Como habíamos estado en Cantabria, durante el puente de Navidades, decidimos buscar un destino más cercano, para el fin de año. A unos cuarenta kilómetros de nuestra ciudad de residencia, se encuentra Medina de Rioseco. Íbamos a dedicarle tres jornadas, pero como los hoteles son caros allí, comprimimos todos nuestros itinerarios, en dos: Nochevieja y Año Nuevo. El tiempo fue soleado y agradable por el día. La mañana de la jornada de fin de año, la dedicamos a realizar la agradable ruta de paisaje castellano y campero, que conduce a lo largo de cuatro kilómetros, a la ermita de Castilviejo. Y aún, llegamos un par de miles de metros más allá. Por la tarde, visitamos de forma minuciosa el centro de la villa, disfrutando del casco histórico, con calles de casas de arquitectura terracampina y sus bonitas y contundentes iglesias. También, dividimos en dos, la primera jornada de 2022. Por la mañana y partiendo de la dársena del canal de Castilla, caminamos más de dos horas, hasta la exclusa sexta del mismo. El desgarrador paisaje invernal nos cautivó hasta provocar emociones insospechadas. Apenas nos cruzamos con nadie, ni a la ida, ni a la vuelta. Resulta más cómodo transitar por la margen derecha del apacible cauce.
Después de regresar, almorzar y de comprobar, lo animados, que estaban los bares a mediodía, recorrimos unos cuatro kilómetros de importantes subidas y terreno irregular, hasta una almazara, que se puede visitar por dentro, aunque no este día.
Antes de anochecer y regresar a casa, paseamos por el cauce del río Sequillo y dimos las últimas vueltas por el pueblo.
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