Palmira (Siria)
Quizás, esta entrada la debí publicar
hace dos o tres meses, con el tema más de actualidad, pero la
desidia motivada por el insufrible verano, que nos envuelve desde
mayo, hasta no sé cuando, me ha hecho tomarme la vida con mucha
pereza. Fiestas, limonada, conciertos, cerveza... y muchas duchas de
agua fría.
Casas Colmena (Siria)
Hace ya bastantes semanas, que estoy
muy triste por la poca repercusión, que se está dando en los medios
de comunicación, a la casi total pérdida del patrimonio monumental,
de Siria y, en menor medida, de Nepal (de este país se ha hablado un
poco más). Pero, aún me apena más, que las maravillas, que vieron
nuestros ojos no hace tanto, se las hallamos hurtado a las próximas
generaciones.
Creedme, si os digo y a pesar de que
ahora, combatan los unos contra los otros en atroz e incomprensible
contienda, que los sirios -y conocemos, casi 130 países- son las
gentes más amables del mundo. No hablan inglés, cierto es, ni
obligación, que tienen. Ni siquiera, en la mayoría de las
ocasiones, conocen nuestro alfabeto. Pero, paradójicamente, ha sido
uno de los países donde nos ha resultado más fácil movernos.
Preguntabas algo en la calle y de inmediato, se activaba toda una red
de personas, que ni siquiera se conocían entre ellas, para dar con
la solución. Todo eran atenciones, sin agobio ninguno.
Hama (Siria)
Paseabas por los entrañables y
ordenados zocos y nadie te molestaba, Podías toquetear una cosa 20
veces, que el vendedor, ni te miraba, Podías probar los dulces o
frutos secos de los puestos especializados, preguntando sólo: Can
I?. Y en el restaurante, el camarero te llevaba a la cocina, para que
vieras todos los platos y eligieras al gusto (por cierto: la cocina
siria es de las mejores del mundo). A veces, por cuenta de la casa,
caía un entrante, una bandeja de encurtidos, un té o una copita de
arak.
Porque, aunque musulmana, Siria era
tolerante con el alcohol. Podías tomarte una fresca lata de cerveza
en las calles del barrio cristiano, de Damasco, sin ser increpado o
corregido. En esta misma ciudad, las jóvenes universitarias vestían
con vaqueros y sin velo (no así, en ciudades, como Hama -la más
conservadora del país- o Alepo). Katmandu (Nepal)
Según mis noticias, Alepo está
destruida, llevándose por el medio su magnífica mezquita y el zoco
cubierto más grande del mundo. Palmira ha sido saqueada y algo más
-me temo-, que aún no sabemos. El típico castillo templario y
medieval, que todos hemos soñado de niños y que estaba entero
-llamado Crac de los Caballeros-, se encuentra parcialmente dañado.
Lo mismo le ocurre al teatro romano de Bosra, uno de los mejor
conservados del mundo. Nada sé de las ciudades muertas, de Apamea,
de Hama, de Malula..., pero me temo lo peor. Lo que el hombre
preservó durante cientos de años, no tardo ni cinco minutos en
morir en manos de estas bestias pardas coetáneas. Francamente, no me
hubiera gustado vivir este momento histórico.
Pashupatinath (Nepal)
Lo de Nepal, admito, puede resultar
distinto. Al fin y al cabo, fueron las fuerzas de la naturaleza.
Pero, ¿hasta que punto estamos forzándola a comportarse de esa
violenta manera?. No soy yo muy integrista de las catástrofes, que
pronostican los agoreros del cambio climático. Creo, que no son
tantas las evidenciaz, para predecir a tan largo plazo y que lo que
hoy no tiene solución, sea posible resolverlo en 2.025. Pero, algún
dato objetivo, si hay: de los 15 veranos más calurosos, desde que se
dispone de datos, 14 han sido en el siglo XXI.
Si quiero, en otro orden de cosas,
amonestar a esos bocazas -no fueron pocos-, que dijeron: “¡qué
importa el patrimonio cultural, con toda la gente, que ha muerto!”,
Pues, preocupa y mucho. El terremoto mató a miles de personas y es
un desastre, pero la pérdida de sus monumentos, afecta a 7.000
millones de seres humanos, que vivimos en el mundo y ya no podremos
verlos. Y posiblemente, a varias de las generaciones venideras.
Patan (Nepal)
Al contrario, que los sirios, no son
los nepalíes santos de mi devoción. Ya sé, que es una injusticia
acusar a un pueblo por el comportamientos inmoral de unos miles de
gentes en los lugares turístico. Pero, la mente humana tiende a simplificar. No era cómodo transitar por un país, en el que cada cinco
minutos te estaban tratando de engañar para sacarte más dinero. Janakpur (Nepal)