Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Qué tiene Corea del Sur del tercer mundo?

                                                                    Esta y la siguiente son, de Busan (Corea del Sur)
          Quizás, pueda ser más interesante, que es lo que encontramos del tercer mundo, en Corea del Sur, admitiendo que, simplemente, algunas cosas pueden tener un factor cultural, más que económico. En su gran mayoría, están relacionadas con la desigualdad y las condiciones de trabajo de las clases menos desfavorecidas (de las favorecidas no tenemos ni idea, porque no las vimos siquiera). De nuevo, vayamos enumerando.

          -Desconocemos el sistema de pensiones coreano, por lo que no podemos opinar a fondo. Pero, si somos capaces de constatar, que hay un número muy grande de personas muy mayores -mujeres, fundamentalmente-, trabajando en puestos -mayormente de pescado- o ejerciendo otras actividades laborales (hasta repartir publicidad por la calle, siendo las nueve de la noche, en pleno centro de la capital).

          -Miles y miles de puestos callejeros. Más incluso, que en el sudeste asiático. Sé que es un factor cultural, pero Corea no tiene clima tropical, como esa zona y en invierno y enero pueden alcanzar, fácilmente, los cinco grados bajo cero.

                                                       Esta y las siguientes siete son, de Gyeongju (Corea del Sur)
          -Hay demasiada gente trabajando los siete días de la semana (festivos incluidos) y de sol a sol, en esos mencionados puestos callejeros, para obtener unos sueldos, que parecen de miseria (especialmente, viendo los precios de los alimentos).

          -En sectores del comercio -especialmente, en supermercados-, hemos constatado, que la mayoría de los trabajadores hacen la jornada completa, sin levantar la vista de la caja y con una productividad alucinante, que ya la quisiera para si, el Mercadona. Me refiero a ellos, porque es lo que más conocemos. Nos dijeron además -no está contrastado-, que en este país tu jefe te puede negar las vacaciones, en determinadas circunstancias.

          -Puede parecer sorprendente, pero Corea del Sur ofrece una de las más elevadas tasas de suicidios del mundo. Seguro, que esto no es por pura casualidad. Parece ser, que algunos contratos te obligan -en la clausula correspondiente- a no suicidarte.


          -Como ya hemos dicho, demasiada gente tirada por la calle borracha, sin otra forma de poder orientar su vida. Nadie parece poner freno a esta lacra, ni a que el país, sea el que más consume alcohol en el mundo.

          -Sin llevar a ver barrios de chabolas -ni siquiera, al entrar en transporte a las ciudades-, si que caminamos por zonas muy humildes -incluso, dormimos en una-, al estilo de Jakarta o Ho Chi Minh, por ejemplo

          -La moneda -el won- ofrece tipos de cambio, típicos del tercer mundo y no del primero. Si le quitaran dos o tres ceros, todo sería más sencillo y no tendríamos, que trabajar con la actual tasa: 1 euro=1.250 wons.

          -Vendedores en el metro. No son pocos, los que en el suburbano, venden de casi todo lo imaginable -tobilleras, cinturones, maquinillas eléctricas de afeitar...-, de forma ilegal (vimos, como detenían a uno).

          -Por las calles de las ciudades, hay bastantes personas -muchas de ellas, mayores-, tirando esforzadamente de pesados carromatos, que pueden contener de todo, pero casi siempre son cosas de escaso valor


         -Las motos -a gran velocidad y generalmente, de reparto- circulan por las aceras sin restricciones y cruzan por los pasos de cebra, para ahorrarse maniobras. Lo mismo ocurre con las bicicletas. Esto es tercermundista total.

          -Los precios de la comida triplican los de España, en muchas ocasiones, cosa que ocurre en decenas de países, de África. No ocurre lo mismo en el transporte público o en los hoteles, que en ambos casos, son más económicos, que aquí.
-La contaminación resulta muy elevada, aunque eso no es sólo típico del tercer mundo. Los parques son muy escasos y el ocio se dedica más al centro comercial, que al esparcimiento. No sabemos, como se desfogan los niños y lo cierto -salvo, que no los saquen de casa- es, que tampoco vimos demasiados, para ser un país superpoblado.


          -Aunque no es la norma general, algunos mercados recuerdan bastante al tercer mundo. Más, que por cutres -que también-, por estar a todas horas vacíos y desconocer, realmente, de que y como vive esa gente, que regenta los puestos. No es infrecuente, como ocurre en el sudeste asiático, que se queden dormidos en sus negocios, a cualquier hora del día.

          -Subterráneos. Los pusimos en la parte del primer mundo y ahora, toca colocarlos aquí. Primero, porque son profundísimos y obligan, en muchas ocasiones, a ascender/descender tres largos tramos de escaleras. No siempre existe ascensor por lo que los minusválidos o ancianos -a los que, casi no se ve en la calle, salvo trabajando-, padecen grandes dificultades. Cientos de puestos y tiendas pueblan estos subterráneos, como en muchos países del tercer mundo (generalmente, sin clientes).

                                                                    Esta y la siguiente son, de Seúl (Corea del Sur)
          -El agua no es potable, ni siquiera en la capital, según nos contaron en información y turismo. Cierto es, que a lo largo de todo el país, existen fuentes de agua buena y fría para saciar la sed.

          -Las medidas de accesibilidad propuestas por las autoridades son malas y las barandillas infrecuentes, hasta en sitios emblemáticos.

          -Se ve a más padres de la cuenta, que a pesar de transitar por zonas modernas y agradables, debe cargar con los niños a cuestas, por no tener cochecitos o sillas.

          -Resulta imposible, encontrar cosas que sirvan en la basura. Tampoco, comida abandonada o sobras en las foods court -patios de comidas- o en las cadenas de comida rápida. Mirado de otra forma, esto podría ser un síntoma de civilización y sensibilidad

                                   Esta y la siguiente son, el anverso y el reverso de un folleto, de Gyeongju (Corea del Sur)
          - Los nights markets o mercados nocturnos. Cierto es, que son tradicionales de toda Asia -mayormente, la tropical-, pero también, que quien pudiera ganarse la vida de otra manera, en un país próspero, lo haría y no aguantaría temperaturas bajo cero, en invierno.


        -Como se ha dicho, la información turística es buena. Pero los planos muy malos. Y además, la mayoría de las calles no tienen nombre y los números no son correlativos, sino que van por fecha de edificación. En Seúl y Busan no es difícil orientarse, pero si en el resto del país, si no pides ayuda a las chicas de turismo.


Como en el caso de los aspectos del primer mundo, podríamos seguir, pero creo, que se han incorporado las suficientes muestras, para haceros una idea.  

jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Qué tiene Corea del Sur del primer mundo?

                                                                                            Navidad, en Incheon (Corea del Sur) 
         Vamos ahora, con uno de los temas más peliagudos y extensos: partiendo de la idea cierta, de que Corea del Sur es una mezcla de primer y tercer mundo -pricer mundo, como dirían ahora, juntando parte de ambas palabras-, ¿a cuál de estos dos polos se acerca más?. Yo calculaba, mitad y mitad, pero la realidad es, que está mucho más próximo al primero.
Esta y las siguientes tres son, de Seúl (Corea del Sur)
          ¿Qué tiene Corea del Sur, del primer mundo?. Vayamos enumerando:

          -Las ciudades más limpias, que yo haya visto, con el mérito de que apenas hay papeleras. Es casi imposible -ni siquiera colillas- encontrarse suciedad o papeles sobre la acera. Debe de ser cierto el tópico, de que se guardan la basura en los bolsillos y la tiran en casa.
          -Los coches respetan lo semáforos, incluso más que en Europa occidental. Las aceras son anchísimas y se hallan bien pavimentadas. Los peatones no cruzan por cualquier parte, como ocurre aquí.

          -Los centros comerciales son más modernos, que los de España -mejor diseño, más lujo y pequeños detalles- y más concurridos. Sobre todo, los supermercados, donde puede llegar a haber 30 cajas abiertas y cinco o seis personas esperando para cada una, con carros llenos de productos alimenticios. Las tiendas internacionales de ropa, joyas o complementos están presentes por todas partes.

          -Las condiciones de higiene de los puestos de los mercados son impecables y la comida muy fresca. Sobre todo el pescado, que no en pocas ocasiones, se vende vivo.

          -La parte moderna de las ciudades -especialmente, la capital- está plagada de rascacielos y edificios de cristal, mayormente de construcción reciente.


        -En muchas calles, plazas o parques, está terminantemente prohibido fumar, bajo la amenaza de estrictas multas.

          -Existen cientos de baños públicos, equipados con papel, jabón y demás complementos, cuyo uso es siempre gratuito.

          -Grandes infraestructuras en transportes. Seúl se me antoja, como la ciudad del mundo, donde circulan más autobuses. También funciona bien el metro, extensísimo en la capital y los transportes interurbanos (prefiriendo el tren, al bus, donde el sistema de compra de billetes es muy eficaz).

          -En cuanto a la información turística, es uno de los mejores países del mundo. Eficientes rápidos y muy resolutivos. No sólo existen oficinas en los aeropuertos o estaciones, sino incluso en lugares aislados, al lado de la correspondiente atracción.
Esta y la siguiente son, de Suwon (Corea del Sur)
          -Los numerosos subterráneos, que conformar auténticas ciudades bajo tierra -sobre todo, en Busan- dan síntomas de modernidad y de músculo, pero también los incluiremos en el tercer mundo, por otras razones, explicadas en su debido momento. En general, las infraestructuras urbanas son bastante avanzadas.

          -Tecnológicamente, Corea puede dar un baño a cualquier país occidental, aunque sea en pequeños detalles -por ejemplo, luz ultravioleta para la desinfección de vasos de beber agua o manos- o en el tamaño de las pantallas. La gente, que camina, utilizando las mismas, es cuatro veces la de España-

          -El gran número de calles peatonales, sobre todo en las tres principales ciudades del país: Seúl, Busan y Daegu.
Desde aquí y hacia abajo, todas son, de Busan (Corea del Sur)
          -Eventos para concienciar. En diferentes puntos, sobre todo de la capital, se realizan talleres y charlas para concienciar a la población de determinadas cosas. Vimos uno de ellos, en la plaza del ayuntamiento, sobre bullying.
-Numerosos hoteles de tipo medio -en el tercer mundo son o muy caros o muy baratos-, con unas prestaciones y precios excelentes.

          -Bien dotadas urbanizaciones residenciales en los extrarradios, con mejor pinta, que en las que vive la clase media española, por termino medio.

          -Buen parque automovilístico, más nuevo y con coches más caros, que los que vemos en cualquier ciudad de nuestro país.

          -No saben improvisar, ni enfrentarse a la malicia de los occidentales, pero a cambio, lo tienen todo tan bien protocolarizado, que casi nunca -o nunca-, se producen fallos. Sacar dos billetes de tren en treinta segundos, sin que la trabajadora de la taquilla hable inglés, es algo que nos ocurrió y nos quedamos alucinados.


          -La seguridad de Corea del Sur es excelente. Incluso, dejan los móviles de 700 euros en mostradores, en plena calle, para que los veas y pruebes. Aparentemente, nadie los vigila. Sin embargo, es improbable, que si se te pierde algo, lo vayas a recuperar. Haciendo una caminata, en Gyeongju, se me despistó el jersey, de Adidas -pongo la marca, por si fuera significativo en los hechos-, pero a la bajada no apareció, ni tampoco fue entregado a los responsables del recinto, en la entrada.

          -El wi-fi es mucho más frecuente, que en España y casi siempre, son conexiones abiertas, que no necesitan de ningún tipo de registro. Hay redes -no sabemos, quien es su propietario-, que operan hasta por las calles. Paradójicamente, donde es más complicado conectarse y te ponen más burocracia es, en la capital.


          Podríamos seguir, casi hasta el infinito, pero creo que con todo lo expuesto, es posible hacerse una idea bastante fidedigna.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Corea, a golpe de mercados

                                                                          Todas las fotos son, de Seúl (Corea del Sur)
          Aunque, Corea del Sur es la reina de los centros comerciales, uno de sus fuertes son los mercados, que adquieren una diversidad, casi inimaginable, desde los más tradicionales a los más modernos, desde los de comida – de día y/o de noche-, hasta los de ropa, pasando por los que ofertan cosas inservibles. Los más variados e importantes se encuentran en la capital, aunque Busan, Gyeongju o Dong Daegu, no se quedan a la zaga. Vayamos analizando, ciudad por ciudad, porque merece la pena.


Seúl

        A diez minutos caminando desde la estación de tenes y a la derecha de la puerta de Namdaemun, se halla el mercado del mismo nombre, que ofrece básicamente ropa, aunque a las cuatro de la tarde -más o menos- se combina con puestos de comida, que se ubican en el centro de la calle.


          Cerca de la catedral, en la calle Myeong-dong, se ubica una zona muy pija de boutiques, que operan de día y que durante la noche dan paso a un selecto mercado nocturno de comidas, muy limpio, coqueto y caro, que acoge a chicas con bolsos de marca y chicos con corbata y maletín. Calamares, espirales o torpedos de patatas fritas, kebabs, albóndigas, pulpo, tortas vegetales, huevos fritos... Y todo en un ambiente muy relajado.


          El distrito del Arroyo de Cheonggyecheon es muy concurrido al atardecer, por niños y mayores. Se trata de un canal natural de unos seis kilómetros, que ha sido acondicionado y adornado con estatuas luminosas de cartón piedra o metacrilato. En la parte de arriba se instala otro mercado nocturno de comidas con numerosos puestos, algo menos erudito, que el que nos hemos referido, anteriormente.


          Al final de este recorrido y cerca de la puerta de Dongdaemun, se ubica el mercado cubierto de comidas del mismo nombre, absolutamente abarrotado por la noche. Es uno de los lugares de Seúl más recomendables para merendar o cenar. Nuestro plato favorito: torta -a modo de pizza, pero con la masa más irregular y gruesa- con calamares, pulpo, verduritas y guindilla. ¡Para chuparse los dedos!.


          En la calle Insa-dong -la de los antiguos libreros y anticuarios-, se instalan unos cuantos puestos de comida, al anochecer. Existe además, un recinto donde se hacen eventos gastronómicos diurnos, al igual que en la no demasiado lejana plaza del ayuntamiento.




          Al otro lado del río, se halla el agradable mercado de pescados y mariscos, donde se puede comprar género vivo, recién muerto, en salazón, marinado o disecado. Los precios son bastante interesantes, para tratarse de Corea.


          No es un mercado, propiamente, pero no quiero dejarme de referir a la zona, de Itaewon, que es donde se concentran la mayoría de las tiendas internacionales y restaurantes de casi todo el mundo, incluido el Spanish Club, donde se puede comer jamón de Jabugo -a precios imposibles- o crema catalana. Por aquí se dejan caer la mayoría de los extranjeros, que visitan o residen en la capital.



Busan

          A destacar en esta ciudad, el mejor y más grande mercado de pescados y mariscos de toda Corea del Sur, el de Jagalchi. Ofrece unas partes cubiertas y otras descubiertas y es posible encontrar casi cualquier género. Para los que no podáis esperar a llegar a casa o les pueda el ansia, hay también puestos de pescado recién frito (a 7.000 wons la pieza). La entrada se halla presidida por una enorme escultura metálica en forma de pez. La colindante bahía con numerosas embarcaciones, muestra unas vistas sosegadas y extraordinarias.

          En algunas pequeñas callejuelas, perpendiculares a la calle semipeatonal comercial y en la pequeeña Biff square, se colocan en el medio por la tarde unos cuantos puestos de comida preparada, que muestran bastante éxito entre el animoso y multitudinario público. Lo más demandado, unos bollos rellenos, aunque no sabemos de que. La zona se llama Gukje Market y se halla entre el mercado de pescados y mariscos y la Torre de Busan.


Gyeongju

          Cuenta con dos magníficos mercados, que tienen el inconveniente de no ser muy concurridos a ninguna hora del día. Ambos arrancan de la calle principal -uno a la derecha y otro a la izquierda y no se hallan demasiado distantes entre sí. La comida es la principal protagonista de los dos. La cruda en el más céntrico y la cocinada en el más alejado (pescados secos, mariscos marinados o en salazón, tortas vegetales, kinchi, dulces...).


Dong Daegu

          La tercera ciudad del país en población, cuenta con mercados tradicionales muy interesantes, cerca de la estación de trenes menos céntrica. Comida cruda y frritanga barata (pimientos, huevos o salchichas rebozados, empanadillas vegetales...).


Incheon

          En el medio día, que estuvimos en esta moderna ciudad, llena de centros comerciales, no nos encontramos con ningún mercado, lo que no significa, que no los haya. Pero en el centro, es seguro que no.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Turkish Airlines, una aerolínea excepcional, para un destino memorable

                                                           Las cinco primeras fotos son, de Seúl (Corea del Sur)

          Los dos últimos días en Seúl, antes de nuestro retorno, transcurrieron apaciblemente. Con la ciudad bajo nuestro control y tan animada, como siempre, disfrutamos de volver a recorrer los sitios de siempre, nos empachamos en los supermercados de las degustaciones, bebimos soju y licores, hasta que se nos salieron por las orejas y estuvimos acompañados por una climatología excelente, casi impropia de estas fechas.



         La última noche la pasamos en el aeropuerto, viendo capítulos de “Mar de plástico” y “Velvet”, en el móvil (con la incertidumbre de si Alberto habrá perdido la vida en el accidente aéreo del vuelo, a La Habana). El lugar es bastante confortable para dormir, dado que la temperatura resulta ideal y nunca eres molestado. El lugar más tranquilo se ubica de camino a donde se coge el tren a la ciudad.

          La única preocupación ya, era enlazar bien con el vuelo de Estambul, dado que sólo teníamos una hora y veinte minutos de escala para organizarlo todo. Mal principio, porque salimos media hora tarde. El primer trayecto, larguísimo. No me explico, que a la ida fueran nueve horas y treinta y cinco minutos y ahora hayamos tardado tres más. ¿Habremos rodeado el planeta entero?. Para colmo, damos vueltas y vueltas sobre la ciudad turca, síntoma de la congestión del tráfico aéreo dominical.


Esta y la siguiente son, de Suwon  (Corea del Sur)
          Aterrizamos sin tiempo para la conexión. Menos mal, que somos varios los que tenemos el mismo problema y el avión, a Madrid, nos espera. El resultado final es, que llegamos a nuestro destino con el suficiente retraso, para que sean más de las doce de la noche y hayamos perdido el último autobús a Valladolid. Toca pasar la noche en el frío y desangelado aeropuerto de Barajas, algo que no nos hace ninguna gracia.

          No quiero dejar de mencionar, a Turkish Airlines, una de las mejores compañías con las que hayamos volado jamás (y lo hemos hecho con más de cincuenta). Aviones nuevos, trato muy agradable y alimentación copiosa y excelente: un aperitivo, dos comidas principales y las bebidas alcohólicas, que el cuerpo aguante. Eso en el vuelo largo. En el corto, sólo una comida, como es natural. Especialmente espectaculares, el cordero con puré de patatas, verduritas y bulgur y la ensalada de salmón marinado de la ida.

                                                                                         Busan (Corea del Sur)

          Es la primera vez, en nuestras ya dilatadas vidas, que sufrimos de jet lag y hemos estado atontolinados, durante un par de días (cosa, que no ocurrió a la ida). Y eso, que yo dormí más de diez horas, durante los dos vuelos.

          La experiencia, que al principio se asemejaba al mismísimo rosario de la aurora, ha sido muy positiva. Lástima, no haber podido combinar este destino con cuatro días, en Tokio. Pero el elevado precio del vuelo, desde Seúl, lo ha impedido.
Esta y la de abajo son, de Gyeongju (Corea del Sur)
          Hemos conocido una atrayente y nueva cultura, distinta a las por nosotros exploradas en el pasado. Algunas cosas nos las esperábamos y otras, sin embargo, han resultado completamente sorprendentes. Las unas y las otras, se han venido detallando a lo largo de los nueve posts anteriores.

          Debido a la comida gratuita, hemos optimizado el presupuesto de una manera increíble: 460 euros en total, para dos personas, más los 500 de cada uno de los billetes aéreos. El alojamiento ha salido por una media de 21 euros diarios, teniendo en cuenta, que una noche la pasamos en el aeropuerto de Incheon y otra en la estación, de Busan. No computan las dos noches, que trascurrieron en los trenes.
Aeropuerto, de Incheon (Corea del Sur)
          Si te lo sabes montar bien y comes en las degustaciones de los supermercados, bebes soju y licores -y evitas por todas las maneras posibles la cerveza-, le echas un rato para comparar alojamientos y viajas -en la medida de lo posible- en el transporte público nocturno, el país no resulta demasiado caro. Las entradas a los lugares de visita son de precio moderado y como ya se dijo, unas cuentas cosas se pueden ver sin cargo.

martes, 1 de diciembre de 2015

Retornando a Seúl

                                                         Esta y las dos siguientes son, de Gyeongju (Corea del Sur)

          Daegu es la tercera ciudad del país en población y para nosotros es un punto de transición, dado que no hay tren directo, entre Gyeongju y Seúl. Centros comerciales y acogedores mercados tradicionales, se reparten el protagonismo, además de los numerosos y variados restaurantes de diferente índole -todos ellos vacíos-, que abren a partir de las 16:00 horas, pareciendo negocios tapadera. El precio de los platos es lo que más nos indigna y después. que siempre te muestren burdas imitaciones en plástico y no los reales.

          Entretenemos el tiempo en la estación de ferrocarril, con el wi-fi, buscando lo primero, que se nos ocurre, dado que la otra alternativa es contemplar un Japón- Korea de cricket , en una pantalla gigante. Es sensacional, que en este país existan docenas de servidores abiertos -sin necesidad de registro alguno- de internet, que te proporcionan wi-fi gratuito, hasta en plena calle. Paradójicamente, donde menos operan es en Seúl.

          Me siguen repitiendo los deliciosos pimientos rebozados, que hemos comido este mediodía. Al fin, hemos encontrado comida barata en este país. Cada pieza, a 40 céntimos, igual que los huevos rellenos empanados, las salchichas o las empanadillas de verduras.

          En el baño contemplo, una vez más, como en los servicios de señoras hay una trona, para que sientes a tu bebé, mientras haces tus necesidades. ¡Todo tan milimétricamente calculado en este país!. No te dejan en paz, ni libre del crío, ni en tan íntimos momentos.
Selfie, en Daegu (Corea del Sur)
          Subimos al tren y por cuarta vez consecutiva constatamos, que los revisores pasan y no piden los billetes. ¿Se fían de los viajeros, incluidos los extranjeros?. Parece que sí, contribuyendo a la legendaria buena y honrada fama de estas gentes. Pero no todos piensan lo mismo, dado que en los supermercados, las cestas disponen de alarma. Y, una anécdota personal, que también pone en tela de juicio esta cuestión: subiendo a un empinado monte de Gyeongju, perdí un jersey de Adidas y al bajar, de vuelta por el mismo camino, no lo encontré. La chica del puesto de información -situado a la entrada del sendero- no tenía noticia de tal hecho, con lo que alguien se lo apropió de forma indebida. ¡No es oro todo lo que reluce!.
Esta y las tres siguientes son, de Seúl (Corea del Sur)
          Hablando de ropa, las chicas coreanas no sólo son las más feas de nuestro mundo conocido -no tendrían remedio, ni yendo al “Cámbiame” de Tele 5-, sino que también son las que peor visten de toda nuestra querida Asia y, al parecer, sin complejos. Los playeros con leguins negros, calcetines blancos y minifalda son un ejemplo, pero hay cientos de ellos, en los que reparará hasta el visitante menos curioso y más despistado.

          La estación de Seúl es un lugar hostil -que diferencia con la de Busan- para los viajeros, que llegamos de madrugada. Bancos corridos incómodos y con tachuelas, para que no te puedas tumbar. Para colmo, el invierno ha llegado ya a la ciudad y esta terminal, con tantas puertas, esta a merced de las corrientes de gélido aire.

          A pesar del frío, el panorama no ha cambiado desde nuestra marcha y decenas de lugareños permanecen tirados en el suelo, roncando su borrachera de soju. Este brebaje alcohólico es el más bebido en el país, con mucha diferencia. La botella cuesta menos de un euro. Se trata de un vodka de sabor aguado, de unos 21 grados -lo hay de menos-, destilado del arroz, otros cereales, boniato y patatas. Es el yoga de los coreanos más desfavorecidos -que no no pocos- y olvidados. También son baratos otros licores de unos 14 grados -de sabor de naranja, limón, piña, melocotón, uva...-, muy bien conseguidos. Leemos con asombro, que según la OMS, Corea del Sur es el país, que más consume alcohol en todo el mundo

          Como ya dije, casi todo sigue igual en estos días, que hemos estado fuera de la capital. Como mucho, alguna obra nueva, que avanza deprisa. Por azar descubrimos, que también -como en Busan- hay un mercado de pescado en la capital. Llevamos dos semanas percibiendo, que cuando te acercas a a las pescaderías de los supermercados, huele a mar. ¡Igualito, que al entrar en el Mercadona!.

          Matamos la tarde en Itaewon, la zona de tiendas y restaurantes internacionales, frecuentada por los guiris residentes. En el “spanish club” venden crema catalana, a 3,50 euros y jamón de jabugo, a 600 euros el kilo. Parece, que lo andaluz prima sobre lo catalán. ¿Será simple casualidad?. También encontramos una tienda de macarons, especie de franquicia de dulces, que pronto veremos, seguro, en España. Las del “bubble tea”, tan de moda aquí, ya están aterrizando en Madrid.

          Como los desinfectantes de vasos o de manos, que eliminan las bacterias, exclusivamente, a base de luz ultravioleta, que no tardaremos en utilizar en nuestro país.


          Esto se acaba, dado que apenas quedan 36 horas para volver a casa, vía Estambul. Por nuestro bien, espero que este sea nuestro último post del viaje. Puesto, que no creo que mañana alguien nos regale 1.000 millones de wons y tengamos que poneros los dientes largos, contándolo.