Esta y las cinco siguientes son, de Kyoto y las demás, de Osaka (Japón)
Ni siquiera , llegar a las seis de la
mañana, después de una noche de relajado autobús, desde Tokyo, nos
frenó para ponernos a caminar, completamente extasiados, durante
doce horas, de templo en templo y con las mochilas a cuestas, la
mayor parte del tiempo. Tuvimos, además, la suerte de disfrutar de
una habitación increíblemente grande -para lo que es normal, en
Japón- y de aire acondicionado, a tope, por tan solo dieciséis
euros. ¿Quién dijo, sin tener ni idea, que Japón es caro?.
Las numerosas probaturas gratuitas de excelente y apetitosa cocina local y el divertido y original barrio de las geishas, animaron mucho nuestra estancia, en Kyoto. Este segundo lugar se halla muy bien ambientado. Un enorme cartel, ubicado a la entrada de la calle principal, advierte, de que no se las puede tocar, babosearlas, hacerse selfies con ellas y tampoco, comer y beber en este enrotno.
La segunda de ellas aconteció, en
Osaka, poco antes de poner rumbo a nuestra querida Bangkok, con un
boleto muy barato, que habíamos comprado dos días antes, con la
compañía Scoot, filial de Singapur Airlines.
Sintiéndolo enormemente, tuvimos que
renunciar, a Nara, por problemas de fechas, pero a cambio, Osaka nos
ha encantado, mucho más de lo que esperábamos. Durante calles y
calles del distrito financiero -cercanas a la estación de tren-,
tiene el mismo poco alma, que Tokyo. Pero, sin embargo, nos
encontramos con dos zonas excepcionales, donde comprobar, que los
japoneses también saben divertirse, más allá de los pachinkos, de
los mangas o de los restaurantes caros de buñuelos de cangrejo, con
un ejemplar gigante encima del local, moviendo mecánicamente, sin
gracia alguna y sin parar, sus pinzas.
Los alrededores del canal resultan muy
agradables y animados, sobre todo, los fines de semana. El área de
la famosa torre, resulta algo más canalla y desmadrada y por eso,
nos gusta mucho más todavía.