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domingo, 16 de septiembre de 2012

Obsesiva inseguridad

                                    Riobamba (Ecuador)
Habíamos pensado hacer noche en Riobamba, pero como son poco más de las once de la mañana, veremos este lugar en cuatro o cinco horas y por la tarde, tiraremos directamente, hacia Quito. Y todo, porque mañana es sábado y no queremos perdernos el mercado indígena de Otavalo, que se celebra ese día. Cerca de Riobamba, existen diversos volcanes, como el Chimborazo, el Tungurahua, el Altar y el Carihuairazo, pero en esta ocasión, hemos decidido, que solo nos centraremos en la ciudad.
                                                                                                   Otávalo (Ecuador)
            Dejamos las mochilas en una librería –como tenemos por tradición, últimamente- y nos vamos a explorar la ciudad, que aparece bastante bien cuidada y que está de celebración festiva en este día, aunque desconocemos los motivos. Vemos el Parque de la Libertad, la Basílica de forma circular, el Parque Maldonado, la Catedral y otras tres o cuatro iglesias, bastante interesantes.

            Afortunadamente, la carretera hacia Quito es buena. La mayoría del tiempo, circulamos por autopista y no por esas carreteras de Dios, de los días anteriores.

            Estamos preocupados. Hemos leído mucho sobre la inseguridad de la capital ecuatoriana y vamos a llegar de noche, por lo que nos da algo de miedo tener, que recorrer el centro andando, en busca de un hotel. La entrada a Quito es parecida a la de La Paz, en constante y larga bajada, con bonitas vistas de la ciudad.
                  Otávalo
            La estación de autobuses de la capital es moderna, funcional y sobre todo, enorme, dado que consta de varias plantas. Así que nos cuesta unos minutos organizarnos y enterarnos, de que no tendremos problemas para ir a Otavalo, puesto que hay autobuses muy frecuentes.

            Tal como nos ha recomendado una señora, salimos de la estación para tomar un taxi, dado que son más baratos, que los que esperan a la puerta. Pero como nos ven extranjeros, nos quieren exprimir, pidiéndonos como poco cinco dólares, por un tramo que haríamos andando, en poco más de diez minutos, si fuera de día.

            Encontramos un hotel frente a la terminal. Nos piden 12 dólares por la habitación doble con baño y televisión sin cable. Es algo descuidada, pero habitable, así que vistas las circunstancias, decidimos quedarnos. Esta zona, está catalogada por las guías, que hemos visto, como muy insegura de noche, así que no nos movemos del hotel, hasta el día siguiente. Y debe serlo, porque en nuestro propio hotel hay dos verjas, que parecen de una cárcel de alta seguridad. Una está situada abajo del todo y otra, justo antes de la recepción.

                                         Otávalo, arriba y debajo, Quito (Ecuador)
            Tomamos la decisión definitiva, de que no vamos a llegar hasta la selva amazónica, en este país. Habíamos pensado hacerla, bien por Macas o bien por Coca, pero ambas quedan a bastantes horas de autobús, de cualquiera de los lugares por los que hemos pasado y no estamos dispuestos a meternos tal paliza.

            Partimos hacia Otávalo. Nada más bajar empieza a llover y así estará la mayor parte del día, si bien, a ratos afloja un poco y otros arrecia. Somos unos apasionados de los mercados. Podemos estar paseando por ellos, durante horas y horas. En este y a diferencia de la mayoría de los del resto del continente, hay bastantes guiris en busca de gangas, que realmente no existen, aunque si se hacen compras a precios bastante razonables.
                  Quito
            En cuanto a, si lo que se vende es o no de producción indígena o artesanal, no soy ninguna entendida, pero permitidme que albergue mis dudas. No he llegado a ver ninguna etiqueta de, “made in Taiwan”, pero la mayoría de las cosas que se ofertan, me parecen más bien, de producción industrial, que manual.

            Al margen del tradicional mercado de artesanía, que se desarrolla en la plaza del Poncho y sus alrededores, existe otro enorme, destinado a las frutas, las verduras y los productos de consumo cotidiano. Como todos los de su gama, es tremendamente animado y por 10 centavos de dólar, degustamos la piña más rica, que hayamos comido jamás, partida en unas enormes rodajas.

                                                                                    Quito, tanto arriba, como abajo
              Como en todos los mercados del continente, una vez se abandonan Brasil, Argentina y Chile, existen tres niveles de negocios: Los que tienen tienda, en algún local de la calle, los que montan el puesto por la mañana en mitad de la vía pública y lo desmontan por la tarde y los que cargan con la mercancía a cuestas y se desplazan.

            Nos ha gustado este mercado, pero aún así, nos da la sensación de que está sobrevalorado. Nos sentimos mucho más a gusto, el día que estuvimos en Pisac, tal vez, porque de ese lugar, esperábamos bastante menos. Volvemos a Quito.

            Es domingo. A pesar de ser de día y de que está bastante próximo, decidimos tomar el metrobús (0,25 US$), para llegar al centro. Y es que en la guía, la calle Maldonado, que conduce hasta la plaza de Santo Domingo, la ponen como bastante peligrosa. Así, que es cerrar los ojos e imaginármela, llena de navajeros sedientos, deseosos de colocar sus machetes sobre nuestros cuellos. Otras de las zonas, calificadas también como bastante inseguras, son La Mariscal, el Parque Carolina y el Cerro Panecillo. Hasta hemos leído, que lo mejor para visitar el centro, es unirse a una de las visitas guiadas –creo que gratuitas-, que ofrece la policía. ¡Me parece una tremenda exageración!.
                          Quito
            El centro de Quito -que al menos hoy y sobre todo por la mañana, está tomado por la policía-, es una zona que enamora y para mi gusto, esta ciudad es de las más bonitas de Sudamérica. Tiene iglesias preciosas y calles sensacionales, con casas realmente bellas. Todo está muy bien cuidado y limpio. Y para más suerte, hoy en todo el centro está cortado el tráfico, porque desfila la procesión de los Dolores.

            Así que todas las iglesias están abiertas y hay misa. Están abarrotadas de gente, incluso de pie, en los laterales de los bancos. Más que en una boda, en España. El punto más importante de la ciudad viene marcado por la plaza de la Independencia, donde se encuentran la Catedral y el Palacio de Gobierno. A la vuelta está el Sagrario, que es un bonito templo.

                                                                           Quito, tanto arriba, como abajo
            Buscamos un taxi para subir al Cerro Panecillo. En la oficina de Turismo nos habían dicho. que cuesta unos 5 dólares, pero los taxistas nos piden 15, 12, 8 –como mínimo- y no están muy dispuestos, a regatear. Un amable comerciante de la zona, que después de media hora, nos ve ya bastante desesperados, nos indica, que lo mejor que podemos hacer, es tomar un autobús llamado Tola, desde la plaza de San Francisco y bajarnos en el Cementerio Nuevo. Desde allí y por un dólar, tomar un coche particular hasta lo alto del cerro, dado que hay muchos que ofrecen ese servicio.
                        Quito
            Minutos después, incluso cierra la tienda y se decide a acompañarnos el mismo, hasta que bajamos del Tola. Nos resulta extraña tanta amabilidad y nuestras alertas se disparan. ¿Habrá tramado con alguien que vayamos hasta el cementerio, para luego allí desvalijarnos?  Desde luego, somos conscientes de que asumimos una situación de riesgo, pero el hombre ¡parece tan amable y honrado!. Todo sale bien y caemos en las manos con un amable hombre, que tiene un hijo viviendo en España. Las vistas desde el cerro son magníficas
                                                                         Quito
            Antes de ir a la cama, vemos como cada noche la tele. Un anuncio capta nuestra atención. Publicita el primer Congreso de Negociación Avanzada, que se va a celebrar en la ciudad y para ilustrarlo, han tomado el célebre, ¿por qué no te callas?, del Rey. 

1 comentario:

Eva dijo...

Después de dos días en Quito, partimos para Tulcán, en la frontera con Colombia. Es mucho más tranquila de lo que imaginábamos.