Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 2 de abril de 2021

jueves, 1 de abril de 2021

sábado, 20 de marzo de 2021

Tres días por tierras de Avila

                     Todas son de Ávila, menos la última, que es de Arévalo

      En la tarde del viernes, 12 de marzo, comenzamos nuestro segundo viaje del año. Son ya varios meses, los que dura el cierre perimetral -maldito palabro- de nuestra comunidad, así, que no nos queda otra, que adaptarnos a lo que hay.

          En esta ocasión -cada vez, van quedando menos destinos regionales-, elegimos la provincia de Ávila, por varias razones. A la capital, hacía más de veinte años, que no íbamos. Además, nos apetecía descubrir Arévalo y sus alrededores. Y por último, encontramos dos muy buenos hoteles, a veinte euros la noche.

         El sábado por la mañana y con el buen tiempo, que nos acompañó, durante toda nuestra estancia, visitamos el casco histórico -intra y extramuros- con la catedral; sus numerosas, sobrias y bellas iglesias; los diversos palacios y el resto de edificios civiles y sus magníficas plazas. Especialmente, la del Mercado Chico y la del Grande. Y todo, impregnado por la omnipresencia, a cada paso, de la santa Teresa.


          Por la tarde, seguimos el curso del río Adaja, hacia la izquierda y recorrimos más de cinco kilómetros, a través del Parque del Soto, en una agradable ruta, que nos habían recomendado en la oficina de turismo. El río se va acercando y alejando a su antojo y compartimos travesía con numerosas vacas de sonoros cencerros.

        Después, tomamos la dirección contraria y giramos a la izquierda, afrontando la ascensión, que lleva hasta el memorable mirador de los Cuatro Postes, desde donde se obtiene la mejor vista de la impresionante muralla de la ciudad.

        El domingo por la mañana, nos embarcamos en la segunda ruta, que parte desde la ciudad. Se puede ir por una carretera con acera, pero nosotros elegimos hacer el recorrido por el campo, a través del camino de Sonsoles. No fuimos los únicos. Hay que llegar, hasta el cauce del río Chico y girar hacia la izquierda, en una muy entretenida y ascendente marcha en la parte final, que conduce hasta la bonita ermita de Nuestra Señora de Sonsoles. Llegamos en plena misa con más aforo del permitido. Desde el centro, se tarda una hora y diez minutos.

          Regresamos y fuimos hacia el otro lado del río Chico, más caudaloso por esta zona y con muy buenas vistas. Como todavía quedaba mañana, dejamos a un lado el mirador de los Cuatro Postes y continuamos hacia el otro lado del Adaja, durante más de media hora, contemplando bonitas estampas fluviales.

        Por la tarde, dimos la vuelta completa a la espectacular muralla del siglo XI, de doce metros de altura y cuatro de grosor. Son dos kilómetros y medio de perímetro -poco más de media hora, caminando, nueve puertas de diferentes estilos y ochenta y siete torreones, enclavados en una superficie bastante sinuosa. 

        El lunes, nos desplazamos a Arévalo, 52 kilómetros al norte. La ciudad es muy bonita, aunque como en el caso de Ávila, sobra tráfico rodado en el casco histórico. Su plaza principal es de extraordinaria belleza.

        Estaba cerrada la oficina de turismo, pero aún así, dimos con un magnífico recorrido, que circunda en buena parte la ciudad. Se trata de la senda del río Arevalillo, que ofrece una caminata rompepiernas, a través de un curvilíneo camino en el que pasamos por debajo y por encima de puentes y contemplamos un extraordinario paisaje, casi siempre junto al imprevisible río, hasta llegar a una caudalosa cascada.

martes, 16 de marzo de 2021

domingo, 14 de marzo de 2021

sábado, 13 de marzo de 2021

lunes, 11 de enero de 2021

Semana de Reyes, en Soria y Almazán (parte II)



       Para empezar decir, que no llevéis en la cabeza la idea, de que os enfrentais a una ciudad pequeña, porque os vais a rayar, cuando veáis las distancias entre sus diferentes atractivos. Es verdad, que la urbe no cuenta con demasiada población, pero está muy extendida.

        Ya la ciudad en si, merece bastante la pena y más en nuestro caso, con la cuidada y bien escogida iluminación navideña.  En su bonito casco histórico, abundan las bellas iglesias -la mayoría románicas-, palacios y casas señoriales algunos en ruinas. Destacan el instituto donde dio clase Machado, la aduana vieja, la plaza Mayor y su amplia Alameda.

       Pero, sin lugar a dudas, lo realmente espectacular, se encuentra en las afueras,ven el entorno del río Duero. Desde el mirador del Mirón y desde el cercano  de los Cuatro Vientos, se disfruta de espectaculares vistas de las montañas cercanas -incluido el Monte de las Ánimas, el de la leyenda de Bécquer- y del río. Durante nuestra visita todo estaba nevado, lo que hacía todo más impresionante.

          Otros dos son el del Castillo y la sierra de Santa Ana. Al primero no accedimos, debido a sus malas condiciones por el temporal y el segundo sendero solo lo recorrimos a medias, por la misma circunstancia.

          El Duero da aquí mucho juego. A pesar de la cautela, motivada por el hielo y la nieve, pudimos hacer los cuatro recorridos, a saber, partiendo desde el puente cercano al monasterio de San Juan de Duero -cerrado, durante nuestra visita- y teniendo en cuenta la dirección de la corriente.

        -Margen derecha, hacia la izquierda: siete kilómetros y medio de sendero y pasarelas artificiales, que llevan hasta Garray y las cercanas ruinas de Numancia (los martes son gratuitas, pero durante toda nuestra instancia permanecieron cerradas). Las vistas sobre el río y sus meandros sin espectaculares. Los dos últimos kilómetros discurren por la Senda Natural del Duero, más interior y con menos interés. 

        -Margen derecha, hacia la derecha, otra senda peatonal, la de Valhondo y Valdebecerro, que bordea el río, durante varios kilómetros, pasando por el museo del agua y el antiguo lavadero de lanas. También con bonitas vistas, aunque más comoda de llevar de llevar a cabo, porque es mucho más ancha, de mejor firme y no cuenta con pasarelas.

        -Margen izquierda, hacia la misma dirección: Monasterio de San Juan de Duero y senda de 1,5 kilómetros, bordeando el río, hasta el Pereginal. Si se quiere seguir, se debe cruzar el puente metálico a la otra orilla y continuar, hasta Garray.

          -Margen izquierda, hacia la derecha: sendero, que va bordeando el río, hasta la ermita de San Saturio, dejando atrás el monasterio, de San Polo.

        Soria cuenta con extraordinarios bares para tapear, especialmente concentrados en la plaza Ramón Benito Aceña. Es famosa por sus torreznos y por la mantequilla (en sus versiones salada, dulce y natural). El Hostal Centro, donde nos alojamos, muy recomendable (22 euros/noche )

          Una jornada la pasamos en la amurallada Almazán, en la que destacan su plaza principal, bonitas iglesias, las impresionantes puertas de acceso a la ciudad y el paseo acondicionado junto al río. Nos faltó, Medinaceli, pero las malas comunicaciones no permiten visitar estos dos pueblos en un mismo día en transporte público. Ya conocíamos el Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz.