...
A las 4,30 de la madrugada, felices y
no muy pasados de alcohol, tomamos el bus de vuelta. Fue arribar a
Valladolid y subirnos en el coche de unos amigos, rumbo a Santander,
para pasar el domingo. La playa, el vino y un cocido montañés
repusieron nuestras agotadas fuerzas.