Esta y la demás abajo son, de San Esteban de Gormaz (Soria)
Cada vez, que volvemos de un viaje,
vengo con un come-come o paja mental, que me suele obsesionar y absorber durante varios días,
para luego caer en el olvido. En esta ocasión y a pesar de haber
sido un periplo, de tan sólo tres días, han sido dos.
Por un lado, cuando uno estudia sobre
la despoblación de Castilla y León, no se hace una idea, ni
siquiera aproximada, de lo que es la realidad. Pero, es que además,
Soria no es despoblación. Más bien y como está de moda decir
ahora, es lo siguiente. Hablamos de pueblos -por denominarlos de
alguna manera-, que carecen de cualquier tienda o bar, que cuentan
con la mayoría de sus casas cerradas o tapiadas -Atauta, Pedrajas de
San Esteban o Alcubilla del Marqués, son claros ejemplos y no los
más flagrantes- y escasos habitantes, que nunca más cumplirán los
65 años.
Ruta del Cid, con restos de su antigua vía (Soria)
Nada es rentable, para ser montado
allí, pero sin embargo, la administración pública sigue prestando,
de forma directa y con sus debidos costes, muchos de sus servicios,
incluidos, en algunos casos, centros de atención primaria. La
pregunta es: teniendo en cuanta la actual situación económica y
dado, que esos habitantes deben desplazarse para comprar el pan, el
pescado o las galletas, a núcleos más grandes, ¿no deberían
también hacerlo, por motivos sanitarios u otros varios?. No tengo
una respuesta muy clara sobre este asunto, algo peligroso, porque
puede llegar a tratarse de forma muy demagógica, pero al menos,
quería dejar planteado el debate, por si a alguien le apetece
opinar.
Esta y la de más abajo son, del Burgo de Osma (Soria)
Otro ejemplo de dislate: modernas y
costosas paradas de autobús, entre Burgo de Osma y Ucero, para un
transporte público, que presta dos servicios semanales.
La segunda cuestión, ya no es
exclusiva de Soria o de Castilla y León. Desde que tirarse -o irse-
al monte, de nuestros abuelos, se empezó a llamar trekking o
senderismo y al calor de la burbuja económica, en cada provincia
española y casi de la nada, empezaron a surgir rutas pintorescas,
lugares históricos, paisajes con encanto, sendas de las bodegas,
ruinas milenarias de cuatro piedras... Y en torno a ellos, numerosos
alojamientos de precios prohibitivos y fundamentalmente, rurales. No
niego el derecho de cada población, a enriquecerse con el turismo,
pero las propias diputaciones y por su bien, deberían ayudarnos, a
distinguir lo esencial de lo predible.
Esta y las cuatro siguientes son, del cañón del río Lobos (Soria y Burgos)
Y para terminar la parte teórica del
post, una anécdota: es más fácil conseguir un plano -además, de
buena calidad-, en San Esteban de Gormaz, que en Nairobi. Pero,
hablemos de lo práctico.
San Esteban de Gormaz y Burgo de Osma
son dos pueblos bien interesantes, con excelentes cascos antiguos.
Como el transporte público es, casi inexistente, conectamos ambas
localidades, realizando una parte de la ruta del Cid, una amplia y
poco interesante senda, que transcurre entre campos de cereales y
otros en barbecho, con los míticos bloques de tierra resquebrajada,
que han dado soporte a numerosas fotos, sobre la España seca.
Rellenamos varios huecos temporales, visitando varios de los pueblos
citados más arriba.
Pero, el plato central del viaje, era
el cañón del río Lobos. Haciendo caso a una lectora de este blog,
a un bloguero y a la propia mujer de la oficina de turismo de Ucero,
no llegamos hasta el puente de los Siete Ojos. Nos quedamos, unos
tres kilómetros más atrás y después, nos dimos la vuelta. Más
allá, el cañón se abre y pierde interés.
Desde Ucero, hay que caminar unos 2
kilómetros, cruzar un puente y girar a la izquierda. Se inicia la
ruta, primero por carretera y después, ya por una senda, bien
acondicionada, marcada y escasamente peligrosa. En esta época, el
río lleva bastante agua -bastante fría-, para lo que es su cauce
(he leído, que en verano puede estar seco).
Un kilómetros después y tras pasar
dos puentes nuevos, se llega a la magnífica ermita -románico
tardío- y a la cueva grande. Hasta aquí, es la parte, que hace todo
el mundo. Solo los más habituados a la montaña, siguen más allá.
Nosotros cruzamos hasta seis puentes -consistentes en piedras,
algunas muy puntiagudas e inestables troncos, situados en el fondo-,
dado que debes ir alternando ambas riberas. Las paredes laterales del
cañón son espectaculares, con cuevas y otros agujeros más
irregulares, en diversos y vivos colores, predominando el naranja y
el gris. La contemplación de aves resulta muy a tener en cuenta,
aunque esperábamos ver más. Las más importantes son el alimoche y
el buitre leonado. ¡Da cosa, cuando extienden sus alas y vuelan
bajo!. La vegetación es frondosa, destacando las sabinas.
Como conclusión decir, que la ruta me
ha gustado más de lo imaginado, aunque esperaba encontrar el cañón,
mucho más estrecho, de lo que en realidad es. Si se es hábil en los
puentes -no es mi caso-, la ruta se puede hacer en bicicleta. No la
veo recomendable para niños muy pequeños, aunque sí, a partir de
los ueve o diez años.
Pintoresca Soria: mientras en Burgo de
Osma, un cartel luminoso -aunque apagado-, anuncia las excelencias de
la comunicación, con Moviline, en Atauta, de menos de 50 habitantes,
se sienten orgullosos de la llegada de la banda ancha. Atauta (Soria)