Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 30 de abril de 2024

lunes, 29 de abril de 2024

Por tierras de More og Romsdal (parte II)

           Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Alesund e hicimos un primer reconocimiento rápido, nos encontramos en el exterior con un cuarto alargado protegido por puertas correderas y con un banco de jardín en su interior. Una vez nos han echado de la terminal, nos dirigimos a él, a ver si hay suerte y no lo han cerrado con llave. Afortunadamente, así ocurre y nos introducimos en su interior descubriendo, que tiene dos estufas en el techo, que pueden ser conectadas por periodos de dos horas, sucesivamente.

          Aquí nos quedamos toda la noche, sin ser molestados y conseguimos dormir hasta las 6 de la mañana, momento en el que los rayos del sol comienzan a atravesarnos los párpados.

          Tenemos dos planes para hoy, segundo día en More og Romsdal, pero nos tememos, que ambos van a salir mal. Rondamos los cuatro grados y el cielo está despejado, aunque ha aparecido algo de viento frío, ausente ayer.

          El primero es, llegar hasta Alesund, caminando, que sigue siendo nuestra obsesión. Aunque anoche en internet, hemos visto fotos del túnel submarino -4,2 kilómetros de largo y hasta 140 metros de profundidad -, la iluminación es deficiente y no dispone de aceras continuadas, po lo que las opciones de éxito son escasas. Así ocurre, incluso, antes de llegar a este punto, cuando encontramos otro subterráneo para coches en una montaña, aún en peores condiciones.¡Marcha atrás!

         El segundo objetivo es, encontrar habitación en un hotel, que hemos dejado atrás. Pero, al preguntar, se nos va de presupuesto: 83 € la noche. ¡Toca pensar, que hacer!

       Y mientras lo hacemos, nos vamos a caminar a las islas de Giske y Godoya, que se encuentran una detrás de otra, cruzando sendos puentes. Las vistas del mar -de varios colores- y de la montaña resultan espectaculares.

          Regresando al aeropuerto, después de llevar a cabo las pertinentes compras en el Rema 1000, caemos en la cuenta, de que junto a la terminal hay un complejo de habitaciones, cuyo precio, publicitado en la puerta -unos 49 €-, podemos asumir. El bajón nos invade de nuevo, viendo que está noche nos va a tocar volver al salvador cuarto de ayer, porque para hoy, todas las alcobas de este lugar están ocupadas.

          Nos protegemos de nuestros males caminando, horas y horas y recorriendo la otra parte de la isla de Vigra cuyas dos localidades principales son Vigra y Roald. Una iglesia de madera, una playa y las montañas nevadas, junto al mar, son los principales atractivos. A estas horas, ya hemos decidido, que no pagaremos el alto precio del autobús a Alesund y que el día de mañana seguiremos caminando por las islas.

          Tras dormir en el mismo lugar, que ayer, somos capaces de aguantar hasta las siete y media de la mañana. De nuevo, luce el sol, pero el viento ha incrementado su fuerza y bajado su temperatura. Durante todo el día vamos a pasar bastante frío, a pesar de ir bien equipados. Cómo hemos ahorrado tanto dinero en alojamiento, decidimos invertir parte en comprar cervezas (2,30 € la lata de medio litro). Porque hoy, ya no queremos buscar alojamiento, dado que mañana, deberemos levantarnos sobre las cinco, para tomar el vuelo de regreso, a Gdanks.

          Dedicamos la jornada fundamentalmente, a recorrer la isla de Valderoya, entera, con circuito en forma de óvalo. Las principales localidades son Gjosund, Ytterland y Valderhaung. 

          Con la confianza ya cogida, va a ser la noche, que durmamos mejor: hasta siete horas.

          De nuestra estancia en More og Romsdal nos ha llamado la atención, que no hay un solo cartel en inglés. Todo en noruego, incluso, en un aeropuerto, que es internacional.

Carne 🥩🍖 de Tik Tok en Gdansk


 

El barco ⛵⚓ pirata 🦜 de Gdansk


 

domingo, 28 de abril de 2024

Por tierras de More og Romsdal (parte I)

           A partir de ahora, no hablaremos de Alesund -es solo una ciudad en la inmensidad del archipiélago-, sino de More og Romsdal, la región, que lo alberga.

          El vuelo sale una hora tarde -hace mucho tiempo, que no teníamos retrasos-, pero en menos de hora y media tenemos el que seguro va a ser, el premio gordo del viaje. Por favor: si venís hasta aquí, hacedlo en un vuelo diurno y ocupad el asiento de ventanilla, aunque tengáis, que pagarlo (a nosotros nos tocó, aleatoriamente). Y después, rezad a todos los dioses de las diversas religiones, para que no haya nubes.

          Hemos volado cerca de 300 veces en nuestras vidas y jamás habíamos visto un aterrizaje tan espectacular: centenares -o miles de islas- repartidas a su antojo y de formas diversas -una incluso, similar a un volcán -, cubiertas de una gruesa capa de nieve. El contraste de este fenómeno con el brillo del sol y el color del mar, nos lleva a un extraordinario evento paisajístico jamás vivido y cercano al síndrome de Stendhal.

          Hemos aterrizado a las seis de la tarde, pero en esta época del año aun quedan cuatro horas y media de luz, por lo que nos decidimos a disfrutarlas de forma enérgica. El aeropuerto está en la isla de Vigra y Alesund -nuestro objetivo inicial -, tres ínsulas más allá, a unos quince kilómetros y comunicada por túneles y puentes. Como el precio del autobús es disparatado, pretendemos comprobar hasta que punto podemos acercarnos a nuestro destino, caminando. El tiempo no es malo, porque brilla el sol y no hay aire, a pesar de estar en una zona muy abierta y en el paralelo 62. 

          Tenemos suerte, porque desde  el minúsculo aeropuerto sale un carril peatonal/bicicletas, que en una hora, nos deja delante de un puente, que nos lleva a la isla de Valderoya.

          Nos recibe un supermercado Rema 1000, que sin duda es, el menos caro de todos los noruegos. Y después, un sendero, con el mar a la derecha y una espectacular hilera de montañas peladas, a la izquierda. Así, avanzamos evitando la carretera general.

          Tras otra hora, salimos a ella, por una población pequeña. Hemos avanzado ocho kilómetros y nos quedan siete, pero no podemos seguir, porque volveríamos a la terminal aérea de noche.

          El aeropuerto de Alesund es confortable -estilo Billund, con sillas y mesas de terraza y muchos puntos para cargar el móvil, sentado-, aunque diminuto. Aquí, se conocen todos, así, que como para pasar tres noches durmiendo de manera desapercibida. Habíamos indagado en internet, pero sin éxito, porque no logramos saber su horario.

          Ahora, nos lo explican claramente: es medianoche y van a cerrar, por lo que debemos irnos y buscarnos la vida, a dos grados. Tenemos un plan B, pero no los suficientes datos, sobre si podremos llevarlo a cabo 

Regresamos a Gdansk


 

Nuestro peculiar y salvador alojamiento 🏨, en Alesund (post 2.000 de este blog)


 

sábado, 27 de abril de 2024

Alesund: a ver si somos capaces de preparar más y mejor los viajes

           Tras dos días, abandonamos Billund y nos dirigimos, a Gdanks, donde nos recibió un fuerte aire helador. Entre esto y que estábamos cansados, apenas salimos del hotel, que fue el mismo -el fantástico Moon-, en el que estuvimos hace ocho meses.

          Sí acudimos a un par de supermercados, uno de ellos, el Lidl, donde nos hizo gracia ver la semana de los productos españoles, como en nuestro país, observamos la griega o la italiana. Nos indignó, que el aceite de oliva -producción española, aunque envasado polaco -, esté a mitad de precio, que en la patria.

          Y con las mismas y al día siguiente, nos largamos para Alesund. ¿Qué esperábamos de este destino? Íbamos convencidos, de que se iba a tratar de un Bergen, algo menos espectacular y poco más. Pensábamos, que de los dos días y medio previstos, nos sobraría mucho tiempo. Pues bien -en nuestro descargo decir, que hacia tres jornadas que habíamos vuelto de Marruecos y que en internet hay muy poca información -: nada que er con la realidad.

          Para empezar, Alesund carece de casco histórico, porque se quemó a principios del siglo pasado, por culpa de una compañía conservera, que hizo arder todas las casas de madera de los pescadores. Apenas cuenta con una iglesia y unas pocas calles de estilo modernistas y su mirador -de unos 400 escalones-, que es mucho más modesto, que los de Bergen. Pero esto, no lo sabemos por haber visitado la ciudad, sino por haberlo leído, dado que al final, no hemos ido allí, fundamentalmente, por el robo del transporte del aeropuerto (16€ para menos de 15 kilómetros).

          Pronto nos dimos cuenta en el avión y tras ver un mapa, de que lo interesante es recorrer la mayor parte de sus espléndidas islas. Muchas de ellas están conectadas por puentes o túneles -uno, incluso submarino -, por lo que lo ideal es alquilar un coche en el aeropuerto y perderte por sus costas. Más, cuando el transporte público es escaso y las infraestructuras de alojamiento son casi inexistentes o dispersas.

          Pero, no os apureis, los que no queráis conducir, porque hay otra forma de descubrir esta zona: caminando. Y ellos es posible, gracias a que han construido innumerables carriles peatonales/bicis, que llevan a todas partes. Así, hemos accedido a cuatro insulas y dos de ellas, las hemos recorrido enteritas.

          Pensábamos dormir en el aeropuerto, pero de nuevo, una contrariedad: cierra a media noche. ¿Cómo lo solucionamos?. En las próximas entradas os contamos, cronológicamente, estás 60 horas.

¡Adiós 🫂 a Alesund!


 

Otra bahía de Vigra