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jueves, 6 de septiembre de 2012

Extraordinaria belleza, entre pelmas y sacacuartos

Ambas imágenes pertenecen a Cuzco (Perú)
Salimos a ver Cuzco, ya de noche y después de haber peleado con los comisionistas y los dueños de los alojamientos, durante buena parte de la tarde. Se nos está agriando el carácter. En esta ciudad -y en el resto de Perú- o sacas las uñas o te comen con patatas. Hemos llegado desde Puno, tras un largo viaje y con diferentes incidentes. Hemos venido en un autobús normal. De haber tirado por lo alto, existen servicios –a 25 dólares-, pensados para turistas y que van parando en diversas partes destacadas del recorrido, que en un largo tramo, si muestra paisajes muy interesantes. En Perú, si tienes dinero y estás dispuesto a despilfarrarlo, siempre te ofrecerán una solución a tu medida. ¡Imaginación, no les falta!.
Urubamba (Perú) 
Todas las palabras que se digan sobre esta ciudad, son pocas y no llegan a definir ni al juntarlas, su impresionante belleza. Cuzco está lleno de restaurantes y agencias, que ofrecen excursiones al valle Sagrado, a Machu Pichu, a la selva… y casi a Marte.

Todo es aquí, en torno a un 20% más caro, que en el resto de Perú, aunque si te mueves y te alejas del centro, no es difícil encontrar un sitio, donde comer bien, por poco más de un euro. Las tasas de conversión de divisa en las casas de cambio, también son bastante desfavorables, para el sufrido viajero.
                                                                                                    Ollantaytambo (Perú)
            En la oficina turística no nos dan especiales recomendaciones en materia de seguridad. Parece lógico, porque en Cuzco, casi hay un policía por cada turista (somos muchos, por cierto). Ya en estos momentos, nos encontramos con la primera trampa, de todas las que se producen en este país (especialmente, en esta zona): Para ver las ruinas del Valle Sagrado, hay que sacar un boleto conjunto para todas, no pudiéndose comprar las entradas sueltas. Así, te obligan a abonar todas las visitas, las quieras hacer o no.

Lo mismo ocurre, si se quieren ver los distintos monumentos de pago, de Cuzco. El boleto parcial para estos últimos, cuesta 40 soles y si queremos ver el Valle Sagrado también, hay que desembolsar 70 soles- No estamos dispuestos ni a una cosa, ni a otra, más por principios, que por economía.

                    Machu Pichu y las dos siguientes de abajo, Aguas Calientes (Perú)
En Cuzco, comienza a hacerse familiar, lo que luego nos perseguiría por otros países del continente: El constante latiguillo: “Llamadas, llamadas, llamadas….”. Se trata de personas –generalmente chicas jóvenes, aunque hay de ambos sexos y todas las edades-, que visten camisetas de cualquiera de los operadores móviles del país y que ofrecen en plena calle, el teléfono móvil para llevar a cabo comunicaciones telefónicas, por un importe que resulta bastante económico.

            Pero, en las calles de Cuzco hay mucha más gente, que ofrece cosas. Desde los pesados camareros de los restaurantes, a los artistas que venden su obra –generalmente, láminas o grabados-, en plena calle, pasando por todo tipo de actividades mercantiles, para ganarse la vida. No son especialmente persistentes, como por ejemplo en muchos países árabes, pero son tantos, que a lo largo de un día, el transitar por la ciudad, se acaba convirtiendo en un calvario.

                              Esta y la de más abajo, son de Pisac (Perú)
Empiezas por la mañana, diciendo amablemente, “no gracias” y terminas por la tarde, con cara de mala leche y mostrando la más absoluta indiferencia –como mínimo- hacia ellos. ¿Es así como las autoridades de Perú, quieren hacer –como dicen- de Cuzco un lugar para el turismo exclusivo?. O simplemente, ¿lo que el gobierno de Perú llama turismo exclusivo, no es otra cosa, que desplumar a los turistas por todo, a cambio de nada?. En este sencillo test de dos respuestas, marcamos la casilla b.

En el valle Sagrado, Chinchero y Urubamba son lugares discretos. El primero, destaca por unas escasamente interesantes ruinas y el segundo, por un animado mercado sin encanto. Un lugar más pintoresco resulta ser, Ollantaytambo.

Al ser ya tarde y no estar presente el vigilante, conseguimos colarnos en sus ruinas. Pero, lo más atractivo de este lugar es su imponente y montañoso paisaje, además de las estrechas callejuelas con casas de piedra, surcadas por sonoros regatillos de agua, en constante fluir.
                                                                        Ollantaytambo
Damos también, una vuelta por el mercado, mientras esperamos al tren a Aguas Calientes, que sale con más de una hora de retraso, porque no hay máquina. Acaso, ¿nadie ha sido capaz de darse cuenta, de que un   tren para funcionar, precisa de una locomotora?. No. Deben andar demasiado ocupados, contando la extraordinaria recaudación del día. Y es, que del asunto del sangrante y vergonzoso ferrocarril a Machu Pichu, ya hablaré en otro post.

En Pisac, también hay ruinas, no muy destacables. Pero, lo mejor es el apoteósico mercado. Para mí, uno de los mejores de Sudamérica y desde luego, más auténtico que el de afamado de Otavalo, en Ecuador. Se divide en dos zonas, bien diferenciadas: las calles donde se comercian los objetos para turistas (ropa, calzado, plata, cuero…) y la plaza de Armas, donde se ubican los puestos para los lugareños y donde se venden frutas, verduras, carne, salsas al peso, tientes naturales –de cactus, por ejemplo- o minerales… y los de la comida cocinada. Este es sin lugar a dudas, el área más genuina y animada. La otra, se halla bastante más vacía y es por la que los guiris se pasean, a la búsqueda de gangas, que desde luego, no existen.
 Cuzco
Al contrario de lo que ocurría en los mercados de Bolivia, aquí resulta mucho más fácil poder, fotografiar a la gente. Te puedes acercar y se dejan retratar, sin mayores problemas y sin aspavientos o huidas.

Algunos dicen, que las empanadas de Pisac tienen mucha fama. Pero, si es por las que hemos probado de postre en una tienda especializada, es inmerecida, porque saben a pizza y están escasamente rellenas. Aunque la masa no es mala ¡Qué se vayan a Argentina, a aprender a hacer empanadas!.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas tardes

No todos los habitantes del Perú son como usted los describe. Cuzco es una ciudad muy visitada y por eso hay mucha gente, tratando de ganarse la vida. Pero como usted deice no son muy agresivos.

Unos pocos no pueden dar forma a la imagen de un país, tan a la ligera

Atentamente

Rocío

Eva dijo...

Hola.

Gracias por el comentario.

En este post, no se pretende describir la idiosincrasia de un país. Simplemente y de forma -espero- amena, tratar de describir situaciones y de advertir al viajero, de lo que se puede encontrar en los destinos visitados.

Por supuesto, que generalizar, ni es bueno ni justo. Dicho esto, no son los peruanos las gentes más hospitalarias del continente americano, como tampoco los bolivianos o los chilenos. Y sí, los colombianos, ecuatorianos, argentinos o mexicanos, por poner varios ejemplos.

La constante actitud recaudatoria del estado, tampoco ayuda mucho en este país.

Y por otra parte, yo entinedo, que los pelmas de Cuzco, se tengan que ganar la vida. Pero también, ellos deben comprender, que somos viajeros y no animales de presa.

Saludos.