Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 25 de marzo de 2011

En junio iniciamos un nuevo viaje largo, de unos siete meses y después, colgaremos las botas

         Tras el exitoso, pero extenuante viaje por África meridional, nuestros planes inmediatos consisten en descansar un par de meses, en los que solo haremos un par de viajes cortos, probablemente a Chipre y a las islas Canarias, ahora que nos han puesto vuelo de Valladolid a Lanzarote. A mediados de junio, iniciaremos un nuevo periplo, que se desarrollará en unos seis o siete meses de duración, hasta finales del año 2.011 (tratando esta vez, de estar en Navidad en casa). En un principio, nuestra idea es que este sea, el último de los viajes largos.
Bhuta Bhuthe (Lesotho)

           Aunque, los destinos de ese periplo son desconocidos, barajamos visitar Etiopía, Omán, Yemen -si la cosa no empeora-, India, Sri Lanka, Bangladesh, Bután, Nepal, Paquistán, Myanmar, Japón, Corea, Australia, Nueva Zelana y ral vez, Polinesia. Si es posible también, haremos Canadá y el este de Estados Unidos, de una forma somera.


           ¿Por queé ya, no tenemos intención de hacer más viajes largos?. Sencillamente, porque conociendo el mundo, que conoceremos a su fin (unos 115 o 120 países) ya no nos va a compensar, embarcarnos en proyectos tan grandes. Así, que volveremos al mercado de trabajo y a viajar solo, durante las vacaciones. Butha Buthe (Lesotho)
                                      Vilankulo (Mozambique)
          Con Europa, América y Oceanía, conocidas casi por entero, geográficamente, solo nos quedarían dos zonas extensas por explorar y ninguna de ellas, nos llama demasiado la atención: África occidental (salvo Senegal y Mali, que haríamos más adelante, en un periodo vacacional) y Asia central (nunca nos pusieron mucho, quizás por pura ignorancia, todos esos países acabados en “tan”, al margen, de que algunos de ellos, no deben ser muy seguros). Vilankulo (Mozambique)


          De esta forma, los lugares que nos apetecen visitar y aún no habríamos estado, estarían dispersos entre sí. A saber. Además de los citados, Mali y Senegal, nos quedaría Cuba, Jamaica, Venezuela, Mongolia e Irán. También Rusia, pero mientras no flexibilicen y hagan menos engorroso lo del visado, no tenemos intención de transitar por allí.
                                                                                              Bhaktapur (Nepal)

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cosas, que pensamos que nunca haríamos -o soportaríamos- y que nos resultan tan naturales, ahora

            Viajar por África subsahariana, te cambia la mentalidad. Debes aferrarte en cada momento, a las condiciones existentes, sin tener demasiada elección. Por eso o te adaptas o sufres más de la cuenta.



            Aquí va una relación de cosas, que ahora nos parecen de lo más normales y que antes del viaje, nos habrían resultado bastante incómodas:

                                         Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

            -Darnos la vuelta, al llegar a dos fronteras y retornar cabreados, al país de origen (hemos constatado con otros viajeros, que no hemos sido los únicos).



            -Lavarnos la cabeza con pastillas de jabón o espuma de afeitar, por no poder conseguir champú o por el elevado precio de este producto (especialmente, en Malawi, donde no había ninguno, por menos de cuatro euros).
 Navidad, en Ciudad del Cabo



            -Llegar de noche, a una gran e insegura ciudad y tener que decidir en dos segundos, si una persona a la que acabas de conocer,  te parece de confianza, para que te gestione lo más básico (que suele ser el alojamiento). En cualquier otro continente, puedes elegir de quien te fías o simplemente, rechazar ayuda externa. En África, tarde o temprano, tendrás que acabar acudiendo a ella y tener instinto, a la hora de arrimarse a alguien, te resuelve tantos problemas, como te evita.



                                                                            Kariba (Zimbabwe)
            -Llegar casi a pegarnos con los ladrones, que nos robaron la cámara –y, que posteriormente, recuperamos- o con los cambistas más agresivos de las fronteras.



            -Montarno en el coche, furgoneta o camión, del primero que pasa y te lo ofrece.



            -Dejarnos pagar el alojamiento y la manutención, por el primero que te lo ofrece, tendiendo nosotros dinero suficiente. O irte a casa, del primero que te invita, a dormir gratis.



            -Pernoctar en la antesala de una tienda de fotografía, el día de Nochevieja o esperar en plena calle y en zonas no seguras, la partida de autobuses, con horarios intempestivos.



            -Cortarnos el pelo el uno al otro, con unas tijeras de costurero (y encima, no quedar demasiado mal).



            -Estar dispuestos a dormir en plena calle y sin pestañear, en lugares no seguros.



            -Vivir tan tranquilamente sin reloj (casualmente, se nos estropearon a los dos, entre el día 50 y 60 de viaje) y con el móvil descargado, no teniendo por tanto, conocimiento de la hora.



            -Explorar países sin planos, guías y mapas y con la única ayuda de internet, cuando era posible acceder.


Lamu (Kenia)

            -Coser mosquiteras a la luz de velas o de linternas.



            -Orinar en botellas o bolsas, por las malas condiciones del baño o la inseguridad del alojamiento en cuestión.



            -En los autobuses y para el sexo masculino, se hace bastante fácil, realizar la mencionada necesidad, en una botella de litro y medio de agua. Basta con un poco de práctica y con saber dejar salir el aire, mientras entra el líquido (puras cuestiones de física). Y es que a veces te tienen durante más de ocho o diez horas, sin parar para orinar.



            -Viajar en un tren, completamente a oscuras. Pensar, que es lo más normal, la segunda vez, que lo hicimos. Y dormir a pierna suelta, en ambas ocasiones



            -Dejar las pertenencias –no, ni mucho menos, los objetos de valor-, en una habitación, que solo tenía pestillo por dentro y que cuando te vas a la calle, queda abierta.


            -Acercarnos demasiado y sin las mínimas prevenciones, a animales salvajes, para tomar fotografías.



            -Considerar normal y no molesto, estar sin agua, sin luz, sin asearte, sin poder lavar la ropa, después de jornadas sudorosas, a más de 35 grados de temperatura y con humedad…

                                          Delta del Okavango (Botswana)

            -Afortunadamente y aunque, trasgredimos unas cuantas líneas rojas, tuvimos suerte y las muchas incidencias que padecimos, se quedaron en simples sustos y terminaron bien. Tampoco, acabamos devorados por ninguna tribu africana o en el fondo de una olla de cocina, como seriamente temían, algunos de nuestros familiares y amigos, en España. ¡Tenemos la carne demasiado dura, hasta para las perfectas y ansiosas dentaduras de los negritos!.

martes, 22 de marzo de 2011

Vendiendo mangos, sentada en el suelo


Maseru (Leshoto)
Acabo de enterrar a mi madre y hace menos de un mes, hice lo propio con mi padre. Ahora, soy yo la responsable de lo que queda de mi familia: mi abuela, una prima de mi madre y mis cuatro hermanos.

Ya de pequeña, mi mamá me enseñó a cultivar el huerto, para después llevar los productos a la puerta del mercado y montar allí un tenderete, con todos ellos. Mi padre era zapatero remendón. Debajo del árbol de los deseos, tenía su negocio.Todos los vecinos de la aldea le querían mucho, pues era capaz de arreglar, hasta las zapatillas más viejas y estropeadas que te puedas imaginar.
                         
Reserva de Mlilware (Suazilandia)

            Yo soñaba con ser algún día como él, pero el consejo de hermanos jamás habría permitido que una mujer, realizara ese trabajo. Nos creen incapaces, pero en los últimos días de la vida de mi progenitor, él ya no estaba en buenas condiciones fisicas y era yo, quien se encargaba de cuidar que los pies de todos los habitantes, fueran bien cubiertos con un calzado casi nuevo y reluciente.

            Ahora, me dedicaré a vender mangos, papayas y plátanos. Todos mis conciudadanos, pasan varias veces al día por delante de mi: Los niños, camino de la escuela, se paran a saludar. Las comadres siempre tienen algún chisme que contar. Disponen de unas lenguas muy ligeras y afiladas, pero la cartera va bien atada, dentro de la capulana. Los hombres del pueblo observan desde lejos.
            Pietermaritburg (Sudáfrica)
            Cuando se detiene en la carretera un autobus, se forma un gran alboroto. Todas corremos a vender a los viajeros, que llegan cansados y hambrientos, o eso suponemos, porque la verdad es, que no compran mucho.

            Otro acontecimiento importante y del que se hablará, durante las veladas de varios meses, es la llegada casual de algún turista. Estos, algunas veces compran algo de fruta, pero primero pasan y miran, después pasan y preguntan el precio y por último, antes de llevarse un mango, tocan todos los del montón pensando, que debajo del todo, van a encontrar el más grande y el más apetitoso.

            Cuando empieza a oscurecer, todos encendemos velas -mi papá decía, que eran los espiritus de los muertos-, pues todavía no han acabado de montar el tendido eléctrico, que prometieron hace un par de años. Aunque, a estas horas ya no se vende nada, se está más a gusto aquí, que en casa, donde lo único que me voy a encontrar son caras largas y recriminaciones, por no haber vendido todo con lo que salí esta mañana, bien temprano.

            Quizás, en otra vida pueda cumplir mi sueño y montar un gran negocio, que supere al de mi padre.

                                                                                                 Chipata (Zambia) 

sábado, 19 de marzo de 2011

Para terminar el viaje, 20 euros de premio


                                                                                      Lamu
           En un ciber de Lamu, compramos los billetes de vuelta, con Qatar Airways, para cuatro días después. Nuestra idea inicial de tirar en un bus para Mombasa y ese mismo día, tomar un tren para Nairobi, queda descartada, ya de camino del primer destino y aliviamos el esfixiante calor, de nuevo, en la playa de Malindi.                             

            Desde aquí, retornamos en bus nocturno a la capital de Kenia. Es el doble de caro, que la tercera clase del tren, pero mucho más confortable y seguro. Aun nos siguen extrañando -a pesar de llevar 100 días de viaje-, las raras posturas, que adoptan los negros, cuando se desplazan en los autobuses: una muy común, es colocarse con las manos por encima de la cabeza, agarrando fuertemente, la parte trasera del asiento.

Otra, consiste en aferrar el brazo, al borde del portaquipajes superior, incluso mientras duermen (resulta incomodísimo). Estoy convencida, de que son movimientos adquiridos y aprendidos, cuando de churumbeles, gatean y trepan dentro del atijo, por la inestable espalda de la madre.
                                 Lamu
            El retorno a Nairobi, nos trajo emociones enfrentadas. La benigna climatología, confronta abruptamente, con lo bestias que son los seres humanos -por llamarlos de alguna forma- en esta ciudad (especialemnte, los hombres) y en general, en todas las grandes capitales de Kenia y Tanzania. Disfrutan, aporreando con fuerza la chapa de los autobuses, gritando sin ton ni son, acorralándote con el cacharro de turno, mientras se ríen, pisándote, empujándote o apartándote a codazos de su camino.

          No hay que amilanarse. Simplemente, responder con las mismas armas. Aonque, no son muy largos de mente, termian entendiendo, que ya dominas el habitat. Poner los codos como parachoques, resulta muy efectivo, para evitar que te embistan.

            Después de miles de kilómetros, al fin encontramos, una vacía librería normal, donde se amontonan varias guías de viajes, de Kenia y Tanzania, de editoriales como Footprint, Let's Go o Rough. Eso sí, resulta imposible hojearlas siquiera, porque están plastificadas. Como siempre en África subsahariana, primero pagas y después y si hay suerte... Después de tres meses y medio buscándolas, ahora que las hemos hallado, ya no nos sirven para nada. ¡Porca miseria!
                                                                                                                                                                                        Lamu
            Dicen que Nairobi -detrás de Johanesburgo-, es la segunda ciduad más insegura del mundo. Lo más normal, que le puede ocurrir a un viajero, es ser atropelladdo por cualquier cacharro o ser dañado, por uno de los mencionados salvajes. Por lo demás, basta con unas precacuciones básicas, teneindo siempre en cuenta, que una ciudad de 10 millones de habitantes en África, es totalmente segura por el día, mientras que de noche, se torna en peligroso, hasta un pueblo de tan solo mil almas.

            Abandonamos Nairobi, sin más historia. Habíamos ya volado otras veces con Qatar y estábamos encantados con ellos. Pero, esta vez, todo fue distinto y se acumularon tantas pequeñas molestias, que tuvimos que amenazarles con poner una reclamación, para que entraran en razón. Si hubiera sido en cualquier compañía o empresa de África, nos habría dado igual.

            Desde que compramos los boletos, teníamos la intución, de que en un viaje tan móvido, alguna sorpresa nos debería estar todavía esperando. Y llegó. Estábamos tomando una lata de cerveza en la estación de Chamartín, mo sé porque motivos, plagada de policías. Nos pidieron el DNI y nos indicaron, que estaba prohibido beber allí. Salimos a la calle y nos sentamos en un banzo.
                                        Doha (Qatar) 
La ventolera era tremenda. De repente, a toda velocidad y sin percibir de donde ha venido, un billete de 20 euros, se avalnza sobre nosotros. No podía ser de otra forma en un periplo, donde la suerte, ha sido nuestra eterna compañera. El transporte de regreso, nos saldrá esta vez gratis.

                   Al llegar a casa, nos recibe el árbol de Navidad y toda la decoración de Pascuas, que habíamos puesto a principios de diciembre, justo antes, de emprender el viaje.

martes, 15 de marzo de 2011

Aunque las comparaciones son odiosas, Lamu esta mejor, que Zanzibar

                                                                                               Malindi
            Malindi -donde se chapurrea bastante italiano y hay hasta supermercados, con productos de Italia- es una caotica y polvorienta ciudad, a la que Dios le dio por castigo, una enorme y hermosa playa, de arena dorada, solo afeada, por la basura acumulada en alguno de sus accesos y por un horrible espigon de hormigon, que la parte en dos. No hay infraestructura turistica, porque en Malindi, apenas hay turistas.    Malindi

Por carecer, no dispone ni de mercado -al menos, que hayamos visto, en nuestros largos paseos-, de supermercados, casi de hoteles y solo cuenta con unos pocos bares, que se hallan casi todos juntos, en la que llamamos calle de los golfos, dado que tambien en ella, se encuentran los bancos. En uno de esos night clubs, que tambien es alojamiento, fueron a parar nuestros huesos.
                                        
La habitacion salio barata y aunque el establecimiento vivio momentos mejores, no esta mal del todo. En ella, practicamos eldeporte mas popular del viaje, que no es otro, que coser y recoser la mosquitera. Esta tenia mas agujeros, que la red de una porteria de futbol.
                               Lamu                      
Luego, viene la segunda parte. Una vez rememndada y colocada, hay que matar a los malditos mosquitos, que quedan dentro. La tecnica, pasa por esperar a que se posen en ella. Entonces, uno pone la mano por fuera y el otro, aplasta al bicho desde dentro, con un fuerte palmetazo. Realmente, es mas divertido, que jugar al paddel y se celebran bastante mas, los puntos anotados.

Desde Malindi, nos fuimos para la isla de Lamu, por un arenoso, sucio y escarpado camino de cabras -ni carretera, ni siquiera ripio-. Tras cuatro horas dando botes y sin casi amortiguadores, llegamos al embarcadero, con el cuerpo mas dolorido, que tras una sesion intensiva en un Hamman. Luego, nos toco ir pasando de barco en barco, con la mochila a cuestas. En ese instante, se me cruzo un lugareno y para no caer al mar, entre de cabeza y en picado, en la prehistorica y profunda embarcacion.
                                                                                                   Lamu 
Ya no nos llama la atencion, que en mitad del mar, hagan trasbordos de unos botes a otros, como si de un intercambiador de transportes se tratara (hasta incluso, las senoras con faldamento, de edad y churumbel a cuestas).

Lamu, es una antigua ciudad suajili -la mejor conservada del este de Africa-, mucho menos turistica, que la afamada Zanzibar y al menos -sinomas-, tan bella como esta.

Resulta encantador y relajante, caminar por su paseo maritimo -parcialmente pavimentado- y con bellos edificios o por las estrechas y misteriosas calles interiores, por las que no dejan de fluir regatos de agua. El unico transito, que hay aqui, aparte del de las personas, es de los numerosos asnos, que campan a sus anchas por calles y plazas o bajo el gobierno de sus propietarios, cuando toca transportarlos, con o sin carga.

                                                                        Lamu
Lastima, que la espectacular playa, que hemos encontrado, esta llena de suciedad y medusas. Manana, tenemos el dia entero, para seguir explorando.

Nuestro angel de la guarda es negro, viste traje, porta un buen reloj y lee el Daily Nation (parte II de II)

Todas las fotos de este post, pertenecen a Mombasa      
         El presunto ratero y nosotros, no dejamos de observarnos. Detectamos otra senal de alarma: llena una botella de medio litro, de un liquido transparente, que mezcla con unos polvos desconocidos. Da vueltas con un palo al brevaje y teniendo su propia ventana libre, se avalanza hasta la nuestra. Huimos despavoridos, pensando que se pueda tratar de una sustancia adormecedora o de las que te hacen perder la voluntad -tipo burundanga-.

El de seguridad observa la escena, sin inmutarse, mientras en un descuido, conseguimos rescatar del portaequipajes, la mochila grande y echamos a correr al siguiente vagon, abriendonos hueco en los asientos, que ocupan un padre, una madre y sus nueve hijos, que se muestran sorprendidos. Tras nosotros, viene el de seguridad y se acomoda a nuestro lado. Alli permanece imperterrito, hasta la parada donde baja el joven y desciende del convoy con el. Los revisores nos informan, de que el peligro ha terminado.
                                                     
          Imposible, contener el panico y los fantasmas, que emergen por todas partes. Cada uno de los restantes pasajeros o vendedores, nos parecen sospechosos de algo y compinchados con alguien.

          Si nos roban, no es por el dinero. Llevamos solo 50 dolares y 8.000 shillings (unos 70 euros), escondidos en una imperceptible carterilla y una bolsa, en la planta del pie. Tampoco, nos preocupa la mochila grande. Estando al final del viaje, casi nos harian un favor. Pero, perder las 1.300 fotos de la camara y los casi 10 cuadernos escritos sobre el viaje, nos hundiria en la miseria.

          Mientras actuamos de Sercklock Holmes y en una parada, unos pasajeros tiran por la ventanilla a la via, las distintas partes de una cama, que han traido desmontada en el tren. En Africa y aun despues de 92 dias, no dejas de sorprenderte.

          Mombasa es una ciudad con mucho encanto: trepidantes mercados, templos hindues, mezquitas, un fuerte y un bonito casco historico, ademas de sus famosos colmillos de chapa. Muchas mujeres, se trasladan aqui con el burka, aunque no es con rejilla, sino un hijab y un babero en la cara. Es una sensacion extrana, el ver negro sobre negro.

           Por la tarde, en la unica agencia de viajes que encontramos, contemplamos como venden como colorido y folclkorico, un viaje a la madre patria, con una foto de la plaza Espana de Sevilla y blanquitas ibericas, ataviadas con faldamentos y faralaes andaluces. Tras unos instantes, nos invade el horror: a nosotros, tambien se nos insinua mas exotico, que lo que vemos y vivimos aqui todos los dias.

          Retornando a los incidentes del tren, resaltar que el trajeado, antes de bajarse, nos pidio el correo electronico. Seguimos esperando su mensaje, en el que nos anuncie, que todo era un montaje para un programa de camara oculta.         

Nuestro angel de la guarda es negro, viste traje, porta un buen reloj y lee el Daily Nation (parte I de II)

                                                                                                 Nairobi
En el expreso de Nairobi a Mombasa, viajan unos cuantos guiris en primera y segunda clase. A pesar, de que en algunos casos, te dan cena y/o desayuno, resulta ridiculo pagar el doble o el triple, de lo que vale un autobus confortable, para luego tardar dos veces mas,que por carretera.

            Como siempre, los unicos blanquitos que viajan en la abarrotada tercera clase, somos nosotros. Entretenemos los minutos previos a la partida, haciendo fotos desde la ventanilla, cuando notamos  movimientos extranos de un chico, que termina sentandose a nuestro lado. Partimos de Nairobi, contemplando sorprendidos, el gran numero de personas, que pasean junto a la via o las numerosas hogueras, en las que se quema basura, mientras algunos ninos, apedrean el tren.
                                   Nairobi
            Nuestro vecino de asiento, sigue con actitudes sospechosas, que nos ponen alerta. Cuando a lo lejos, ve a los revisores, se va corriendo. Un hombre, bien vestido, con buen reloj y que hojea el Daily Nation, se acerca a nosotros y nos advierte, de que el chico, no es buena gente y como nos ha visto con la camara, pretende robarnos todo lo que pueda, cuando nos durmamos. Inmediatamente despues, se dirige a los revisores en suajili y estos, a su vez a nosotros, en ingles,  indicandonos que ahora mismo, llaman a la policia.

            Los interventores y el trajeado, se encaminan a buscar al joven y lo retienen, mientras en la siguiente estacion, sube un empleado de seguridad. Le interrogan reiteradamente. Lleva billete y no hay pruebas de nada, asi que le dejan tranquilo, permaneciendo el vigilante, en uno de los extremos del vagon.
                                                                                               Mombasa

Nos encantan las ciudades de frontera, entre ellas, Namanga (camino de Nairobi)

                                                                       Camino de Namanga
Nos encantan las localidades fronterizas, con su halo de misterio y constante olor a trapicheo -lo que aqui, llaman "bisnis"-.

            La que separa Tanzania de Kenia, viniendo desde Arusha, es Namanga, un pueblo polvoriento y de calles muy escarpadas –autentico trekking urbano-, que comparten ambos paises y que resulta mas genuino y animado, del lado tanzano. Pasear por aqui, es como estar dentro de un documental, viendo a los masais, con su colorida vestimenta -tunica roja hasta las rodillas y otra cruzada al hombro y atada a la cintura-, orejas perforadas y anudadas y su omnipresente baston o vara.

            Son gente amistosa y simpatica, que comparten habitat con musulmanes de los de siempre -pero negros-, que hoy estan de celebracion. Al ritmo de tambores, canticos y de la musica de un altavoz -colocado en una bicicleta en movimiento-, bailan con extraordinario ritmo, durante casi dos horas, en la carretera principal, cortando el trafico de la frontera, en ambas direcciones.
                                        Namanga 
            Acabado el fasto, ya de noche, las unicas diversiones aqui, son jugar al billar y contemplar los partidos de las ligas inglesa y espanola. Ambas cosas, las viven con mucha pasion.

            Partimos hacia Nairobi, situada ya casi, en el ecuador del planeta. La primera buena noticia, es que al entrar por esta frontera, los habituales 50 euros de visado, se convierten en 25. Gran alivio!!.


La segunda, que en la ciudad, al estar en altura, el calor no es, ni mucho menos, asfixiante. El centro urbano esta lleno de hoteles baratos, restaurantes de pollo y carnicerias, que cocinan, donde te puedes dar el festin de un kilo de carne a la plancha o asada, poir menos de 3 euros.

            El caos circulatorio -y eso, que es domingo- y las constantes avalanchas de gente, que camina a gran velocidad en todas las direcciones, hacen del asfalto un entorno salvaje, donde dar o recibir un codazo, un empujon o hasta un punetazo, no tiene la mas minima importancia.
                                                                                            Namanga 
            Es de esas ciudades vibrantes, donde bendices con alegria, el momento de regresar al hotel, al comprobar un dia mas, que has llegado entero. Entonces, ya solo quedan por resolver pequenos problemillas, como la ausencia de luz y que del grifo del lavabo, solo salga un hilillo de agua.                                                                                                       Namanga 

La primera, vuelve en un par de horas. Para ducharnos, lo hacemos con la linterna y llenando con paciencia, una botella de coca cola. Resultaba imposible permanecer sin lavarnos el pelo, despues del polvoriento viaje, realizado esta manana.

            Por cierto. Nairobi es una ciudad normal. Ni anti ciudad, ni no ciudad. ¡!Que bendicion!!.

Arusha, otra ciudad anti ciudad, aunque con mucho encanto

                                                    Todas las fotos de este post, son de Arusha
Casi al principio del viaje, escribi sobre las ciudades no ciudad. Ultimamente -Lilongue, Dar el Salaam y Arusha-, con lo que nos estamos encontrando, es con ciudades anti ciudad.
                           
            El fenomeno, se percibe mucho mas facilmente, de noche, que de dia, cuando viajas en el bus hacia ellas. Empiezas a ver luces, pero de repente, desaparecen y vuelves a estar en medio de la nada y asi, repetidas veces, hasta que -en ocasiones, despues de una hora-, llegas a la terminal de autobuses.

            La primera vez, que contemplas este fenomeno, resulta algo angustioso, sobre todo, si vienes de un largo viaje. Hasta bien has entrado en la ciudad, no llegas a saber, si se trata de esta o de nucleos rurales dispersos.

            En un continente tan poco abrupto como este, parece que el terreno no es un problema y este tipo de capitales, se construyen a lo ancho y no a lo alto, dejando espacios vacios, entre unos núcleos poblacionales y otros. No es de extranar, ver a todas horas, infinito numero de cacharros -microbuses-, que conectan el centro, con cada una de esas celulas de poblacion.
                                                                             Arusha
            A pesar de ser ciudad anti ciudad, a Arusha no le falta encanto. El asfixiante calor de Tanzania, da aqui un alivio al viajero. No hay excesivo caos y la limpieza es mucho mayor, que en Dar es Salaam. Tambien es un lugar, mucho mas urbanizado, con aceras muy nuevas en algunos tramos, fosos tapados -aunque, no todos- por rejillas o losetas y farolas encendidas por la noche -solo algunas-. Eso si, tampoco escapan en este lugar, a los cortes aleatorios de luz y agua.

            Empezamos a barruntar y dado el diferente estado de conservacion, que los males de las ciudades de esta zona del planeta, son mas achacables a la autoridades locales, que al gobierno de la nacion.
 
            Hasta la policia aqui, tienen sus chalecos nuevos -de un amarillo impoluto-. Y que decir, del encantador gran mercado, inmaculado, pero con mucho encanto y donde las vendedoras, se dejan fotografiar de cerca, como replica, a un exhasperante individuo, que corre tras nosotros, la grito de, "no photo, no photo". Al menos en Arusha, no nos han intentado robar, como si lo hicieron en dos ocasiones, en Dar es Salaam.

            Solo hemos visto una agencia de safaris. Es normal, porque no hay turistas a los que venderselos. Al entrar, se nos ha encogido el corazon: 850 dolares por barba, por cuatro dias en Serengeti!!. Y se trata del safari "budget", que no incluye ni el agua. Ni siquiera trató, de vendernos el "luxury”.

lunes, 7 de marzo de 2011

Y ademas, 50 dolares de visado

Desde antes de que salga el sol, ya me despierta el canto del muecin de la cercana mezquita. Si la llamada a la oracion, no me hubiera sacado de mi sueno, lo hubiera hecho el calor insufrible, pues otra vez se ha ido la luz y con ella, el alivio que significa poder dormir con aire acondicionado, en esta ciudad donde la temperatura, no baja de 35 grados a la sombra.
                                                          Zanzibar
            Despues de ducharme -hoy si que hay agua-, salgo a recorrer las calles del centro. Todavia es pronto, pero ya oigo a los ayudantes de los minibuses gritar su destino, a pesar de que lo llevan escrito en el parabrisas delantero. Los hombres- asno tiran de carretillas, cargadas con sacos, cajas y bidones, hasta limites insospechados. Los esquivo como puedo, pero en direccion contraria, amenaza con aplastarme una enorme hilera de cajas de Coca Cola.

Zanzibar
Me aparto, con el riesgo de quemarme con las brasas del chico de las teteras., que acaba de servir unos tes a los taxistas, que ya se encargan de recordarme agresivamente sus servicios. Al mirar atras, para decirles, "no thank you", casi me caigo en una de las zanjas, que adornan las calles de esta ciudad. El sudor empapa mi cuerpo, formando junto con el polvo una masilla, que impregna mi pelo.

            Al fondo de la calle veo un oasis, en forma de bar. Me acerco sedienta y con la lengua pegada al paladar, consigo que la camarera me entienda. Parece, que no soy la unica que tiene necesidad de colmar su sed: esta lleno de lugarenos, que sentados, miran al vacio, mientras los vendedores de perfumes, calcetines, camisas, libros para aprender ingles... pasean entre las mesas, intentando colocar productos, que nadie quiere o puede comprar.
                                                                                                                                              Zanzibar 
            El sol cae de plano, cuando me decido a volver a las calles: mostradores ambulantes de fruta, maices o zumos, recorren el asfalto, indiferentes ante la turista, que  les hace una foto. Sus vecino, sin embargo, son mas atentos. Tanto, que en un descuido, quieren ayudarme a limpiar mi cartera. Consigo esquivarles.

            Creo, que despues de comer, me acercare a un ciber cercano al hotel, para comunicar a la familia y amigos, que todavia sigo viva.

            Cuando termine, me refugiare en mi habitacion, con el aire aconicionado, -si ya ha vuelto la corriente electirca-, enchufado a tope, para esperar, que manana comience un nuevo y estresante dia. Y ademas de todo, 50 dolares de visado
                                                                                              Zanzibar 

El calor asfixiante y los pelmas hicieron, que Zanzíbar no cumpliera nuestras elevadas expectativas

Dar es Salaam
Dar es Salaam es caotica, polvorienta -algunas calles del centro estan sin asfaltar-, llena de cacharros de todo tipo, que no dejan de moverse y de puestos en el suelo, que venden todo lo inimiginable, que a uno nunca se le ocurriria comprar. Paradojas de la ironia, el significado del nombre de esta ciudad en arabe, es "remanso de paz".

            A pesar de lo anterior, nosotros le hemos cogido carino. Un buen hotel -con aire acondicionado, imprescindible aqui-, a ocho euros la noche, un ciber que funciona y san Soprite para comer, tienen la culpa de ello. Tambien, los puestos de calamares y pulpo a la plancha y de pescaditos fritos, que moran junto al puerto o los bares cercanos a la estacion de autobuses, donde llegamos la primera noche y que destilan un ambiente muy animado y caluroso.

            Si, tres cosas me quedaran en la mente de Dar, son los vendedores ambulantes haciendo chocar entre ellas las monedas de 20 shillings, el ruido y la imagen de los generadores de electricidad, que hay por todas partes -la luz va y viene, a su libre albedrio- y los dispensadores de te, con teteras apoyadas sobre brasas incandescentes, como si el fuego que saliera del suelo -estamos a mas de 35 grados y con humedad-, no fuera suficiente.
                                                            Zanzibar
            Tras unos dias aqui, nos fuimos para Zanzibar, donde no hay forma de librarse de pagar tres veces mas, que lo que abonan los lugarenos, por el billete de ferry. El viaje tuvo poco de idilico: barco abarrotado y antes de partir y al encender los motores, erupcion de la chimenea, lanzando sobre el pasaje montones de hollin, que tineron nuestros cuerpos y ropa. A la vuelta nos enteramos, que por el importe pagado, podiamos haber viajado en clase VIP (una estancia con ligero aire acondicionado y donde no hay cuatro personas tiradas, por cada metro cuadrado.

            Zanzibar es bello, pero no colmo nuestras espectativas. Parte de la culpa, la tuvo el asfixiante calor y los numerosos pelmas, que te dan la lata, bien para vender, bien para entretener su desocupado tiempo. Dispone de un casco historico interesante, aunque algo descuidado y buenas playas, donde me pico un bicho, causandome una erupcion en el pecho.

                                                                     Zanzibar
            Hay decenas de turistas, pero paradojicamente, es complicado tomarse una cerveza fuera de los caros hoteles o comer, a precios no extratosfericos, si no hace en los puestos donde almuerzan los lugarenos -deliciosas patatas fritas, con ensalada por encima y pinchitos de carne-.
                             Zanzibar
            Eso si. No parece, que te encuentres en Africa subsahariana: hay alcantarillas, relativa limpieza y no es necesario esquivar a cada rato, fosos y zanjas. El ambiente es absolutamente musulman y a pesar de haber viajado mucho, aun nos choca ver bajo el hijab, piel negra como el carbon.

            Por hacer amistad -al estar enredando, como casi siempre-, conocimos a uno de los vigilantes de la casa del presidente, de este territorio autonomo de Tanzania. Con pistola en mano, le reimos todas y cada una de las gracias, que nos fue haciendo, hasta que nos dejo marchar. En esta zona del planeta, un "no english, no english" a tiempo, te salva de muchas molestias, a pesar de que no se lo acaben de creer.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Otra vez, salvados in extremis

                                                        Kyela
Viajamos por Tanzania, sin guia, mapa o plano. Nada de ello hemos podido conseguir a lo largo de los 9 paises, que llevamos recorridos en Africa. Previsiblemente, igual ocurrira en Kenia. Aunque al menos, en Dar es Salaam, internet se muestra opertativo, siempre y cuando no este cortada la luz, que es muy frecuentemente.
                                 Kyela
            Con tanta imprevision, nos embarcamos en un viaje, que nunca debimos hacer de un tiron, entre Kiela y Dar es Salaam, distantes entre si, 1000 kilometros. Para colmo, nos enganaron. Cierto es, que el bus salio a las cinco y media de la manana, pero no llegaba a las seis de la tarde, como no dijeron, sino a las diez y media.

            El detalle era importante, porque ademas de tener que aguantar cuatro horas y media mas, de las doce y media previstas, nos supuso llegar por primera vez de noche, a una gran ciudad africana, sin siquiera saber donde ir.

            Aunque el autobus no era muy incomodo, el viaje resulto una tortura, solo aliviada, por la contemplacion esporadica de elefantes, cebras o jirafas, junto a la carretera. Lo demas, paisaje aburrido, nucleos poblacionales dispersos, asidos a su pozo de agua y miles y miles de tumulos -elevaciones de la carretera-, que el conductor salta a toda velocidad, con los consiguientes botes y caidas.
                                                                                                            Dar es Salaam
            Una sola parada para orinar, en 17 horas de viaje, en la que aprovechamos para comprar pollo con patatas fritas. Menos mal, que como el vehiculo va bien cerradito -como siempre-, se suda y se suda (los blanco, claro).

            Nuestra suerte podria haber sido peor, si nos hubieros visto involucrados, en un accidente entre un camion y un autobus, que han salido muy malparados y que provoca un enorme atasco en ambas direcciones, que aun demora mas nuestra llegada.

            Finalmente y sin creerlo, desembarcamos del bus ante el peor de los ecenarios posibles: no hay estacion. Nos hallamos en un enorme garaje sin techo, apenas iluminado y con decenas de inquietos taxistas y buscavidas, pensando en nuestro dinero. Nos movemos con firmeza, aunque con cierto temor, tratando de esquivar en la inmensidad de la noche, las numerosas zanjas y fosos, tan habituales en este continente.
                       Dar es Salaam
            Las unicas luces que nos guian, son las de un enorme edificio, que parece y es un hotel, de 120 dolares la noche y con recepcionista poco amable. Afortunadamente, mas simpatico resulta el vigilante del aparcamiento. Nos gestiona transporte -que aun nos atrevemos y conseguimos regatear-, con un coche del propio establecimiento. Por 4000 shillings, el conductor nos va llevando de un hotel a otro y preguntando la tarifa de la habitacion, hasta que despues de cuatro intentos fallidos, estamos conformes con el precio, de 25000 shillings (12 euros), que nos ofrecen.

            Al lado del alojamiento -que dispone incluso de aire acondicionado, muy necesario aqui-, hay una zona de bares y pubs, donde tomamos cerveza tras cerveza, hasta las dos de la madrugada.

            La unica duda que ya tenemos, es si nuestro angel de la guarda africano, sera blanco o negro.

Nuestra seguridad, otra vez en peligro

                                                        Nkhata Bay
      Entre las peculiaridades, que mas nos chocan del caracter subsahariano, hay dos, que nos sacan realmente de quicio: por un lado, que siempre te esten ofreciendo ayuda, cuando no la pides y que, cuando realmente la necesitas, nadie te haga ni caso. Por otro, esa desagradable risita forzada y nerviosa, que exhiben, cuando se sienten contrariados o enojados por algo.

            Ambas circunstancias se unieron, sin ni siquiera salir de nuestra habitacion, durante la ultima noche en Malaui (concretamente, en Karonga). Andabamos con los preparativos previos al sueno, cuando llaman energicamente a nuestro cuarto. Contestamos y nos indican, que se trata de la policia, que viene a comprobar nuestro visado. Por supuesto, no abrimos, pero comienzan a forcejear con la cerradura, que afortunadamente, tiene tres puntos de anclaje, que protegen la gruesa puerta.
                                                           Nkhata Bay
            No obstante y como persisten, gritamos por entre los barrotes de la ventana, pidiendo auxilio, a los despreocupados clientes, de un cercano club nocturno (no nos habiamos dado cuenta de su existencia, al tomar la habitacion). Solo un desganado hombre, muestra un ligero interes por nuestro caso y nada resuelve.

            Ante la amenaza de los golpes, arrastramos la pesada y maziza cama -como todas aqui-, para colocarla de tapon, junto a la mesa y la mochila, delante de la puerta. Se dan cuenta de la jugada y tras carcajearse, desaparecen. Es muy probable, que llevaran siguiendo nuestros movimientos por el pequeno pueblo, a lo largo de toda la tarde.    Karonga 

            Poco dormimos esa noche. Mas por la musica del infecto garito -cuyo altavoz, parecia estar encima de nuestra cama-, que por el preocupante incidente. Al dia siguiente, partimos para Tanzania, donde nos recibieron con gran simpatia y amabilidad, aunque no nos perdonaron los 50 dolares del visado (aqui al menos, te permiten estar tres meses y no 14 dias, como en Zambia). Juguetear con los cambistas de la frontera y los agresivos bicitaxis -que te acorralan con sus cacharros-, resulto ya, una agradable tarea cotidiana. Malaui, quedara en nuestro corazon para siempre.
                                                     Nuestro recorrido por África meridional