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sábado, 20 de marzo de 2021

Tres días por tierras de Avila

                     Todas son de Ávila, menos la última, que es de Arévalo

      En la tarde del viernes, 12 de marzo, comenzamos nuestro segundo viaje del año. Son ya varios meses, los que dura el cierre perimetral -maldito palabro- de nuestra comunidad, así, que no nos queda otra, que adaptarnos a lo que hay.

          En esta ocasión -cada vez, van quedando menos destinos regionales-, elegimos la provincia de Ávila, por varias razones. A la capital, hacía más de veinte años, que no íbamos. Además, nos apetecía descubrir Arévalo y sus alrededores. Y por último, encontramos dos muy buenos hoteles, a veinte euros la noche.

         El sábado por la mañana y con el buen tiempo, que nos acompañó, durante toda nuestra estancia, visitamos el casco histórico -intra y extramuros- con la catedral; sus numerosas, sobrias y bellas iglesias; los diversos palacios y el resto de edificios civiles y sus magníficas plazas. Especialmente, la del Mercado Chico y la del Grande. Y todo, impregnado por la omnipresencia, a cada paso, de la santa Teresa.


          Por la tarde, seguimos el curso del río Adaja, hacia la izquierda y recorrimos más de cinco kilómetros, a través del Parque del Soto, en una agradable ruta, que nos habían recomendado en la oficina de turismo. El río se va acercando y alejando a su antojo y compartimos travesía con numerosas vacas de sonoros cencerros.

        Después, tomamos la dirección contraria y giramos a la izquierda, afrontando la ascensión, que lleva hasta el memorable mirador de los Cuatro Postes, desde donde se obtiene la mejor vista de la impresionante muralla de la ciudad.

        El domingo por la mañana, nos embarcamos en la segunda ruta, que parte desde la ciudad. Se puede ir por una carretera con acera, pero nosotros elegimos hacer el recorrido por el campo, a través del camino de Sonsoles. No fuimos los únicos. Hay que llegar, hasta el cauce del río Chico y girar hacia la izquierda, en una muy entretenida y ascendente marcha en la parte final, que conduce hasta la bonita ermita de Nuestra Señora de Sonsoles. Llegamos en plena misa con más aforo del permitido. Desde el centro, se tarda una hora y diez minutos.

          Regresamos y fuimos hacia el otro lado del río Chico, más caudaloso por esta zona y con muy buenas vistas. Como todavía quedaba mañana, dejamos a un lado el mirador de los Cuatro Postes y continuamos hacia el otro lado del Adaja, durante más de media hora, contemplando bonitas estampas fluviales.

        Por la tarde, dimos la vuelta completa a la espectacular muralla del siglo XI, de doce metros de altura y cuatro de grosor. Son dos kilómetros y medio de perímetro -poco más de media hora, caminando, nueve puertas de diferentes estilos y ochenta y siete torreones, enclavados en una superficie bastante sinuosa. 

        El lunes, nos desplazamos a Arévalo, 52 kilómetros al norte. La ciudad es muy bonita, aunque como en el caso de Ávila, sobra tráfico rodado en el casco histórico. Su plaza principal es de extraordinaria belleza.

        Estaba cerrada la oficina de turismo, pero aún así, dimos con un magnífico recorrido, que circunda en buena parte la ciudad. Se trata de la senda del río Arevalillo, que ofrece una caminata rompepiernas, a través de un curvilíneo camino en el que pasamos por debajo y por encima de puentes y contemplamos un extraordinario paisaje, casi siempre junto al imprevisible río, hasta llegar a una caudalosa cascada.

martes, 16 de marzo de 2021

domingo, 14 de marzo de 2021

sábado, 13 de marzo de 2021