Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 25 de enero de 2023

Brindisi, Ostuni y retorno, a Bari

           Nos quedaba una última jornada, antes de poner punto final a esta aventura navideña, gobernada por el buen tiempo y que tantas buenas sensaciones nos ha dejado. Con mucha pereza, abandonamos el apartamento de más de 120 metros cuadrados, en Lecce, donde nos había dado la vida de si, incluso para poner lavadoras y cenar variado y caliente. Sin lugar a dudas y como presentamos antes de empezar este periplo, esta ciudad ha sido de largo lo mejor del viaje. Y eso, que ningún destino nos ha decepcionado.

          En apenas veinticinco minutos de trayecto nos plantamos en Brindisi, donde ya habíamos estado en el verano de 1994, tras desembarcar de un enorme ferry, procedente de Patras y Corfu. No esperábamos nada de la visita, pero como pilla de paso, hacia la bella Ostuni, decidimos echarle un par de horas.

          Brindisi responde a la perfección a los cánones de ciudades de tipo medio o pequeño del sur de Italia. Desgarbada, caótica a más no poder ser, sin zona peatonal -circula el tráfico en varias direcciones, incluso en la plaza del Duomo- y con unas aceras en el centro, que más bien, parecen una estrecha barra para llevar a cabo exhibiciones de funambulismo. La ciudad tiene una discreta catedral, algunas modestas iglesias y un castillo algo amorfo, que no está abierto al público, porque en su interior y como en Taranto, se llevan  a cabo labores militares.

          En un tiempo similar al del trayecto anterior, nos pusimos en Ostuni. Esperábamos, que Google Maps no tuviera razón, pero la tiene y el centro histórico se halla a unos tres kilómetros de la estación ferroviaria. Hay autobús urbano de adecuada frecuencia, que conecta ambos puntos, pero nosotros decidimos ir andando por la empinada carretera. Esta es irregular, teniendo arcén amplio en casi todo el recorrido. Aunque cuenta con algún tramo complicado y cierta densidad de tráfico.

          Ostuni es una auténtica maravilla. Nos ha gustado incluso más, que Gallipoli y Otranto. Su mayor atractivo es la plaza de Orozno, con su iglesia, el ayuntamiento, la esbelta y estilizada columna dedicada a su titular y varias animadas terrazas con música ochentera a todo trapo. La calle del Duomo conduce a la plaza del mismo nombre, donde encajonada, se encuentra la catedral. Ya solo resta callejear por las serpenteantes, ascendentes y arqueadas callejuelas del centro y por el amplio paseo, que rodea la blanquecina y bien mantenida muralla. Nos perdimos su feria vintage dominguera, porque empezaba a las cinco de la tarde.

          En Ostuni y para nuestra morrocotuda sorpresa, nos topamos con la única oficina de turismo abierta, que hemos encontrado en toda la región de Puglia.

          Casi anocheciendo -lo peor, que hemos llevado en este viaje es lo temprano, que se pone el sol en esta zona y en esta época del año-, nos subimos al tren, que nos devolvió a Bari. Habíamos reservado alojamiento con la misma agencia de la otra vez, pero en este caso, nos entregaron una habitación con baño, mucho mejor, equivalente a la de un hotel de tres estrellas. En el centro y a pesar de ser día 8 de enero, aún seguían encendidas las luces de Navidad.

          Bari debería servir, como ejemplo, a otras muchas ciudades mundiales: el autobús hasta el aeropuerto es urbano y cuesta tan solo un euro.

          El viaje navideño de once días ha sido todo un éxito, habiendo cumplido con todos los objetivos previstos, salvo Santa María de Leuca, que no pudimos visitar por razones logísticas. En cuanto a hoteles, hemos ido de menos, a más. El transporte ha sido lo más tedioso de este periplo, teniendo, que hacer casi siempre cambios de tren o autobús para distancias muy reducidas y poniendo a prueba nuestra paciencia.

martes, 24 de enero de 2023

Los alojamientos del viaje (parte III)

           4.- Los más listos, que los listos. Lecce, primer alojamiento en la ciudad, sin necesidad de tarjeta de crédito al hacer la reserva y pudiendo cancelar a cualquier hora. Idílico, ¿verdad?. Pues, finalmente, no. El procedimiento es similar al de la agencia de Bari, pero aún llegan más lejos, porque incumplen sus propias condiciones y nada más reservar, te bombardean con mensajes -whatsapps y correos electrónicos- y llamadas, para conseguir tu número de VISA. Estos, a parte de robarle su comisión a Booking, pretenden asegurarse el pago, antes de que siquiera llegues. Les acusamos de estafa en un audio, pero ni siquiera se inmutaron.

          Les salió mal, porque al día siguiente reservamos desde la propia puerta del hotel, por lo que Booking ganó su comisión y ellos tuvieron, que respetar un precio, que no nos daban un situ. La chica de la recepción se quedó con cara de muy mala "lecce".

          5.- El roedor. Pagamos 48 euros por la habitación más cara del viaje, reservada media hora antes de entrar, a través de Booking. Ventajas: check in automatizado y rápido y habitación extensa. Duros inconvenientes: bastante frío y un roedor, que transitó a sus anchas por la alcoba, durante toda la noche. Al fin entendimos, los comentarios de una chica, en Booking, que misteriosamente decía, que oía pasos.

          6.- El superapartamento. Por 41 euros y al lado de la estación de trenes de Lecce, 120 metros de casa para nosotros solos. Dueña amable y discreta. La tarde nos dió para poner la lavadora, estar calentitos, cocinar pasta con salsa rabiata y ver, como el Madrid y el Valladolid perdían sus respectivos partidos.

          7.- Vuelta a Bari y a la agencia de la otra vez. La chica, que atiende, algo lenta en sus gestiones, nos entrega una habitación por el mismo precio, cinco veces mejor, por lo menos +y con el baño dentro, que no habíamos contratado -, que la que nos habían concedido, la primera vez. Está en otro edificio más cuidado y la alcoba equivale a un tres estrellas alto. Y eso, que la joven del primer día, era mucho más amable, rápida, hablaba español y atendió todos nuestros requerimientos.

"Last of the us", de HBO, en la plaza de Callao, en Madrid