En Delhi y por casualidad –mientras jugábamos al juego de las sillas, en la oficina de reservas de los billetes del tren-, conocimos a Analía y Andrés, uruguaya y argentinos animosos, con los que compartimos este día y el siguiente (luego, ellos iban a Jaipur y nosotros a Agra).
Delhi
Ha supuesto un soplo de aire fresco –insuflado con fuerza, en nuestros castigados pulmones-, que nos ha servico para charlar, durante horas y visitar los atractivos de la ciudad, que no son muchos. Aunque, al menos, ya han asfaltado la calle de los guiris y han sacado a las vacas, por lo que habrá mucha menos gente, que se deprima, cuando el taxista le deje en la calle de los hoteles. Hace tres años, la primera vez, que vino Andrés, aún no habían hecho nada
No tuvimos tiempo de aburrirnos, contando y sobre todo, escuchando historias, de la vida de Andrés en España, cuatro años de ilegal y con el consentimiento de los policías, que después de pedirle la documentación, varias veces, le deseaban buena suerte.
Compartimos muchas risas, situaciones y personajes peculiares, que pululan por este país: desde los que con las piernas en flor de loto –después de haberse fumado 30 chirus y comer un único plato de arroz- se buscan a sí mismos o a Buda, hasta los josteleros-hippies, que te miran por encima del hombro y que, dan colorido al paisaje.
Delhi
Sin embargo, y tras contrastar muchas cosas, acabamos con muchas sospechas, de que Andrés esté metido en un lío de drogas, que su novia, bastante más joven, que él, no conoce: tanto oírle decir; “a mi lo que me superaría, es cometer un delito en India”.O tras comprobar, que vagan por India, sin ton ni son, haciendo recorridos rarísimos. Y que después de un mes en el país, la uruguaya Analía, asegure no haber visto todavía, un solo templo hindú o una mequita O que no hagan fotos a ningún monumento, llevando una impresionante cámara reflex
Y, que decir, de que hayan pasado más de una semana en Manali, lugar famoso por el tráfico de marihuana. Es posible, que estén tratando –aprovechando, que el padre de ella, tiene una empresa de cargueros- de recolocarla en containers, en un envío, entre otras compras, que piensan hacer en Delhi y Jaipur. Sino, no se entiende, como pretenden llevarse a Argentina, un cargamento de té, con masala.
Esperamos, que anden en lo que anden, tengan suerte, porque para nosotros han sido dos fantásticos compañeros de viaje. Atrás queda Delhi, con sus estratosféricos precios y su virulenta polución. ¡Eso sí: casi, sin vacas!